Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

domingo, 30 de enero de 2011

¿Quieres ser feliz?

Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, porque su camino estará pleno de sol

¿Quieres ser feliz?


Hay quien piense que para ser feliz basta con ser Bill Gates o Carlos Slim, o quizás llamarse como un artista famoso. Sin embargo, ser feliz no es nada fácil. Parece mentira, pero es así. Ahora bien, todo depende de uno mismo.

Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro. A partir de aquel instante comenzó a buscarla.
Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.
En un recodo del camino vio un letrero que decía: "Le quedan dos meses de vida.”
Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida, sin haber logrado encontrar la felicidad, se dijo:

"Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean."

Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días encontró que, dentro de sí mismo, en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.
Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como uno es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar… y también razones para morir y descansar.
Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ternura y la comprensión. Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que la felicidad está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre está de salida y que para tenerla hay que gozar de paz interior.
Finalmente descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad y que sólo Dios es la fuente suprema de la alegría, por ser Dios amor, bondad, reconciliación, perdón y donación total.
Y en su mente recordó aquella sentencia que dice: “¡Cuánto gozamos con lo poco que tenemos, y cuánto sufrimos por lo mucho que anhelamos!"

Ser feliz, es una actitud.

Todos conocemos las bienaventuranzas, esas palabras tan hermosas que nos dijo Jesús en el Sermón de la Montaña. Sin embargo, no todos conocemos y practicamos las Bienventuranzas del Siglo XXI:

  • Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse

  • Felices los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque evitarán muchos inconveniente 

  • Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas, porque llegarán a ser sabios. 

  • Felices los que saben escuchar y callar, porque aprenderán cosas nuevas. 

  • Felices los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio, porque serán apreciados por quienes los rodean. 

  • Felices los que están atentos a las necesidades de los demás sin sentirse indispensables, porque serán portadores de alegría. 

  • Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas y con tranquilidad las cosas grandes, porque irán lejos en la vida. 

  • Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, porque su camino estará pleno de sol. 

  • Felices los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar, porque no se turbarán en lo imprevisible.

  • Felices los que saben callar y ojala sonreír cuando se les quita la palabra, se los contradice o cuando les pisan los pies, porque el amor comienza a penetrar en su corazón. 

  • Felices los que son capaces de interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, porque conocen el valor de la caridad. 

  • Felices los que saben reconocer al Señor en todo lo que encuentran, porque habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.

    Si tienes fe en Dios, asume el compromiso de ser cada día más bueno, más humilde, más justo, y podrás cumplir todos los compromisos adquiridos. Él te apoyará y nunca estarás solo, y serás feliz en esta tierra, y lo que es mejor, en la vida eterna.


  • Autor   : Juan Rafael Pacheco
    Fuente: Carholic.net

    sábado, 29 de enero de 2011

    La Pura.


    Hoy parece raro hablar de la pureza en este mundo que está corrompido por el pecado de la impureza, por la lujuria que arrastra a la humanidad entera hacia el abismo. Por eso tenemos que pensar en María, la Virgen Purísima, e invocarla si queremos guardar intacta nuestra pureza y conservarla y defenderla de los enemigos del alma.


    Pensemos que María es solo inferior a Dios, y que esto nos diga todo, porque no hay criatura superior a la Virgen, y hasta los ángeles más puros y eminentes, son una nada con respecto a María.
    Si queremos tener a María por amiga, tenemos que esmerarnos en guardar la pureza de mente, cuerpo y alma, porque la Pureza se deleita en tener amistad con los puros.
    Pero no nos desalentemos si a veces hemos caído, porque María es la Pura, pero también es la Compasiva y el refugio de los pecadores, y Ella, pasando su mano virginal sobre nosotros, nos devuelve la prístina pureza si la hemos perdido.
    Si Jesús ha dicho en el Evangelio que son bienaventurados los puros de corazón porque verán a Dios, y lo entenderán y comprenderán las cosas espirituales; ¡cuánto más María, que es la Purísima, habrá comprendido y entendido las cosas de Dios! Por eso dice el Evangelio que María guardaba y meditaba todas las cosas en su Corazón, que era puro y perfecto.

    ¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

    Fuente:Consagración a María
    Imagen:Internet

    viernes, 28 de enero de 2011

    Los tres últimos deseos de Alejandro El Grande

    Encontrándose al  borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
    Alejandro Magno en su lecho de muerte, según el pintor Karl von Piloty (1886)

    1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.
    2 – Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta sus tumba, y…
    3 – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
    Uno de sus generales, asombrados por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
    Alejandro le explicó:
    1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
    2 – Quiero que el  suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
    3 – Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que venimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.
    Al morir nada material te llevas, aunque creo que las buenas acciones son una especie de cheques de viajero.
    “EL TIEMPO” es el tesoro más valioso que tenemos porque ES limitado, Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida. EL MEJOR REGALO  que le puedes dar a alguien es tu tiempo y SIEMPRE  se le regala a la familia, a alguien especial o a un buen amigo.
     

