«He aquí que la misma Virgen y esclava del Señor es también llamada Madre. Ella es verdaderamente su Madre porque, en su seno, Él se hizo hombre por obra del Espíritu Santo y de su carne»
San Ambrosio
«He aquí que la misma Virgen y esclava del Señor es también llamada Madre. Ella es verdaderamente su Madre porque, en su seno, Él se hizo hombre por obra del Espíritu Santo y de su carne»
San Ambrosio
No, no necesitas que una persona te diga lo mucho que vales.
Ya hay alguien que te demostró todo tu valor en la Cruz.
Oh mi buen Maestro, Jesucristo, estaba yo sin ningún auxilio, no pedía nada, y ni tan sólo pensaba en ello, y tu luz me ha iluminado durante la noche... Tú has alejado de mi el peso que me hundía, tú has repelido a los que me asaltaban, tú me has llamado con un nombre nuevo (Ap 2,17), tomado del tuyo, el nombre de cristiano. Yo estaba ya sin fuerzas, tú me has levantado. Me has dicho: «Confianza, Yo te he rescatado, Yo que he dado mi vida por ti. Si quieres unirte a mi, te liberarás del mal y del abismo en el que estás metido, y te conduciré a mi Reino...»
Si, Señor, ¡tú lo has hecho todo por mí! Yo estaba en las tinieblas y no sabía nada..., yo bajaba al abismo de la injusticia, estaba caído en la miseria del tiempo para caer más bajo todavía. Y en la hora en que me encontraba sin ayuda ninguna, tú me has iluminado. Sin que ni siquiera te lo pidiera, me has iluminado. En tu luz he visto lo que eran los otros y lo que yo mismo soy...; tú me has dado la confianza en mi salvación, tú, que has dado tu vida por mí... Lo reconozco, oh Cristo, me debo del todo a tu amor.
San Anselmo (1033-1109)
benedictino, arzobispo de Canterbury, doctor de la Iglesia
Meditaciones.evangelizo.com
Al Ángel de la Guarda:
Ángel de Dios, que eres mi custodio, ya que la soberana piedad me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname. Amén.
A San Miguel Arcángel:
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Buenos días Señor, gracias por permitirme un día más.
Cuántos proyectos a realizar esta semana, cuántos planes, cuántas buenas intenciones.
Voy recorriendo poco a poco cada uno de ellos, y tú Señor ¿Qué planes tienes para mi está semana?
¿Qué puedo o qué debo hacer para crecer en tu amistad?
Señor, dame la gracia de todos los días buscarte en la oración, de escuchar tu voz.
Guía, Señor, mis pasos a través de las Escrituras, ilumina mi camino.
Dame la gracia de saber vencer el egoísmo en mi vida y poder así colocarte al centro de mi corazón.
Yo sé que no es fácil, pero también sé que junto a ti todo lo puedo, en ti encuentro paz,
contigo las ideas se aclaran, las tormentas se calman y la toma de decisiones se torna más fácil.
No sé qué planes tienes para mí esta semana, yo tengo los míos, los pongo en tus manos,
ayúdame a vivir plenamente cada día, a aprovecharlo al máximo, viviendo con alegría y generosidad, con sencillez y servicialidad,
que todo cuanto haga me ayude a estar más cerca de ti.
Gracias Señor por este día, por esta nueva semana, me pongo en tus manos
Amén.
La muerte despoja al hombre de todos los bienes de este mundo. ¡Qué espectáculo el ver echar de su propio palacio a un príncipe que no ha de volver a entrar mas en él, y a otros al mismo tiempo tomar posesión de sus muebles, de sus tesoros, de todos sus bienes!
Sus servidores le dejan llevar al sepulcro con un vestido que cubre apenas su desnudez. Ni una persona hay que haga caso de él, ni que le adule; ni aun se atiende a su voluntad postrera.
Preparación para la muerte.
