Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

viernes, 30 de septiembre de 2016

Querer ayudar sin saber cómo

Vemos el problema. Sentimos un deseo íntimo de tender la mano. Pensamos cómo hacerlo, pero todas las puertas parecen cerradas.

Si hablo, ¿qué palabras decir? ¿Cómo encontrar la manera para ser aceptado? ¿En qué modos dar a entender que busco el bien del otro? ¿Cómo superar prevenciones, miedos, suspicacias?

Si callo, ¿no seré interpretado como un cobarde? ¿No pensarán que soy indiferente al sufrimiento ajeno? ¿No dirán que prefiero evitar problemas para encerrarme en mi mundo de egoísmos?

Si escribo, ¿qué ocurrirá con las líneas que prepare? ¿A quién llegarán? ¿Seré capaz de expresar con tacto, con claridad, una idea que, espero, sirva para ayudar al otro?

Además, hay ocasiones en las que ni yo mismo veo caminos abiertos para salir del túnel. Los problemas están allí. Hacen sufrir a un familiar, a un amigo, a un compañero de trabajo. Pero, ¿hay solución? Me duele no ver la manera concreta con la que acompañar a quien sufre, tal vez muy cerca de mi vida.

A pesar de todo, queda siempre abierta la posibilidad de rezar. Es entonces cuando alzamos el corazón hacia el cielo, cuando suplicamos al Padre de la misericordia, ayuda, luz, fuerza, consuelo para quien lo necesita, para quien queremos sea auxiliado.

Quiero, Señor, tender la mano. No sé cómo. Suple, pues, mis límites, y no dejes sucumbir a mi hermano en la tristeza, en la amargura, en el odio, en el pecado. Dame fuerzas para saber estar a su lado, para encontrar modos concreto de acompañarle en su pena, para acercarlo a Ti, Padre bueno.

Permíteme, más allá de mis límites, ser un buen samaritano. Enséñame a compartir ese Amor tan grande que has puesto en mi vida. Un Amor que deseas ofrecer también a cada uno de mis hermanos más pequeños...
 

P. Fernando Pascual LC
Catholic.net

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Reflexión del día

“El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el reino de Dios”, le dice Jesús a un hombre. Y de las muchas enseñanzas que podemos sacar de esto, nos quedaremos en que Dios quiere que no miremos más nuestro pasado con todos los pecados y errores que hemos cometido, pues esto nos trae angustias y nos hace desaprovechar el momento presente y quedamos como enredados en los lazos del diablo que quiere hacernos perder la paz y desalentarnos. Aquí les transcribo un texto de Santa Faustina Kowalska que conviene que lo tengamos siempre presente:
Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo, 
Pero ¿por qué sumergirse en el futuro? 
Para mi solamente el momento actual es de gran valor, 
Ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.

El tiempo que ha pasado no está en mi poder. 
Cambiar, corregir o agregar, 
No pudo hacerlo ningún sabio ni profeta, 
Así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.

Oh momento actual, tú me perteneces por completo, 
Deseo aprovecharte cuanto pueda, 
Y aunque soy débil y pequeña, 
Me concedes la gracia de tu omnipotencia.

Por eso, confiando en Tu misericordia, 
Camino por la vida como un niño pequeño 
Y cada día Te ofrezco mi corazón 
Inflamado del amor por Tu mayor gloria.

Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de vivir bien el momento presente, dejando el pasado en la misericordia de Dios.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Ama y haz lo que quieras

“Ama y haz lo que quieras”.
Mientras ames a Cristo y por Cristo
a los hombres y por Cristo a la vocación de cristiano
o de consagrado, puedes hacer lo que quieras;
el amor te mantendrá en el justo orden.
Si se dice a la inversa: “Haz lo que quieras y no ames”,
estarás perdido; perdido estuviste tantas veces
por querer hacer tu vida sin amor, perdido estás ahora
por querer hacer y hacer, y no darte tiempo para amar.


Amar a Cristo es tarea sencilla.

Se logra con los detalles de cada día.
Sumados todos los pequeños sacrificios
de una jornada, forman una gran cosecha.
A veces hace uno las cosas, las tiene que hacer,
pero el amor brilla por su ausencia; tantas otras
el amor se supone, pero no existe, y las más,
existe moribundo, enclenque, enflaquecido,
que da pena. Eres lo que amas, vives o mueres
del corazón.


