¿Cómo no iba a ser un cuerpo si tenía todas las señales de sus heridas, la marca de las cicatrices, las cuales se mostró el Señor [a los discípulos] para que las palparan? Con ese detalle, no sólo los robustece en la fe, sino que también los estimula a la devoción, puesto que las heridas que recibió por nosotros prefirió, sin suprimirlas, llevárselas al cielo, para presentárselas a Dios Padre como rescate de nuestra libertad,
San Ambrosio
Cuando Jesús Resucitado aparece, nuestros miedos desaparecen; y a la inversa, mientras tengamos miedo, será difícil descubrir a Jesús Resucitado.
Tocar las heridas, palparlas [ψηλαφήσατε], las propias y ajenas, nos hace creer auténticamente en Jesús, cuyas heridas nos sanan.
Jesús participa en nuestras comidas, se hace presente en lo que compartimos: se nos abre la mente para comprender las Escrituras y nos convertimos en testigos del Crucificado-Resucitado.
SigloII
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