Consideración II
San Alfonso María de Ligorio
“Dios es el Padre de las cosas creadas; María es la Madre de las cosas recreadas… Dios es el Padre de la constitución de todo; María es la madre de la restitución de todo.
Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue creado; y María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado…
¡Oh, bendita confianza! ¡Oh, refugio seguro! La Madre de Dios es nuestra Madre”.
San Anselmo, doctor de la Iglesia (1109).
En otros tiempos, Cristo decía: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes” (Jn 6,53). Pero no escucharon espiritualmente sus palabras y se fueron, escandalizados, pensando que el Señor los invitaba a una comida ordinaria.
Ya en el Antiguo Testamento, se presentaba el pan de Proposición. Actualmente no tiene objeto ofrecer los panes de la Antigua Alianza. En la Nueva Alianza se presenta un pan celeste y una copa de salvación (cf. Sal 116,13) que santifican el alma y el cuerpo. Lo mismo que el pan se acorda con el cuerpo, el Verbo se armoniza con el alma.
No te detengas en el pan y el vino como si se tratara de esto únicamente, ya que según la afirmación del Maestro se trata de cuerpo y de sangre. Más allá de lo que te sugiere la percepción de los sentidos, la fe te asegura. No juzgues la realidad según el sabor sino según la fe. (…)
Lo que aprendes te da esta certeza: lo que parece pan, aunque tenga el sabor, no es pan sino el Cuerpo de Cristo. Lo que parece vino, aunque tenga el sabor, no es vino sino la Sangre de Cristo.
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis mistagógica 4º (Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1971), trad. sc©evangelizo.org
San León Magno (¿-c. 461)
papa y doctor de la Iglesia
Sermón XII sobre la Pasión (PL 54. Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1972), trad. sc©evangelizo.org
¿Dónde encontráis la alegría de amar? En la eucaristía, la santa comunión. Jesús mismo se hizo "pan de vida" para darnos vida. Noche y día está allí. Si vosotros realmente queréis crecer en el amor, volved a la eucaristía, a esta adoración. En nuestra congregación, teníamos la costumbre de tener la adoración una vez a la semana durante una hora; después, en 1973, decidimos tener la adoración cada día durante una hora. Tenemos mucho trabajo; por todas partes nuestras casas para enfermos y moribundos indigentes están llenas. Pero a partir del momento en que comenzamos la adoración cada día, nuestro amor por Jesús se volvió más íntimo, nuestro amor por cada uno más benévolo, nuestro amor por los pobres más compasivo.
Mirad el tabernáculo y ved lo que significa ahora este amor. ¿Soy consciente de eso? ¿Mi corazón es lo bastante puro para que vea allí a Jesús? Con el fin de que para vosotros y para mí sea más fácil ver a Jesús, él mismo se hizo "pan de vida"; con el fin de que pudiéramos recibir la vida, una vida de paz, una vida de alegría. Encontrad a Jesús y encontraréis la paz.
Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)
fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
La palabra para ser hablada, cap. 6.evangelizo.org
Mírame Señor que te quiero amar Mírame que con lágrimas te pido sanar, todas las heridas de mis cruces, producto de mi andar. No apartes tu mirada de mi, no me abandones en la tempestad y mucho menos en la dificultad. Enséñame a ser como tú, llena de humildad.
¿Cómo no iba a ser un cuerpo si tenía todas las señales de sus heridas, la marca de las cicatrices, las cuales se mostró el Señor [a los discípulos] para que las palparan? Con ese detalle, no sólo los robustece en la fe, sino que también los estimula a la devoción, puesto que las heridas que recibió por nosotros prefirió, sin suprimirlas, llevárselas al cielo, para presentárselas a Dios Padre como rescate de nuestra libertad,
San Ambrosio
Cuando Jesús Resucitado aparece, nuestros miedos desaparecen; y a la inversa, mientras tengamos miedo, será difícil descubrir a Jesús Resucitado.