“Ama y haz lo que quieras”: entonces, ama

y despreocúpate de todo. Cada día es una
oportunidad de amar, cada día debes verlo
con la ambición, con la ilusión del enamorado,
que no se conforma con un amorcillo cualquiera,
sino que sólo descansa en el amor eterno
y en el amor total. El amor es la respuesta,
amor apasionado, amor gigante al Gigante del amor.
Si dejas de amar, nadie te salva, pero,
si el amor vigila, no hay porqué temer.


Tienes un peligro ante la vista, el tomar

los propósitos con estilo militar, el olvidarte
del amor por anclarte en el hacer.
Por amor te levantas y por amor te acuestas,
por amor luchas y trabajas y por amor, descansas.
La oración te lanza al amor y el apostolado
lo haces por amor. Si el amor en ti es más fuerte
que la muerte, también tú podrás gritar:
“¿Quién me arrancará del amor a Cristo?”


“Ama y haz lo que quieras”. No quieras complicar

tu trabajo por las almas ni la vida misma,
debes concentrarte en este sólo amar con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu menteh
y con todas tus fuerzas. Pregúntate al despertar
cada mañana: ¿De qué nueva forma voy a amar a Cristo?

No seas prisionero de la rutina o del cansancio:

algo nuevo, vivo, fresco, debes encontrar cada día,
que transforme esa jornada en una aventura.


“Ama y haz lo que quieras”: Ama cuando rezas,

cuando trabajas en el colegio o en la oficina,
cuando te encierras en tu cuarto, cuando conduces
el coche o caminas por los campos.


¡Ama! Ama todo lo que puedas, pon tu corazón

a mil revoluciones; el amor, verás, terminará
con todas tus cadenas, las cadenas antiguas
que te hicieron agonizar en la mazmorra.
El amor te llevará a la cumbre de la santidad,
el amor te volverá intrépido en la batalla del Reino;
ama y despreocúpate; pero, cuidado con los enemigos
del amor. Si tu amor muere, habrás muerto tú,
y asistirán a tu sepultura, la sepultura de tus grandes
ideales, las pasiones guiadas por el Padre de la mentira.

Padre Mariano de Blas, L.C

http://www.celebrandolavida.org/Principal.htm

sábado, 24 de septiembre de 2016

Virgen de la Merced


ORACIÓN:

Virgen y Señora nuestra de la Merced, a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén

viernes, 23 de septiembre de 2016

Tanto nos ama!


La muerte de Cristo no ha sido ninguna broma. Ninguna mente, ni humana ni angélica podrá sondear el abismo de misericordia del Señor.

Hubiera muerto en la cruz por una sola persona. ¡Tanto nos ama! Él está con nosotros, es Emmanuel. Está para aquellos que no tienen humanamente remedio, para los que tienen vidas horribles. 

Jesús ha muerto por ti. Arrepiéntete de tus pecados y confiésalos al sacerdote. Jesús no puede soportar más que estés lejos de su Amor. Un día volverá a juzgar al mundo. El fin de los tiempos llegará, lo dijo Cristo. Ese día existe. Proclama a Cristo Rey y Señor de tu vida. Mañana puede ser demasiado tarde. No sabes si tendrás un mañana. Mira el hoy, tu presente, es lo único que posees.

Jesús te ama, te perdona. Eres su hijo. Él es el Padre lleno de Misericordia. Deja que te bañe en su amor y perdón.

Del facebook de Alejandro Maria

martes, 20 de septiembre de 2016

La devoción al Ángel Custodio del Padre Pío de Pietrelcina

Voy a enviarte un ángel por delante
para que te cuide en el camino» (Ex 23,20)


El Padre Pío tenía una singular, delicada y respetuosa devoción al Ángel Custodio. Su «pequeño compañero de infancia», «el buen Angelito», fue siempre una ayuda para él. Fue el amigo obediente, cumplidor, puntual que, como gran maestro de santidad, ejerció sobre él un estímulo continuo para avanzar en el ejercicio de todas las virtudes.

Su actuación constante y discreta le sirvió de guía, de consejo, de apoyo.
Si, por una rabieta del demonio, le llegaban emborronadas de tinta las cartas de su confesor, sabía qué hacer para poder leerlas, porque «el angelito le había indicado que, cuando llegase la carta, antes de abrirla, la rociase con agua bendita» (Epist. I,321).

Cuando recibía una carta escrita en francés, era el Ángel Custodio el que le hacía de intérprete: «Si la misión de nuestro Ángel Custodio es importante, la del mío es ciertamente más amplia, porque debe hacer también de maestro en la traducción de otras lenguas» (Epist. I,304).