     "DIOS NO ESCOGE A LOS CAPACES, DIOS CAPACITA A LOS ESCOGIDOS"

    Fuente:Renuevo de Plenitud
    Imagen:  wikipedia

    jueves, 27 de enero de 2011

    ALMA GRANDE

    Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal.
    Pero sé paciente, no pretendiendo que todo te llegue de inmediato.
    Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo, vendrá a tus manos en el momento oportuno.
    Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas.
    Espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura.
    No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes.
    No revuelvas una herida que está cicatrizada.
    No rememores dolores y sufrimientos antiguos.
    ¡Lo que pasó, pasó!
    De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás.
    Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.
    Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla.
    No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer.
    No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar.
    No trates que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.
    Deja que el amor te toque y no te defiendas de él.
    Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo.
    No sufras por lo que viene, recuerda que “cada día tiene su propio afán”.
    Busca a alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella.
    Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete de ella y ámala, sin pedirle nada a cambio.
    Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en ti como en algo precioso.
    Desparrama en todas partes la alegría que hay dentro de ti.
    Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsar la tristeza de todos los que te rodean.
    La alegría es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido, iluminando todos nuestros actos y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros.
    Si en tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma, por medio de la alegría, todos los que pasan por la calle en tinieblas, serán iluminados por tu luz.
    Trabajo es sinónimo de nobleza.
    No desprecies el trabajo que te toca realizar en la vida.
    El trabajo ennoblece a aquellos que lo realizan con entusiasmo y amor.
    No existen trabajos humildes.
    Sólo se distinguen por ser bien o mal realizados.
    Da valor a tu trabajo, cumpliéndolo con amor y cariño y así te valorarás a ti mismo.
    Dios nos ha creado para realizar un sueño.
    Vivamos por él, intentemos alcanzarlo.
    Pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta de que no podemos, quizás entonces necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas.
    Así, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo haremos.
    No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida, es porque sabe que tú puedes con ella.
    El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.
    Tú y sólo tú escoges la manera en que vas a afectar el corazón de otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida.

    “Que este día sea el mejor de tu vida". 
    MAHATMA GANDHI

     

    miércoles, 26 de enero de 2011

    El diablo como pasatiempo


    La fascinación que ciertos grupos musicales, películas y programas televisivos de corte satanista tienen en algunos sectores de la juventud es un problema serio
     
    El diablo como pasatiempo
    El diablo como pasatiempo
    Hace mucho quedó atrás el tiempo en que todo lo relacionado con el diablo recibía el rechazo unánime de la gente. En el mundo occidental y muy especialmente en los países católicos, era obvio que nadie en su sano juicio podía sentir atracción alguna por el demonio, dado que ese ser, según las Escrituras, no abriga hacia el hombre otro sentimiento que el odio. Para los creyentes de siglos pasados no había duda de que la lucha de Cristo y sus fieles ”no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas” (cfr. Ef 6, 12).

    Pero pasó el tiempo y fue difundiéndose, junto con el ateísmo y el rechazo a toda religiosidad, una especie de contracorriente opuesta al cristianismo que poco a poco ha sacado del secreto los cultos satanistas y los ha puesto en el mismo nivel de las doctrinas tradicionales, como si de una opción religiosa más se tratara. De este modo, el satanismo ha invadido rápidamente sectores tan relevantes como los de la música, las artes visuales y los medios masivos de comunicación.

    Para nosotros, católicos, resulta difícil entender que alguien pueda desear poner su vida en manos del diablo, considerando que todo lo bueno proviene de Dios (amor, alegría, placer, vida, trascendencia, salud, etc.) y que del diablo, como creatura que fracasó radicalmente en su existencia, sólo podemos esperar el absoluto vacío. Unirse al diablo es compartir el fracaso completo y la frustración de todas las capacidades puestas por Dios en el hombre para que éste llegara incluso a “ser como Dios” y a participar de la Vida Divina.

    Sin embargo, la falta de una evangelización profunda del pueblo católico, así como de una catequesis seria y suficiente, ha permitido que una creciente masa de jóvenes perdidos acabe por rechazar con ligereza la fe católica que, en realidad, nunca conoció verdaderamente, y decida abrazar alguna de las múltiples formas de satanismo que los medios ofrecen ostentosamente hoy en día. Muchos jóvenes comienzan por hacerse fanáticos de ciertos grupos musicales que se autodefinen como diabólicos, y llenan sus habitaciones con carteles y símbolos satanistas. Quizá la mayoría de los muchachos que llegan a este punto no pasan de él, pero este primer nivel de satanismo ya es alarmante, pues el ambiente en que se desenvuelve exige desde el principio rechazar explícitamente a Dios, blasfemar y proferir fórmulas de adoración al Maligno. Algunos jóvenes siguen adelante y comienzan a acercarse a la magia y a círculos propiamente demonolátricos. Su rechazo hacia lo sagrado se vuelve más radical o agresivo; su uso de simbología satanista se vuelve consciente y estudiado y aparecen en su indumentaria y hasta en su cuerpo infinidad de accesorios, a veces de complicada e incluso dolorosa aplicación, que los identifican como miembros de un grupo diabólico.

