Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

domingo, 31 de diciembre de 2017

EN FAMILIA...



En familia, Dios, quiso nacer.
En familia, Dios, comenzó a llorar.
En familia, Dios, acogió al pobre y al rico.
En familia, Jesús, se dejó iluminar por una estrella.

En familia, Jesús, reconoció a un nombre: MARIA.
En familia, un Niño, respetó a un hombre: JOSÉ.
En familia, el Dios con nosotros,
se inició en el valor de la fe.

En familia, Jesús, recibió
agasajos de humildes y regios.
En familia, Jesús, supo lo que fue huir.
En familia, Jesús, recibió aliento.
En familia, Jesús, aprendió a vivir.

En familia, Jesús, sufrió el desprecio
de los que no supieron verle ni esperarle.
En familia, Jesús, vio a los pastores
cuerpo a tierra y lágrimas en los ojos.
En familia, Jesús, contempló a tres reyes
con abundancia de oro, incienso y mirra.

En familia, Jesús, habló y guardó silencio.
En familia, Jesús, fue perdido y encontrado.
En familia, jugaba, rezaba y cantaba;
y, en familia, sufrió la incomprensión
de algunos de los que le rodeaban.

En familia…¡sí en familia!
¡En familia Jesús fue hijo!
¡En familia, Jesús, fue niño!
¡En familia, Jesús, fue joven!
¡En familia, Jesús, aprendió a ser adulto!
¡En familia, Jesús, aprendió a mirar a los cielos!

Amén.

Aprovechar el tiempo



Si en el más allá estamos en el Cielo, no nos lamentaremos de nada. Pero si de algo pudiéramos lamentarnos, sería del tiempo perdido en la tierra, que si lo hubiéramos empleado mejor, tendríamos un mayor grado de gloria para siempre. Pero en el Cielo uno ya es completamente feliz y no puede desear nada más. 

Si vamos al Purgatorio, entonces ¡cuánto desearíamos haber empleado mejor el tiempo, para reparar y expiar por los pecados cometidos, para no tener ahora que sufrir tanto en ese lugar de expiación que es el Purgatorio! 

Pero si por desgracia vamos al Infierno, será tremenda la desesperación de pensar en el tiempo perdido en la tierra, gastado inútilmente en frivolidades y pecados, y ahora quisiéramos tener aunque más no sea un solo minuto, pero ya no se nos concederá jamás. 

¡Qué tremendo es desaprovechar el tiempo de vida que tenemos sobre esta tierra, pues es el tiempo de Misericordia, es el tiempo propicio para hacer las cosas bien, realizar buenas obras, rezar, y cumplir los mandamientos, para luego merecer el Cielo eternamente! 

¡Qué lástima que derrochemos el tiempo que tenemos de vida, en cosas vanas o hasta en pecados! Porque llegará el momento de nuestra muerte, y se terminará nuestro tiempo, el tiempo que Dios nos concedió para ser buenos, para que con él conquistáramos el Paraíso. 

Pensemos cómo hemos aprovechado este año que está para terminar, y hagamos el propósito de que si Dios nos concede otro año más, lo emplearemos en santificarnos, haciendo buenas obras, recibiendo más frecuentemente los sacramentos, en especial la Eucaristía, y rezando mucho, puesto que esta vida terrena es preparación para la Vida con mayúscula. 

No derrochemos escandalosamente el tiempo de vida que Dios nos concede, porque quizás llegará el día en que nos arrepintamos mucho de haberlo empleado mal, y ojalá no sea ya demasiado tarde para remediar ese error.


sábado, 30 de diciembre de 2017

Hasta el extremo...

 
Navidad es la fiesta de los excesos: Dios nos ha amado hasta límites incomprensibles, "hasta el extremo".

El Señor vino a María para hacerse siervo.
El Verbo vino a ella para callar en su seno.
El rayo vino a ella para no hacer ruido.
El pastor vino a ella, y nació el Cordero, que llora dulcemente.

El seno de María ha trastocado los papeles:
Quien creó todo se ha apoderado de él, pero en la pobreza.

El Altísimo vino a María, pero entró humildemente.
El esplendor vino a ella, pero vestido con ropas humildes.
Quien todo lo da experimentó el hambre.
Quien da de beber a todos sufrió la sed.
Desnudo salió de ella, quien todo lo reviste de belleza.

San Efrén de Siria
Himno De Nativitate

Enrique Álvarez Moro

viernes, 29 de diciembre de 2017

Ser fieles a Dios.




Cuando más Dios nos da dones, más nosotros tenemos el deber de ser cada vez más santos y más dignos del Señor, y tratar de alcanzar la perfección. Porque de lo contrario, si nos ensoberbecemos por los dones recibidos, Dios retirará de nosotros esos dones y así quedaremos en la miseria espiritual.