El Ángel Custodio era el amigo íntimo que por la  mañana, después de haberlo despertado, alababa con él al Señor: «Por la noche, al cerrárseme los ojos, veo bajarse el velo y abrirse delante el paraíso; y, confortado con esta visión, duermo con una sonrisa de dulce felicidad en los labios y con una gran tranquilidad en la frente, en espera de que mi pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme y, de esta forma, elevar juntos las laudes matutinas al amado de nuestros corazones» (Epist. I,308).

En los asaltos del infierno, el Ángel Custodio era el amigo invisible que mitigaba sus momentos de postración: «El compañero de mi infancia intenta suavizar los dolores que me causan aquellos impuros apóstatas acunando mi espíritu como signo de esperanza» (Epist. I,321). Y cuando el Ángel no estaba atento para actuar, el Padre Pío, con delicada confianza, sabía dirigirle un duro y fraterno reproche: «No le cuento la forma en que esos desgraciados me están golpeando. A veces me siento a las puertas de la muerte. El sábado me pareció que querían terminar conmigo; no sabía ya a qué santo encomendarme; me dirijo a mi Ángel y, después de haberse hecho esperar un rato, he ahí que, por fin, aletea a mi alrededor y con su voz angelical cantaba himnos a la divina majestad. Tuvo lugar una de las acostumbradas escenas; le reprendí duramente por haberse hecho esperar tanto tiempo, a pesar de que yo no había cesado de llamarlo en mi ayuda; para castigarlo me resistía a mirarle a la cara, quería alejarme, quería despacharlo; pero él, pobrecito, se me acerca casi llorando, me abraza, hasta que yo, levantando la vista, la fijo en su rostro y lo veo profundamente afligido. Y he aquí... “Yo estoy siempre cerca de ti, mi querido joven - dijo -; me muevo siempre en torno a ti con aquel afecto que suscitó tu agradecimiento hacia el amado de tu corazón; mi afecto por ti no se apagará ni siquiera cuando se apague tu vida”» (Epist. I,311).

El Padre Pío se preocupó siempre de inculcar a sus hijos espirituales el amor y la devoción al Ángel Custodio.
Decía: «Aprended la bella costumbre de pensar siempre en él. Desde la cuna hasta la tumba, él no nos deja ni un solo instante; nos guía y nos protege como un amigo y un hermano».

El venerado Padre reconoció y agradeció siempre la función de «mensajero» de este amigo invisible. «Si necesitas - repetía a sus hijos espirituales -, mándame tu Ángel Custodio». Y tenía mucho trabajo, tanto de día como de noche, para escuchar los «mensajes» de sus hijos espirituales, que le traían, obedientes, tantas criaturas angélicas.



(Tomado de LA VIDA DEVOTA DEL PADRE PÍO, de Gerardo di Flumeri

http://www.padrepiomexico.org/2013/07/la-devocion-al-angel-custodio-del-padre.html

lunes, 19 de septiembre de 2016

Jesús te tiende su mano..


Jesús te tiende su mano para que camines sobre las aguas del pecado. Te invita a ser su discípulo amado; quiere que sueñes con el vuelo del águila, nada de menudencias. Quiere que seas un gran santo, para eso has sido creado y llamado por el Verbo desde toda la eternidad.

Quiere que mires a tus hermanos con ojos misericordiosos. Pero también quiere que veas cuán frágil y pequeño eres. No te espantes, Él te ha modelado, te conoce mejor que nadie. Quiere que reconozcas tu pequeñez y que eleves tu corazón en continua oración. Él te dará la fuerza para caminar. 

Te ha dado a María: suplica día y noche a la Señora que te haga santo y que no permita que jamás te separes de su Divino Hijo. Ruega que te defienda y proteja como su hijo amado.

Del Facebook de Alejandro Maria

sábado, 17 de septiembre de 2016

“Fátima es a Rusia lo que Lipa es a China…”


Con el aval de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Monseñor Ramón Cabrera Argüelles, obispo de Lipa (Filipinas), procedió, el 12 de septiembre del 2015, al reconocimiento oficial de las apariciones de Lipa que se llevaron a cabo en 1948. Se trata de la primera aparición mariana reconocida en Filipinas.

Del 12 de septiembre al 12 de noviembre de 1948, la Virgen se apareció una decena de veces a Teresita Castillo, novicia carmelita de 21 años, presentándose bajo el vocablo de “María, Mediadora de todas las gracias”. Desde entonces la devoción popular se desarrolló en Filipinas, país asiático que posee el mayor porcentaje de católicos en el mundo.

