Montserrat, deja que tu espiritualidad se extienda por esas cimas en las que la Virgen dejó su huella el nombre de esas montañas.
Derrama, por tus laderas, ese beso que Dios dejó en tus cumbres y siéntete privilegiada por ser ese lugar que la Virgen eligió para cubrir de amor a las tierras catalanas.
“Montserraaaat, Montserraaat,….”,
¿No oyes el eco de esos vientos que serpentean por tus alturas, soplos divinos que Dios deja en las almas?, ¿no es verdad, que quien a ti llega, vuelve pleno de fe y piedad?
Montserrat, tuviste la fortuna de regalar una advocación a la Madre de Dios, elegida para que en ti se respirara la fe, agraciada con el honor de que la Virgen te eligiera como cuna y Patrona de las tierras catalanas.
Montserrat, ábrenos tus entrañas para que ellas revivamos esos momentos en los que Dios dejó en tus cumbres la divina huella de su Madre: la Virgen de Montserrat.
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