Tocar las heridas, palparlas [ψηλαφήσατε], las propias y ajenas, nos hace creer auténticamente en Jesús, cuyas heridas nos sanan.
Jesús participa en nuestras comidas, se hace presente en lo que compartimos: se nos abre la mente para comprender las Escrituras y nos convertimos en testigos del Crucificado-Resucitado.
SigloII
Haz, Señor, que las tormentas de mi vida, sean calmadas con tu dulce presencia, a través de la oración y la vida sacramental. Amén.
Sólo tiene una palabra, una pequeña propuesta: "No temáis, no tengáis miedo". Con Él a nuestro lado no hay tormenta que nos pueda, ni incertidumbre que dure, ni oscuridad que nos deprima, ni proyecto que se nos resista. Dejemos el miedo, agarrémonos a la fe.
La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor.
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas.
Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia.
Lumen Gentium, 21 noviembre 1964, Cap VIII §61. Concilio Vaticano II
Tu cuerpo, surco de penas,
hoy es de luz y rocío;
que lo vean los que lloran
con ojos enrojecidos.
Tu cuerpo espiritual
es la Iglesia congregada;
tan fuerte como tu cruz,
tan bella como tu Pascua.
¿Quién eres tú, dulce luz que me llena
e ilumina las tinieblas de mi corazón?
Tú me conduces como la mano de una madre
y si me soltaras,
no sabría dar un solo paso.
Tú eres el espacio
que envuelve todo mi ser y lo cobija en ti.
Abandonado de ti, me hundiría en el abismo de la nada
de donde lo has sacado para levantarlo hasta la luz.
Tú, más próximo cercano a mí
que no lo estoy yo de mí misma,
más íntimo que lo más profundo de mi alma,
y sin embargo inalcanzable e inefable,
más allá de todo nombre,
¡Espíritu Santo, Amor eterno!
¿No eres Tú el dulce maná
que del corazón del Hijo
fluye en el mío,
alimento de los ángeles y de los bienaventurados?
Él, que ha pasado de la muerte a la vida
también a mí me ha desvelado desde el sueño de la muerte a una vida nueva.
Y día tras día
me sigue dando una vida nueva
la plenitud de la cual un día me inundará toda entera,
vida de tu vida, sí, Tú mismo,
¡Espíritu Santo, Vida eterna!
Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Poesía, Pentecostés 1942.evangelizo.org
Yo N…….. pecador, infiel, renuevo y ratifico hoy en vuestras manos los votos de mi bautismo. Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo, Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras Él, todos los días de mi vida; y a fin de que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh, Maria!, En presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y Señora, os entrego y consagro en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y aún el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, otorgándoos entero y pleno derecho de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad. Así sea.
#elsecretodemariademontfort
Mi queridísimo Padre, verdaderamente, en ese tierno y bendecido campo de María, el Verbo, unido a su carne, es semejante a la semilla que germina al calor del sol, muestra su flor y su fruto y deja su envoltura en la tierra. Igualmente ocurre con el calor y el fuego de la divina caridad de Dios hacia el género humano, cuando pone la semilla de su Palabra en el campo de María. ¡Oh bienaventurada y tierna María! ¡Nos ha dado la flor del bondadoso Jesús! (…)
No olvide, piense siempre en su corazón, en su memoria, en su alma, que ha sido ofrecido y dado a María. Pídale que ella lo presente y dé a su bondadoso hijo Jesús. Esta tierna Madre, esta tierna Madre de misericordia lo presentará. No sea ingrato ni desmemoriado, ya que ella nunca olvida la oración que le hacen, sino que la recibe con bondad. Sea fiel, (…) corra generosamente con ese deseo, con María, que lo hará siempre buscar el honor de Dios y la salvación de las almas.
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 92 a Roberto de Nápoles (Lettres I, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org
"El hombre de hoy sabe muy bien que las fuerzas que él ha desencadenado pueden aplastarle o salvarle.