    La fascinación que ciertos grupos musicales, películas y programas televisivos de corte satanista tienen en algunos sectores de la juventud es un problema serio que requiere novedosas acciones de contraataque. Este no es ya un fenómeno marginal propio de pequeñas bandas de inadaptados provenientes de las clases más bajas. El satanismo de hoy en día exige a sus adeptos contar con acceso a internet, a MTV y otros canales televisivos por cable, a cierta indumentaria y a diversos productos para escuchar música con la máxima potencia y fidelidad. Esta demonolatría de supermercado está dirigida a las clases media y alta y por eso los grupos darketos que empiezan a pulular por nuestras ciudades están básicamente constituidos por chavos en una situación económica desahogada. No conozco la situación en cada ciudad del Bajío, pero sé que el satanismo se está extendiendo de forma alarmante entre jóvenes estudiantes de reconocidas escuelas privadas de Querétaro. Un grupo de darketos ya cometió un sonado homicidio en dicha ciudad y eso debe constituir una seria advertencia en todo el Bajío para los padres de familia y para las estructuras eclesiales que tienen a los jóvenes en un desesperado abandono.

    Autor: Diego García B
    Fuente:Catholic.net

    martes, 25 de enero de 2011

    ¿Podemos cambiar al otro?

    Vemos a un familiar, a un amigo, a un compañero, que empieza a recorrer un camino peligroso
    ¿Podemos cambiar al otro?
    ¿Podemos cambiar al otro?
    Vemos a un familiar, a un amigo, a un compañero, que empieza a recorrer un camino peligroso. Escoge malas compañías, dedica cada vez más y más tiempo a diversiones dañinas, se aficiona desmedidamente a las bebidas alcohólicas o a las drogas, deja la oración y vive de espaldas a Dios.

    Otras veces sus opciones no parecen tan peligrosas, pero no dejan de ser dañinas. Se cierra en un mundo de criterios estrechos. Toma actitudes agresivas hacia los demás. Rechaza a quienes le ofrecen ayuda. Responde con dureza incluso a los seres más queridos.

    Quisiéramos, en este tipo de situaciones, poder hacer algo, apartar al conocido del mal que poco a poco lo engulle. Quisiéramos encontrar la palabra, el consejo, la manera concreta para ayudarle a descubrir los peligros, a cambiar de actitudes, a apartarse de quienes le hacen daño, a buscar la compañía y los consejos de quienes pueden guiarle por el buen camino.

    Pero a veces nos topamos con muros de hielo. El otro no escucha, no acoge, ni siquiera permite nuestra cercanía. Sentimos, entonces, un dolor profundo, porque le queremos, porque desearíamos ayudarle, porque nos apena un rechazo por parte de quien necesita mucha ayuda.

    El misterio de la vida humana permite este tipo de situaciones. Un hijo, a partir de cierta edad, puede excluir casi por completo a sus padres y familiares del horizonte de su vida. Un amigo puede prescindir de tantas personas buenas para escoger modos de comportarse llenos de peligros. Un compañero de trabajo puede hundirse, poco a poco, en tristezas malsanas o en vicios destructores, mientras ni sus jefes ni sus compañeros encuentran la manera para acceder a su corazón, para despertarle del engaño en el que se encuentra, para orientarlo a una sanación profunda del alma.

    Duele, sí, llegar a este tipo de situaciones. A pesar de todo, el amigo verdadero sabrá mantenerse atento, dispuesto a ayudar apenas surja un atisbo de esperanza.

    Bastará con que el otro, en un momento de mayor lucidez, susurre que necesita a su lado una mano dispuesta a levantarle, a sacarle de un aprieto más doloroso, a guiarle entre oscuridades densas y llenas de insidias. Bastará cualquier mínimo gesto para que, entonces, acudamos a su lado con todo nuestro afecto y con palabras respetuosas, para que esa rendija que nos abre pueda convertirse en el inicio de un cambio que, desde Dios, permita emprender caminos de curación y de esperanza.
    Autor: P. Fernando Pascual
    Fuente: Catholic.net

    Dios, como a Pablo, te invita a la conversión


    Convertirse significa, para cada uno de nosotros, creer que Jesús se ha entregado a sí mismo por mí.
     
    Dios, como a Pablo,  te invita a la conversión

    Hoy, 25 de enero, se hace memoria de la “Conversión de san Pablo” (...) En el caso de Pablo, algunos prefieren no utilizar el término conversión, porque -dicen- él ya era creyente, es más hebreo ferviente y por ello no pasó de la no-fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe hebrea para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser el modelo de toda auténtica conversión cristiana.

    La de Pablo maduró en el encuentro con el Cristo resucitado; fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pude en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, “creyó en el Evangelio”. En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.

    En aquel momento, Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado. Esta verdad, que gracias al Bautismo ilumina la existencia de cada cristiano, alumbra completamente nuestro modo de vivir.

    Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús “se ha entregado a sí mismo por mí”, muriendo en la cruz (cfr Gal 2,20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiándome al poder de su perdón, dejándome tomar la mano por Él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y te toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.

    Queridos amigos, la invitación a la conversión, valorada por el testimonio de san Pablo, resuena hoy (...) El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder progresar en el camino de la comunión. “Ciertamente no he llegado a la meta -escribe a los Filipenses -, no he llegado a la perfección; pero me esfuerzo en correr para alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús” (Fil 3,12).