Monseñor Argüelles atribuyó a la “Santísima Virgen Madre” bajo el título “Mediadora de todas las gracias” el liderazgo de “Filipinas, país católico y mariano en su decidido combate por la defensa de la vida, el carácter sagrado del matrimonio, la integridad de la familia, y la importancia de unión natural y sobrenatural entre marido y mujer”.

En una locución interior a la vidente, María Mediadora le revela que hay una relación entre Lipa y China y que“Fátima es a Rusia lo que Lipa es a China…"

Un Minuto con Maria

viernes, 16 de septiembre de 2016

Perdonar y olvidar

Yo sé que hay dolores que no se pueden olvidar.
Si alguien le falta una mano, pues siempre la echará de menos.
Pero hay muchos males que nos siguen doliendo años y años,
no porque sean muy profundos, sino porque nosotros
los alimentamos dándoles vueltas a la memoria.

Hay quienes parecen disfrutar manteniendo abierta
sus propias heridas y hasta se complacen en estarlas
como hurgando o como lamiendo, en vez de curarlas.
Eso y no otra cosa, es el resentimiento.
Es un recalentamiento de la herida que nunca acaba de curar
porque está siempre siendo nutrida por la ira. 


Parece que hay como cierto parecido entre herida e ira.

Por eso esas personas, cuando alguien o alguien les pincha,
revientan como un saco lleno de veneno y lanzan afuera dolores
o cuestiones que todos han olvidado ya, menos ellos.
Porque lo llevan dentro y cualquier cosita es como el pinchazo
que hace que explote el globo venenoso
que están conteniendo en su interior.


Y no hay cosa más triste, que esta gente que es esclava

de sus viejos rencores. En lugar de dedicarse a vivir,
parece que su oficio fuera sólo recordar y recordar sólo lo pasado. 


Yo quisiera darles como unas razones para perdonar.

La primera, pensar que el mejor remedio contra el mal es olvidarse de él.
La segunda, porque lo que pasó pues pasó y puede enmendarse,
pero no rehacerse.
Y la tercera, y ésta la tomo de Don Miguel de Unamuno, cuando él dice
“Hay que olvidar para vivir. Hay que hacer hueco, para lo venidero.” 


Por favor, el alma de los seres humanos es muy chiquita.

Si la vamos llenando de rencorcitos, pues la tendremos siempre llena
y no podrá surgir de ella ni un acto de amor.
E incluso cuando alguien nos ame, no encontrará
dentro de nosotros suficiente eco para responder
con cariño a ese amor que le estamos ofreciendo.
Porque su alma está tan ocupada, tan agobiada,
tan saturada de rencores, que no tiene espacio para el amor. 


No vale la pena, hay que pensar un poquito en esto

y ser más generosos a la hora de perdonar.
Y sobre todo, la última razón por la que Dios,
además de perdonar, olvida los pecados.
Es porque tiene que dedicarse tanto a amar,
que no tiene ni tiempo ni espacio para recordar el mal.


Tengan todos mucha paz y mucho bien.

P. José Luis HernandoHernando

celebrandolavida.org

jueves, 15 de septiembre de 2016

Nuestra Señora de los Dolores


Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Reflexión:
María está en lo más alto del Cielo por su relación única con Dios, ya que es Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo. Pero también está en ese lugar por su tremendo sufrimiento que es superior a todos los que padecieron los Santos y los Mártires juntos. Más alto se está en el Cielo cuanto mayor ha sido nuestro padecer aquí en la Tierra. Si pensamos en estas cosas nos vendrán ganas de padecer por amor a Dios para estar más cerca de Él en el Cielo. Se dice que si los Ángeles pudieran envidiar a los hombres, les envidiarían dos cosas: la Eucaristía y el padecer algo por Dios.
Pidamos a la Santísima Virgen que nos enseñe a valorar la cruz y nos dé el deseo de sufrir algo por amor a Dios como lo hicieron los Santos.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

La solución es la oración.