Ante este panorama, acudamos a María, Madre de misericordia. Ella es el apoyo y la esperanza de la Iglesia de hoy porque cree en la profecía del Magnificat y en la maternal tarea de la Madre de Dios y madre de los hombres, que vive fidelísimamente hasta el fin del mundo.
Ella arranca a Dios su misericordia que derrama generación tras generación. En Ella y por Ella no cesa de revelarse en la historia de la Iglesia y de la humanidad la misericordia divina."
San Juan Pablo II (Dives in misericordia).
“Madre María, que estuviste al pie de la Cruz, cúbrenos con tu manto para que sin miedo alguno, seamos portadores de la esperanza que proviene del Señor"
¡El Intocable es tocado, se deja retener por el siervo [Tomás] y el Soberano al inferior muestra las heridas, por las que toda la creación al mismo tiempo se había desconcertado! Dignificado Tomás por esos regalos, elevó una súplica a quien de esa manera lo había honrado, diciendo: "Soberano, tolera mi temeridad…, libérame de la carga, aligérame de la incredulidad, para que pueda salmodiar y decir: 'Eres Señor y Dios nuestro'”
SigloII
Padre de gran misericordia, deseo que todos los corazones se dirijan con confianza a tu infinita misericordia. Nadie podrá justificarse ante ti si no va acompañado por la insondable misericordia tuya. Cuando nos reveles el misterio de tu misericordia, la eternidad no bastará para agradecerte por ella debidamente.
Querido San José, mientras descansas en el Señor, confiado en su poder y bondad absolutos, mírame. Por favor, toma mi necesidad (menciona Tu solicitud) en tu corazón, sueña con ella y preséntasela a tu Hijo. Ayúdame entonces, buen San José, a escuchar la voz de Dios, a levantarme y actuar con amor.
Confiando plenamente en tu infinita misericordia
y en la intercesión maternal de María, Adoración
“María” te reconozco por tu nombre, aprende a conocerme por tu fe. “Ella le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!»”, enséñame a buscarte, enséñame a retenerte. “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre” (Jn 20,17). No crees todavía que soy igual, coeterno y consustancial al Padre. Créelo y me habrás retenido.
Tu mirada se detiene en el hombre, por eso no crees, no crees por lo que ves. No ves a Dios, cree y verás. Por tu fe, me retendrás, como esa mujer que “le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré curada»” y fue curada (cf. Mt 9,20-22). ¿Por qué? Porque me ha tocado por su fe. Retiéneme con esa mano, búscame con esos ojos, corre hacia mí con esas piernas.
No estoy lejos de ti, soy el Dios cercano (cf. Dt 4,7), Palabra en tu boca y tu corazón. ¿Qué hay más cercano al hombre que su propio corazón? Es ahí, en la profundidad de su interior, que me han descubierto los que me encontraron. Lo que está en el exterior sólo concierne la vista. Mis obras son reales, aunque son frágiles y pasajeras. Mientras que yo, su Creador, permanezco siempre en lo más profundo de los corazones puros.
Homilía de un autor anónimo del siglo XIII
Meditaciones sobre la Pasión y la Resurrección de Cristo (Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d'Orval, 1973), trad. sc©evangelizo.org
Monasterio Santa Catalina del Monte Sinaí
Liturgia de las Horas, s. IX
Macarismos de la Resurrección (SC 486. Sinaiticus graecus 864, Cerf, 2004), trad. sc©evangelizo.org
En los relatos de la Resurrección de Jesús, hay un detalle que no debería pasarnos desapercibido si nos interesa saber si es razonable creer en pleno siglo XXI. ¿Por qué quienes vieron cara a cara al resucitado no lo reconocieron de primera hora? Lo explico
Los evangelios recogen este fenómeno en varias ocasiones: María Magdalena, llorando a los pies del sepulcro, lo confundió con un hortelano; los dos de Emaús lo acompañaron durante una larga caminata y no lo reconocieron hasta llegada la noche, al partir el pan; incluso los más íntimos, sus propios discípulos, fueron incapaces de reconocerlo cuando estaban pescando y él apareció en la orilla del lago.