    Ciertamente, nosotros los cristianos no hemos conseguido llegar aún a la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos continuamente convertir por el Señor Jesús, llegaremos seguramente.

    La Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos obtenga el don de una conversión verdadera, para que cuanto antes se realice el anhelo de Cristo: “Ut unum sint”.



    Fragmento de las palabras SS Benedicto XVI durante el Ángelus, en la Fiesta de la Conversión de San Pablo 25 enero 2009

    Fuente :Catholic.net

    lunes, 24 de enero de 2011

    Refugios, los consuelos que buscamos


    Hace falta reconocer que sólo existe un refugio realmente bueno para cada corazón humano.
     
    Refugios, los consuelos que buscamos
    Ante las dificultades, mientras llega el cansancio de la vida, cuando aumentan los dolores del cuerpo o del alma, buscamos refugios de paz, de alegría, tal vez de olvido.

    Los refugios pueden ser variados. Hay quienes simplemente buscan su refugio en el sueño, como una especie de bálsamo para olvidar las penas y las angustias de cada día. Otros se refugian en un cuarto de su casa, o entre libros, o en el bar donde encontrar amigos y ambientes diferentes. Otros anhelan ese refugio en el trabajo, o en el coche, o en la televisión, o en la computadora, o en la música. Algunos, por desgracia, se crean un mundo artificial de sensaciones con la droga o con el alcohol, para consolar (falsamente) penas y dolores del alma.

    Muchos de los refugios son simplemente un engaño, como un espejismo que enciende ilusiones pasajeras en el corazón, para luego dejarnos indefensos y cansados frente a los problemas que ahí siguen, con su peso de amenazas y con su martilleo obsesivo.

    Existen, sin embargo, otro tipo de refugios que pueden ser sanos, que restablecen las fuerzas del alma para reemprender la lucha. Un rato de deporte, un diálogo con un amigo sincero, un libro bueno, devuelven serenidad al alma, abren horizontes de esperanza, nos preparan para volver con más bríos al combate de cada día. Pero en muchas ocasiones esos refugios también son insuficientes.

    Por eso hace falta reconocer que sólo existe un refugio realmente bueno para cada corazón humano. Es el que se alcanza desde el encuentro sincero con Dios. Porque Dios da sentido a la vida, nos ha creado, nos tiende la mano como Salvador, nos espera cada día y tras la hora definitiva de la muerte.

    A Dios nos acercamos en esos momentos de oración sincera, cuando le abrimos el alma, cuando le pedimos ayuda, cuando nos ponemos llenos de confianza entre sus manos. A Dios lo tocamos cuando podemos recibir los sacramentos, especialmente el gran regalo de la misericordia (la confesión) y el inmenso abrazo que es posible en cada Eucaristía. A Dios lo escuchamos con el espíritu abierto cuando leemos su Palabra, cuando creamos en nuestro interior espacios de silencio que nos permiten escuchar sus susurros cotidianos.

    Es Dios el verdadero refugio que anhelamos. Porque sólo Dios conoce plenamente lo que hay en cada corazón humano. Porque sólo Él puede ofrecer consuelos verdaderos y palabras de ternura que curan y que lanzan a vivir desde una fe intensa, una esperanza alegre y un amor hecho servicio a quienes recorren a nuestro lado el mismo camino del existir terreno. 
     
     
     Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

    sábado, 22 de enero de 2011

    Ser bueno

    Es muy buena persona este joven, esta muchacha, esta persona. No es raro escuchar estas palabras diariamente en cualquier lugar, muchas veces las he leído y escuchado. Pero deberíamos preguntarnos, es suficiente ser buenos.
    ¿Ser buenos o ser santos? Esta es la cuestión, y pareciese que la respuesta es: ser buenos porque la otra es imposible para todos, es para unos cuantos y no necesaria entonces.
    Desafortunadamente el infierno está lleno de buenos, y es que ser buenos es ser  simplemente trabajador, amigable, sociable, agradable o porque nunca se ha cometido un delito grave, nunca ha matado, violado, robado bancos…
    Entonces es muy buena esa persona, buenísima. Solamente que los pecados fuertes no son solamente esos. Y desafortunadamente para los que piensan tener ganado el cielo por ser “buenos”, solamente se entra ahí siendo Santos.
    Nadie entra a la presencia del Creador sino se es santo, y ser santo es para todos y no para unos cuantos y tampoco es imposible ni lejano.
    Se es santo cuando se ama, cuando se está en Dios, cuando se cree en Él, cuando se ayuda y ama al prójimo, cuando se vive la VERDAD del cristianismo.
    Cuando se descubre en nuestra vida su presencia y cada momento es un vivir en el amor sincero y único, vivido en la verdad. En la verdad de los mandamientos que son actos de amor y no reglas discriminantes, imposibles y condenatorias. Porque cuando se vive el principal y único mandamiento amaras a Dios sobre todas las cosas y al Prójimo como a ti mismo. Se viven todos los demás, se vive de verdad y de forma única el amor y a Dios.
    Se descubre en nuestra misma vida diaria la presencia de Dios, la felicidad plena, vemos el rostro de Cristo en cada lugar y momento. Porque no esperamos y alejamos vivir en Él sino que cada segundo es ya estar en Él.
    Porque el amor se vive y no se demora, porque el amor no se ve como presión sino se busca estar en Él lo más pronto posible porque sin Él no hay nada, nada se tiene y nada se vive.
    No es cuestión de fiestas o eventos grandes, tampoco lo es de que piensen los demás, ni si esta medieval, antiguo u obsoleto, si esta de moda o no, si es moderno o no. Si los demás lo hacen por qué yo no me puede alejar del amor de Dios y de la santidad para ser solamente “bueno”, bueno para un mundo que ve cada día todo bueno, porque es más fácil, más sencillo, cómodo y alejado del amor santificador, verdadero y puro, más “divertido”, cuando sin darnos cuenta es en realidad un ser conformista, que no busca crecer ni tener metas sino un atorarse, para en el pasar de los años no ganar nada y perder todo.  Dejando a un lado el haber podido vivir la felicidad y el amor, y entonces sí, la santidad en la presencia de nuestro Padre. 
    Fuente; EducarEsAmar.com    
    Autor: Alan J. Saldaña García