La solución para todos nuestros problemas y necesidades es la oración, porque quien reza pone en movimiento al mismo Dios, a la Virgen, a innumerables Ángeles y Santos, y también a las Almas del Purgatorio, todos los cuales intervienen a su debido tiempo para arreglar nuestras cosas de la mejor manera.
No perdamos más tiempo engañados por el diablo, que nos distrae de la oración con vanos pretextos, incluso aparentemente justos, porque nuestra vida y la vida de muchas personas dependen de nuestra oración confiada.
La misma Santísima Virgen ha dicho en uno de sus mensajes que la oración es más poderosa que las reacciones atómicas en cadena, porque una oración elevada al Cielo moviliza todos los reinos, espiritual, corporal, mental, etc., de modo que sólo en el Cielo entenderemos la grandiosidad de lo que obramos con nuestra oración perseverante.
Si nos ponemos a pensar un poco en nuestra vida, y en que quizás de un tiempo a esta parte se nos ha complicado nuestra existencia y quizás también la vida y existencia de aquellos que amamos, nos daremos cuenta de que probablemente hemos aflojado en la oración. O la hemos dejado para la última hora del día, y el último lugar en nuestra vida. Sí. Hemos dejado de lado la oración, o al menos no le hemos dado el puesto que se merece: el primero.
Estamos tan acostumbrados a creer que todo se hace con las solas fuerzas humanas y de la ciencia, que fuimos conducidos por el Maligno a creer que la oración es una pérdida de tiempo, y que hay que hacer, hacer y hacer.
Sin embargo nosotros debemos responderle al diablo con lo siguiente: Hay que rezar, rezar y rezar. Los santos convertían muchas almas porque el centro de su jornada era la oración, y empleaban el mayor tiempo en rezar. ¡Qué diferentes de nosotros, que dedicamos tan poco a la oración, quizás porque hemos sido un poco engañados por el Mal, o también porque nadie nos abrió los ojos y no hemos caído en la cuenta de que la oración es lo principal en la vida cristiana!
Con la oración se consiguen toda clase de bienes, se evitan toda clase de males, y nadie que rece con perseverancia se verá vencido por la desgracia y el mal. Es promesa de la Virgen para quien reza todos los días el Rosario. Y también se puede extender esta promesa a toda oración hecha con el corazón y con amor.
Estamos a tiempo todavía. Dios nos está llamando a que retomemos la saludable costumbre de rezar mucho, como quizás lo hacíamos antes, para colmarnos de gracias y dones maravillosos y encauzar toda nuestra vida, y las vidas de quienes amamos, por el camino del bien.
Y para terminar viene muy bien citar la frase magistral de San Padre Pío de Pietrelcina: “Reza, ten fe y no te preocupes”.
¡Ave María Purísima! 
¡Sin pecado concebida!

miércoles, 14 de septiembre de 2016

FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ.



Cuando veas una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin valor... y sin Crucifijo, no olvides que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día, la escondida, sin brillo y sin consuelo...,que está esperando el Crucifijo que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú. 

(Camino, 178). San Josemaria.

martes, 13 de septiembre de 2016

Al orar tenemos que escuchar

Un aprendiz de oración caminaba por el desierto
completamente confundido.

Había frecuentado el contacto con diversos maestros
y ya había pertenecido a un buen número de escuelas.
Cada una defendía cosas distintas y el aprendiz
ya no sabía qué era lo más importante en la oración.
Decidió que lo único que le quedaba por hacer
en su confusión era dirigirse a Dios.


- ¡Señor, ilumíname! -dijo suplicante- Unos me dijeron

"No pienses en nada y repite letanías sin interrupción...
verás que sentirás la liberación interior"...


-¿Y lo hiciste? -le dijo Dios.


- Sí, Señor, lo hice durante meses hasta que se me secó
la boca y tuve que abandonar esa escuela.


- ¿No encontraste ninguna otra? -preguntó Dios, interesándose.


- ¡Oh, sí, Señor, muchas más! Fui a otra donde me dijeron:
"Tranquilízate, haz vacío en tu interior y encontrarás a Dios",
pero en el vacío sólo estaba yo mismo y como te buscaba
a ti y no a mí, comencé a dudar también de esa escuela...


- Bueno, quizás haya otras...



- Sí, sí Señor, no creas que ésta fue la última. Visité muchas más;

aprendí una gama enorme de posiciones para orar,
y me hice experto en posiciones pero no en oración...
y así recorrí otras tantas pero aún no sé qué hacer para orar.
He llegado a convencerme de que no puedo orar y vengo a decirte
que ya no me lo pidas más en mi interior.


- ¿No te di yo boca y oídos? -susurró Dios suavemente


- Sí, Señor... -dijo el principiante, que no esperaba este interrogante-
pero dime de una vez, Señor mío; qué es más importante
¿escuchar o hablar?


- ¿Cuántas bocas te di?

- Una.


- Y ¿oídos?

- Dos.


- Entonces, ya lo sabes...


¡Interesante dato! Orar es hablar con Dios,
pero lo más importante en esa conversación
es la escucha...

Si quieres unirte con Dios; escucha su Palabra,

dialoga... y vuelve a escuchar.

Padre Miguel Segura

De: celebrandolavida.org


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