Dejando para otro día la reflexión sobre las misteriosas capacidades del cuerpo glorioso de Jesús, centrémonos en su significado: la resurrección del de Nazareth puede ser un hecho histórico comprobado por mil y una fuentes, podemos tenerlo delante de nosotros, incluso conversar con él; pero, si no damos el paso de creer, seremos incapaces de verlo, incapaces de reconocerlo.
¿Por qué pasa esto?
¿Por qué el acontecimiento más trascendental de la historia de la humanidad (la constatación de que la muerte es solo un paso hacia otra forma de vida) no se hace más evidente?
¿Por qué Dios ha preferido pasar desapercibido para la mayoría de la población mundial y se ha mostrado solo a unos pocos?
La solución fácil ya se la había sugerido el tentador tras los 40 días en el desierto. Lo puso en el alero del templo de Jerusalén y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”».
Si le hubiera hecho caso, todo el mundo habría creído en él enseguida y de forma innegable. ¿Por qué no hizo de la fe un espectáculo?
¿Por qué Dios, siendo Dios, no se muestra de forma sensacional, clara e incuestionable? ¿Por qué, si ama al hombre, no hace uso de su poder para que todo hombre crea en él y se salve?
Para tratar de entender a Dios, lo mejor que podemos hacer es ponernos en su lugar y verlo desde su perspectiva.
Dios es amor, y el amor necesita un consentimiento libre, no forzado.
Por eso, un matrimonio en el que se descubre que alguno de los cónyuges ha ido obligado o tiene intereses ocultos se dice que es nulo, no ha existido.
No ha sido verdadero porque no ha habido amor, sino interés o miedo. Igualmente, Dios nos ama y como buen amante desea ser correspondido, pero ha de dejarnos la libertad necesaria para que esta correspondencia sea verdadera.
Creer por interés o por miedo no es creer, es fingir.
La fe, que no es otra cosa que amar a Dios sobre todas las cosas, ha de ser una respuesta libre y personal a la propuesta que él nos hace.
La omnipotencia de Dios se demuestra en su capacidad de hacerse pequeño, insignificante, hasta rebajarse a la altura del ser que ama para poder ser correspondido… o no.
Por eso llevamos 2.000 años celebrando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo y para muchos no deja de ser más que un excelente motivo para pasar unos días de vacaciones al inicio de la primavera o, si acaso, para disfrutar de las manifestaciones culturales que dicha conmemoración conlleva.
Ese acontecimiento no cala, porque no ha habido encuentro con la persona viva de Jesús, que ha pasado delante de nosotros y no lo hemos reconocido.
Es el misterio de la libertad con la que él nos creó y que tantas veces desfiguramos con nuestro lenguaje.
Hablamos de libertad de expresión, por ejemplo, pero cancelamos a quien no se ajusta a la norma; hablamos de libertad sexual, pero a costa de matar a los concebidos por esa causa pero que no nos interesa que nazcan; hablamos de libertad de decidir una muerte digna, cuando en realidad obligamos a suicidarse a quien no quiere sufrir porque no les damos alternativas; nos jactamos de ser sociedades libres, pero miramos para otro lado ante las situaciones de trata, o de trabajo precario; proclamamos una educación en libertad, pero dejamos que las tecnológicas esclavicen a nuestros hijos; fardamos de libre mercado, pero explotamos a los países más pobres; competimos por ser los países con más libertades, pero impedimos la entrada de quienes no tienen más remedio que huir de la falta de libertad en sus países; nos enorgullecemos de avanzar en libertades sociales a costa de destruir la familia como núcleo de crecimiento de las personas en amor y libertad.