    viernes, 21 de enero de 2011

    La muerte, maestra de vida II


    La vida, de la que tanto se habla, es uno de los dones que más se pisotean. ¿Qué es para ti la vida y el tiempo?
     
    La muerte, maestra de vida II


    Nos vamos a fijar ahora en los efectos que produce la muerte. Recordemos serenamente, fríamente lo que hace con nosotros la muerte.

    En primer lugar, la muerte te separa de todo, es un adiós a los honores, a la familia, a los amigos, amigas, a las riquezas, es un adiós a todo. Por eso, si un día tengo que separarme a la fuerza de todo, es absurdo apegarme desordenadamente a tantas cosas. Cuanto más apegado estés, más doloroso será el desgarrón. El ideal es vivir tan desprendido que, cuando llegue la muerte, tenga poco que hacer.

    Pero lo más importante es que la muerte determina lo que será mi eternidad. Como el fotógrafo fija un momento concreto en una placa, así la muerte fija las posiciones del alma, y del lado que cayeres, izquierdo o derecho, así permanecerás toda la eternidad. Ya no se podrá cambiar nada.
    Aunque hubiera una sola posibilidad entre cien de morir mal, habría que tener mucho cuidado.

    Tratándose del asunto más importante de mi existencia, no puedo andar con probabilidades, sino con certezas. La máximas seguridades son pocas. Ninguno de nosotros está confirmado en gracia, ninguno de nosotros puede afirmar que no se perderá eternamente, ningún santo estuvo seguro de ello durante su vida. Mi situación a la hora de morir quedará eternamente fija, no podrá ya cambiar: me salvé, no me salvé. Será para siempre.

    La muerte, en tercer lugar, cierra el tiempo de hacer méritos. Después que el árbitro toca para finalizar el encuentro de fútbol, no valen las jugadas ni los goles, se ganó o se perdió. Lo que señala el marcador es lo que queda. Si a la hora de mi muerte he ganado pocos méritos, con esos pocos méritos me quedaré para la eternidad. Quedará solo el lamentarse por no haber aprovechado mejor la vida, la única vida que tenía.

    Tú te preparas para un examen, te arreglas para una fiesta. Para el momento del cual depende toda tu eternidad...¿te preparas? ¿Estás preparado en este momento? ¿Estás preparado siempre, o, al menos, casi siempre? ¿Podría morirme tranquilamente este día? Si no, ¿por qué? ¿Me siento preparado para dar ese paso? es decir, ¿he llenado mí vida hasta este momento?

    Conviene no dejar pasar un solo día sin llenarlo de algo grande y bueno, de méritos, porque, de la misma manera que se me han ido de la mano tantos días vacíos o casi vacíos, se me irán en lo sucesivo, si es que no pongo un remedio eficaz.

    Pero, “hay tiempo todavía, no hay por qué preocuparse ahora”. Eso parecería lógico, el no preocuparse, si se supiera el día y la hora. Pero no lo sabes. ¿Quién te asegura que no anda lejos.?

    “Ya me prepararé cuando llegue la hora...” Creo que esto es absurdo, porque hay muertes fulminantes, imprevistas, como la de los accidentes, las repentinas, etc. Hay muchas muertes en que el interesado ni se da cuenta. Y, aunque me quedase mucha vida por delante, y conociese el día de mí muerte, sería imperdonable y estúpido vivir de cualquier manera, porque sería echar a perder esa vida. ¿Qué caso tiene echar a perder toda la vida, menos los últimos días o momentos? ¿La vida es para eso?

    Tenemos una eternidad para descansar y una vida bien breve para trabajar y hacer méritos. Anticipar las vacaciones no es bueno, porque salimos perdiendo. Si la muerte cierra el tiempo de merecer, entonces, mientras tenemos tiempo por delante, habrá que aprovecharlo y no dejarlo ir de las manos. ¡Qué poco apreciamos la vida!. Nos damos cuenta verdaderamente de lo que vale la vida en una enfermedad.