Debemos tratar de ser fieles en las pequeñas cosas de todos los días, porque ya dice Jesús en el Evangelio que el que es fiel en lo poco también lo es en lo mucho. Y si Dios nos confía alguna misión pequeña, tenemos que llevarla a cabo con la mayor fidelidad para estar dispuestos así a que el Señor nos confíe alguna misión más importante.


En la vida espiritual no hay nada pequeño, y todo lo debemos hacer por amor a Dios y al prójimo; entonces, hasta las acciones más ordinarias y de todos los días, tendrán un valor celestial y nos harán ganar méritos para el Cielo que nos espera.


Tomemos el ejemplo de María Santísima que, aunque se veía tan llena de dones y tan agraciada por Dios, Ella no dejaba de orar y pedir humildemente ayuda al Señor, considerándose como la más pobre mujer y la más necesitada de ayuda. Procedamos nosotros igual que Ella y, cuando el Señor más nos colme de gracias y favores, tanto más humillémonos y hagámonos dignos de esos dones con una vida agradable a los ojos de Dios. Siempre la humildad debe ser nuestra guía, pues ya dice Jesús que el que se humilla será ensalzado, y el que se ensalza será humillado.


¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!

 http://www.santisimavirgen.com.ar/

jueves, 28 de diciembre de 2017

Los Santos Inocentes


Hermaninos míos, hoy, día de LOS SANTOS INOCENTES, damos gracias a Dios por la vida, la fe, el amor, la esperanza. Por cada rostro y corazón que Dios nos regala para aprender tanto, para custodiar con cariño, para amar en nombre de Dios y dejarse amar desde su Corazón humano y glorioso.

Dios ha hecho milagros en mi casa por su Madre bendita y por el bendito san José. Nos han puesto en sus brazos y nos han llevado en su regazo para ser liberados. Solo puedo alabar a Dios día, tarde y noche. Adorar y agradecer. Estamos sentados junto a nuestro Altar. Sólo con la luz de la ESTRELLA encendida. Estrella que vino de Alemania. La fe nos ha traido hasta el Niño. Es nuestro Amor y Esperanza como familia. La fe es luz para entender el dolor. La luz de la fe te hace volver a casa por caminos de amor misericordioso. Os cuido. Me dejo también en vuestros brazos y plegarias.

HOY Y SIEMPRE DEBEMOS MIRAR A LOS INOCENTES. Míralos, amigo. Mira a los inocentes, cuyos ojos tristes indican que no comprenden el porqué de lo que les sucede. ¿Y acaso hay un porqué? Sí, lo hay. El egoísmo de algunos. El afán de dominio de otros. El ansia con que muchos quieren construir su seguridad sobre sangre ajena. La indiferencia de tantos que prefieren no ver.

Mira a los ancianos a quienes nadie mira, que no encuentran a nadie que les dedique tiempo, palabras, una sonrisa. Mira a las personas sin hogar, que se cruzan por nuestro camino, y resultan incómodos. Atiende a las noticias de las tragedias cercanas o lejanas, y piensa que, esos que lloran, que nacen y mueren, que viven y huyen, son tus hermanos. Hay tantos inocentes golpeados…

Piénsalo, no para agobiarte o para culpabilizarte. Pero sí para sentir, por un momento, que el mundo puede ser otra cosa. Y entonces, únete al camino de esa familia que huye a Egipto. De ese niño que le dará la vuelta a la lógica del poder. Y siente que, también tú, puedes hacer que el mundo sea un poco mejor. Aunque aún no sepas cómo.

Niño Jesús, hoy quiero pedirte
perdón por mis pecados de omisión
aquellos que cometo a diario
siendo indiferente al dolor humano,
restando el bien que puedo hacer
y no defendiendo la vida.

Cuántas veces he callado una injusticia,
volteado por no ver un daño
y no defendiendo la vida de un inocente.
Dame la gracia de ser valiente,
ser profeta que sepa defender a los niños no nacidos y a todo aquel que sufre una injusticia.

Que cada día en mi oración
pida por las madres que piensan abortar,
para que más allá de cualquier situación,
prioricen la vida de sus hijos.
Danos a todos la valentía y el coraje de
ser defensores de aquellos
que no pueden defenderse.

Jesús mío, ayúdame a vivir en constante preocupación por los que no pueden defenderse, olvidándome permanentemente de mí mismo. Hazme gustar la alegría de saber gastarme por los otros para no tener tiempo de juzgarlos; así mi vida será fecunda, como la tuya.

Os quiero. Acudid al Señor y a los suyos. Donde haya vida, amor y alegría!

Enrique Álvarez Moro
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