Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

sábado, 30 de abril de 2016

Tu misericordia tiene, para los desdichados, mayor mansedumbre…



Que no se hable más de tu misericordia, Virgen bienaventurada, si alguno recuerda haberte invocado en sus dificultades y que Tú no hayas acudido en su ayuda. Nosotros, tus pequeños siervos, te alabamos por tus otras virtudes, pero de tu misericordia nosotros mismos nos felicitamos. La virginidad la elogiamos, la humildad la admiramos, pero la misericordia tiene, para los desdichados, un sabor más dulce.

La misericordia la abrazamos con más ternura, la recordamos más a menudo, la invocamos con más frecuencia. Gracias a Ella, de hecho, quien obtiene que el mundo entero sea restaurado y  alcanza con su oración la salvación de todos los hombres.

(…)¿Quién podrá, oh Virgen bendita, medir la amplitud y la profundidad sublime de tu misericordia? Su fuerza, hasta el final de los tiempos, llega a todos aquellos que la invocan; su amplitud envuelve al globo terrestre a tal punto que su misericordia llena la tierra entera.

(…) Por ti el cielo se llena, el infierno se vacía, la Jerusalén celeste emerge de sus ruinas, la vida perdida le es devuelta a los infelices que aguardan. Así sea.



San Bernardo de Claraval (1090-1153)


jueves, 28 de abril de 2016

Nunca es tarde para recomenzar



Recomenzar es poner ganas, fuerzas y un fuerte deseo de volver a empezar.
Muchas vivencias nos llevan a sentir que el camino se cortó.
Nos invade la sensación de que ya no hay más kilómetros por delante, que todo terminó.

Después de una amarga y dolorosa experiencia nos sentimos vacíos para dar, cerramos el corazón, y el pecho nos duele continuamente cuando miramos hacia atrás y las pérdidas, el dolor y su tristeza nos hacen sentir tan chiquitos, y en ese sentir perdemos las ganas de continuar.

Cuántas veces ante una situación dolorosa nos sentimos morir internamente.
Vamos y venimos como maniquíes que están rodeados de gente pero deseando volver a la vidriera en donde pueden sentirse protegidos.
Cuántas veces nos cuesta levantarnos después de haber vivido lo inesperado y deseamos un sueño eterno o tener amnesia para poder olvidar nuestro pasado.

Pero la vida continúa, y nunca es tarde para recomenzar. De cada situación, de cada experiencia, de nuestro sufrimiento, debemos aprender a salir fortalecidos.
Si bien no es rápido ni fácil y necesita de nosotros para elaborarse, debemos permitirnos ese duelo, pero no quedarnos ahí...
Lloremos, gritemos, desde lo más profundo de nuestro ser dejemos que esa herida salga a la superficie; aunque sabemos que sangra y que duele, enfrentemos nuestro dolor.

Y una vez que logramos sacar todo aquello que nos daña, que nos paraliza, aquello en lo que no dejamos de pensar tratemos de mirar hacia adelante...
Sé que cuesta, que a veces nos resulta casi imposible pero…
¿Para sirve seguir llenando la mochila con tantas cosas desagradables?
¿Sirve no dar paso a todo lo nuevo que nos está esperando?
¿Sirve seguir alimentando nuestro dolor?

Soltemos de una vez esa cuerda que sólo nos une a lo malo y nos hace ir una y otra vez por ese camino que ya no tenemos ni fuerzas, ni ganas de recorrer.
Es hora de decir adiós a todo aquello que lastimó nuestro interior y de darle la bienvenida a lo nuevo.

Si logramos dar el primer paso...
Si hoy nos levantamos con ganas de recomenzar...
Si abrimos las ventanas y dejamos entrar la luz, y frente al espejo decidimos cambiar nuestra imagen y al salir dejamos que el viento, el sol, la gente, comiencen a ser nuevamente una compañía y no una molestia...

Si dejamos que la vida nos sorprenda nuevamente y apostamos a tener una vida mejor...

Así  será.
 
 


miércoles, 27 de abril de 2016

Dar de beber al sediento.


Obras de Misericordia

¡Qué horrible es la sed! Solo pensar que en el Infierno se padece de una sed eterna, como lo demuestra la parábola del pobre Lázaro y del rico Epulón, da escalofríos. Y para que no nos hagamos dignos del Infierno, y no tengamos que padecer una sed inextinguible, es necesario que practiquemos en el tiempo de vida que tenemos sobre la tierra, las obras de misericordia, y una de ellas es ésta de dar de beber al sediento.

¡Cuántas veces se nos han presentado personas en nuestra puerta, pidiendo un vaso de agua, y tal vez por miedo las hemos despachado sin socorrerlas!

Pensemos que cuando damos de beber al sediento, calmamos la sed de Jesús crucificado, que desde la Cruz dijo: “¡Tengo sed!”.

El agua es de Dios, y no podemos hacernos dueños de ella, sino que es para todos. Por eso tengamos entrañas de misericordia, ya que quien practica la misericordia con el prójimo la alcanzará de Dios en el día del Juicio; pero quien es duro con el hermano, no obtendrá misericordia del Señor, y ya sabemos que todos necesitamos de la misericordia divina porque nadie se salva en justicia, sino por pura misericordia de Dios.

Es que el hombre no es solo alma, sino también cuerpo, y el cuerpo tiene sus necesidades. Cuando calmamos la sed de un sediento, entonces el alivio que experimenta en su cuerpo, será como una oración que subirá al Cielo y hablará a Dios en favor nuestro.
Y recordemos que Jesús ha dicho que hasta un vaso de agua dado por amor a Él, no quedará sin recompensa.

Jesús, en Vos confío.






Cuando paramos en el primer punto de reagrupamiento, cual será nuestra sorpresa al encontrarnos a un nómada con un aspecto lamentable, en medio de la nada y...

Nuevo Día



Hoy es un nuevo día y estoy lleno de esperanza y confianza.

Cuando pienso en la promesa de un nuevo día, pongo los problemas de ayer en perspectiva, y sé que pueden ser solucionados.
Veo lo que antes me parecía abrumador, como una oportunidad de expresar la sabiduría que Dios me da continuamente.

Hoy digo “no” a los pensamientos de limitación, temor y arrepentimiento que pueden haberme preocupado ayer. Digo “si” a los pensamientos de mayores oportunidades que el día de hoy me ofrece.

Estoy lleno de un espíritu renovado de esperanza y confianza.
Sé, que el gozo y la satisfacción en mi vida provienen de Dios, quien es mi compañero y guía constante. Aprovecho la maravilla y las oportunidades que cada día me proporcionan.

“Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino espíritu de poder, de amor y de buen juicio.”
(2 Timoteo 1, 7)

 



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