    Dicen muchos que el tiempo es dinero. Que se queden con el dinero. Que es placer. Que aprovechen. Para otros el tiempo es Reino de Dios, es cielo, es eternidad feliz... ¿Qué escoges tú? ¿Qué es para ti la vida y el tiempo?




    La vida, de la que tanto se habla, es uno de los dones que más se pisotean. Al ver cómo viven muchos hombres, uno debe creer que odian la vida y prefieren la muerte.


    Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net

    jueves, 20 de enero de 2011

    ¡Qué fácil es decir gracias!
    El agradecimiento presupone la existencia de alguien que no sólo da sino que se da. ¡Qué fácil es decir gracias para suscitar, sinceramente, lazos de amistad y apoyo entre los hombres! 



    Diariamente recibimos innumerables beneficios que otras personas nos ofrecen. Por ejemplo, un vendedor que nos atiende en su negocio, un peatón que nos cede el paso, un profesor que se esfuerza por dictarnos un curso excelente, y los incontables favores y detalles que obtenemos constantemente de nuestros familiares y amigos.

    También nos encontramos con dones y regalos que parecerían obvios y los damos por descontados: la vida, la salud, la comida, un nuevo día y la propia familia, entre otros.

    Frente a esos favores, servicios o regalos que nos han dado las personas que nos rodean, correspondemos, muchas veces, con ciertas actitudes de indiferencia porque, quizás, nos hemos acostumbrado a ser los destinatarios ordinarios de esas atenciones.

    Con frecuencia nos ahorramos, equivocadamente, el dar las gracias o expresar algún gesto de gratitud ante los detalles y servicios que los demás nos brindan. De esta forma, podríamos ir caminando en nuestro mundo rutinario sin valorar ni apreciar todo lo que continuamente estamos recibiendo de las otras personas, sea grande o pequeño.

    La virtud de la gratitud manifiesta, de forma sencilla, el aprecio y la estima que hemos de tener frente a una persona que busca ayudarnos. El agradecimiento presupone la existencia de alguien que no sólo da sino que se da. ¡Qué fácil es decir gracias para suscitar, sinceramente, lazos de amistad y apoyo entre los hombres!

    Las personas que saben ser agradecidas llaman fuertemente la atención a Dios. Así sucedió con los diez leprosos a los que Jesucristo curó y sólo uno, samaritano, regresó para darle las gracias. Entonces Jesús dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?» (Lc 17,11-19). Desde esta perspectiva, quien sabe agradecer, como el samaritano curado, demuestra que no considera todo como algo debido, sino como un don que, incluso cuando llega a través de los hombres o de la naturaleza, proviene en definitiva de Dios. ¡Qué tesoro se esconde en una pequeña palabra: ”gracias"! (cf. Benedicto XVI, Ángelus, domingo 14 de octubre de 2007).

    La gratitud se eleva a un plano sobrenatural cuando agradecemos a Dios por todos los dones que nos regala ordinariamente. Desde esta óptica, muchos hombres se levantan por encima de las dificultades y contrariedades de la vida para mostrar su gratitud al Señor, aún en medio del dolor, porque saben que Dios puede sacar del mal un bien mayor. Este fue el caso del justo Job que ante la muerte de sus hijos respondió: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea su santo Nombre» (Jb 1,18-21). Nuestra existencia está entretejida de situaciones dolorosas y nos puede costar aceptarlas sobrenaturalmente. Por esto es necesario vivir con la conciencia, como Job, de que Dios está presente en cada momento de nuestra vida, especialmente en las situaciones de sufrimiento (cf. Benedicto XVI, Homilía: encuentro con el mundo sufrimiento, 19 de marzo de 2009).

    En conclusión, la virtud de la gratitud nos “humaniza” porque entraña el respeto y la educación entre las personas. Este precioso don también envuelve, simultáneamente, el acto de dar con generosidad y la actitud de recibir con agradecimiento. De esta forma, la gratitud es fuente de aprecio y estima entre los hombres y nos ayuda a elevar el corazón a Dios.



    ¡Vence el mal con el bien!



    Autor: Diego Calderón L.C. | 
    Fuente:Catholic.net - Virtudes y Valores

    Reflexión de Evangelización Activa

    El pasaje que nos presenta hoy San Marcos nos dice que "una multitud lo seguía". Y nos aclara que lo seguían "porque había sanado a muchos", por eso todos querían tocarlo. Sin embargo, ¿Cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la enseñanza del Maestro, a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera nada en su favor.

    Es triste que todavía entre nosotros los cristianos se repita la misma historia, que la gente continúe buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor de los milagros. Es lamentable que muchas personas, una vez que han recibido la gracia que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una nueva necesidad aparezca en el horizonte de su vida.

    ¿Tú estás buscando que Jesús resuelva tu vida, o buscas vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús?


    Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
    Como María, todo por Jesús y para Jesús.

