Si Cristo prometió a los apóstoles que les reservaría un aposento en el Cielo, entre esas salas privilegiadas estaría la de Pedro y, junto a él, sus dignos sucesores que alcanzaran el Cielo.
Tal día como hoy, Juan Pablo II tomó posesión de una de ellas tras haber desterrado el miedo en las almas y adaptar su vida al modelo de la Cruz de Cristo.
Hoy solo nos queda mirar al Cielo, a ese aposento en el que gozan de Dios Pedro y sus sucesores, y dejar nuestros miedos, súplicas y temores en manos de San Juan Pablo II, quien hizo, del Amor, su escudo y de la Fe su espada.
San Juan Pablo II, ruega por nosotros.
Madrid, España
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