    Pbro. Ernesto María Caro



    Fuente :Evangelización Activa
    Imagen:Internet

    miércoles, 19 de enero de 2011

    ORACIONES AL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II





    Oh Dios Padre Misericordioso, que por mediación de Jesucristo, nuestro Redentor, y de su Madre, la Bienaventurada Virgen María, y la acción del Espíritu Santo, concediste a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei,  la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio de la Iglesia peregrina, de los hijos e hijas de la Iglesia y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo. Te ruego que te dignes glorificar a tu Siervo Juan Pablo II, Servus Servorum Dei, y que me concedas por su intercesión el favor que te pido... (pídase).  A Tí, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu Santo que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.



    Padrenuestro, Avemaría, Gloria. 

     
     
    De conformidad con los decretos del Papa Urbano VIII, declaramos que en nada se pretende prevenir el juicio de la Autoridad eclesiástica, y que esta oración no tiene finalidad alguna de culto público.



    Oh Trinidad Santa,  te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.  Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.
     
    Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
     

    Con aprobación eclesiástica
    CARD. CAMILLO RUINI
    Vicario General de Su Santidad
    para la Diócesis de Roma




    Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni in Laterano 6/A  00184 ROMA . También puede enviar su testimonio  por correo electrónico a la siguiente dirección: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org


    Juan Pablo II será beatificado el 1 de mayo

    Anunció el Vaticano. La beatificación del pontífice polaco tendrá lugar seis años después de su muerte, ocurrida el 2 de abril de 2005.
    PLAN DE VIDA
    1. Camina alegre entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.

    2. En cuanto sea posible, y sin renunciar a tus convicciones, mantén buenas relaciones con todos.

    3. Escucha con atención a los demás, aún al torpe e ignorante, que también ellos valen mucho.

    4. Aléjate de las personas negativas, ruidosas y agresivas, porque te pueden contagiar su mal espíritu.

    5. Si te comparas con los demás adquieres orgullo y desánimo, porque siempre habrá quien te supere y quien tenga menos cualidades.

    6. Disfruta de tus éxitos y agradécelos a Dios. Mantén el interés por tu profesión, porque ella es un verdadero tesoro. Allí están tus futuros triunfos.

    7. Sé prudente en tus negocios. El mundo esta lleno de engaños y peligros. Pero tampoco andes dudando de todo y de todos. Hay más gente buena de la que tú crees.

    8. Acepta con respeto el parecer de quienes tienen muchos años, consulta con interés también el parecer de la juventud. Lo viejo y lo nuevo dan sabiduría.

    9. Cuidado con demasiada soledad, demasiada fatiga o demasiado afán. Muchas angustias y enfermedades nacen de estos tres excesos.

    10. Procura estar en paz con Dios, vivir en paz con tu prójimo y conservar la paz de tu alma. Esto ayudará a ser plenamente feliz.
    Texto que figura en una placa de una antigua iglesia

    Fuente:webcatolicodejavier.org/

    martes, 18 de enero de 2011

    NO PIERDAS EL AMOR PRIMERO


    "Yo sé todo lo que haces; conozco tu duro trabajo y tu constancia, y sé que no puedes soportar a los malos. También sé que has puesto a prueba a quienes dicen ser apóstoles y no lo son, y has descubierto que son unos mentirosos. Has sido constante, y has sufrido mucho por mi causa. Pero tengo una cosa contra ti: que ya no tienes el mismo amor que al principio."
    (Apocalipsis 2,2-4)


    Empezamos las cosas con fuerza, pero al poco tiempo nos desganamos. Fíjate cuántas personas comienzan unos estudios, un trabajo, un proyecto en su vida, con mucha ilusión y mucha dedicación, pero al poco tiempo se desinflan.

    Lo mismo ocurre con algunos matrimonios, o religiosos, o sacerdotes, que por la propia dureza de la vida terminan rechazando aquello por lo que un día sintieron su corazón vibrar... ¿Por qué aparece el desánimo? Porque perdemos el "amor primero", o sea, la ilusión, la dedicación, la entrega, en una palabra: la vida orientada hacia algo que nos da sentido.

    No es suficiente ser un buen profesional o un buen esposo o esposa, ni una buena o buen religioso o sacerdote. Lo más importante es mantener el amor primero. La presencia del amor primero nos dará todo lo bueno que podamos hacer.

    Cuando veo a un matrimonio que ha perdido el amor primero siempre les digo que recuerden sus años de noviazgo... Cuando un religioso o sacerdote cree que ha gastado inútilmente la vida, les digo que recuerden sus años de seminario donde la ilusión por la entrega era sólo equiparable al amor a Dios. Tenemos que mantener siempre fresco el amor primero.

    Mario Santana Bueno

    Fuente: BUZÓN CATÓLICO
    Imagen: Internet

    Primera Lectura (Lectio Divina)

    Hebreos 6, 10-20
    Hermanos: Dios no es injusto para olvidar los trabajos de ustedes y el amor que le han mostrado al servir a sus hermanos en la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin embargo, que todos y cada uno de ustedes mantenga hasta el fin el mismo fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza. Así, lejos de volverse negligentes, serán ustedes imitadores de aquellos que, por la fe y la paciencia, heredan lo prometido por Dios.

    En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no había nada superior por lo cual jurar, juró por sí mismo, diciendo: Te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la paciencia y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los hombres juran, lo hacen por alguien superior a ellos, y el juramento pone fin a toda discusión. También Dios, cuando quiso mostrar con plenitud a los herederos de la promesa lo irrevocable de su decisión, se comprometió con un juramento.

    Así pues, mediante estos dos actos irrevocables, promesa y juramento, en los cuales Dios no puede mentir, tenemos un consuelo poderoso los que buscamos un refugio en la esperanza de lo prometido. Esta esperanza nos mantiene firmes y seguros, porque está anclada en el interior del santuario, ahí donde Jesús entró, precediéndonos, constituido sumo sacerdote, como Melquisedec.

    + Meditatio
    Que importante es en nuestros momentos de dificultad, cuando la confianza y la esperanza corren el peligro de debilitarse, el recordar que creemos y amamos a un Dios que ha hecho alianza con nosotros y que, como nos lo dice hoy nuestra lectura, sus promesas y juramentos son irrevocables.

    Nos exige únicamente la fidelidad. Ante él están siempre nuestras luchas, nuestras debilidades, nuestros dolores y padecimientos y, recordando su alianza, está siempre listo para socorrernos y mostrarnos el camino. No dejemos que el desánimo nos venza. Dios ha hecho morada entre nosotros, y él peleará con y por nosotros todas nuestras batallas y luchas, hasta que un día, junto con María Santísima, podamos disfrutar de su paz y su alegría perpetua.

    + Oratio
    Tú conoces, Señor, mi corazón y todos mis pensamientos y, al acercarme a ti en oración, sabes de antemano mis luchas, mis debilidades e incluso lo que te voy a pedir y lo que necesito realmente. Amado Jesús, más que cualquier otra cosa, te quiero a ti, quiero tu presencia, quiero tu amistad, tu compañía; enséñame a ser tu amigo y que cada uno de mis días sea iluminado por la seguridad de que estás conmigo por tu fidelidad.

    + Operatio
    Hoy me haré consciente de que Jesús está conmigo todo el tiempo y por lo tanto platicaré con él todo el día, en las tareas cotidianas, a la hora de comer; le pediré opinión de las noticias que reciba, etc. Estaré todo el día con él y él conmigo.


    Fuente : Evangelización Activa

    lunes, 17 de enero de 2011

    Gente importante

    Ante los ojos de Dios, ¿quién es importante? A la luz del amor y de la entrega se ve quién es realmente grande, quién es “gente importante”.
     
    Gente importante

    La prensa nos presenta cada día a hombres y mujeres famosos. Personajes del hoy, esos que escriben la historia con opciones dramáticas y decisivas. Personajes del ayer, a los que recordamos en un aniversario o cuando llega la noticia de su muerte: “Fulanito, director de cine, murió con 93 años”. “Menganito, presidente del gobierno en la crisis X, acaba de dejarnos...”

    Gente importante: empresarios, militares, guerrilleros, pensadores, literatos, deportistas... Gente que ha sido conocida, de la que se ha hablado durante meses o años. Gente que ha dejado huella en la historia.

    Otros muchos, la inmensa mayoría, viven una vida sencilla, oculta, sin ninguna importancia aparente. Son oficinistas encerrados horas y horas en un despacho. Son obreros que ajustan piezas de coches en una fábrica. Son campesinos que miran al cielo en espera de lluvia mientras arrojan la semilla entre los surcos. Son padres y madres de familia que besan a sus hijos, los visten, los cuidan y les dan comida, medicinas y consejos.

    No aparecen en la prensa. No son protagonistas del cine. No ganan premios de fórmula uno o la copa mundial de fútbol. Sin embargo, tejen, con hilos finos, parte de la trama del mundo, pequeñas notas de esa vida hecha de mil colores, penas y alegrías. Sus corazones laten para lo ordinario, y con lo ordinario llenan de esperanza y de cariño la vida de millones de casas y chabolas en casi todos rincones de la tierra.

    Ante los ojos de Dios, ¿quién es importante? Tal vez ese político famoso resulte ser un mezquino y un egoísta, mientras el anciano que ayuda a limpiar la casa de sus nietos brilla con una luz intensa, azul y blanca, entre los ángeles que cantan y las estrellas que suspiran alegrías.

    A la luz del amor y de la entrega se ve quién es realmente grande, quién es “gente importante”. Es importante ese niño al que la policía aparta con violencia mientras pasa un futbolista famoso, porque todas las tardes dedica su tiempo a escuchar a su abuelita. Es importante ese enfermo que reza, con un rosario entre sus dedos hambrientos de justicia, para que el terrorismo y las guerras dejen de hacer llorar a miles de inocentes. Es importante ese señor o esa señora que cada noche, mientras la luna pasea por los cielos, se pone de rodillas, junto a los hijos, para rezar, en familia, una oración que conmueve el corazón de Dios: “Padre nuestro...”

    No vale la pena ser fuego de hojarasca o fulgor de pirotecnia. No sirve para nada tener un lugar en los manuales de historia, en las páginas de la prensa, y no haber dado amor a quien vivía a nuestro lado. Sólo importa darse a otros, ser fiel a la esposa o al esposo, dar cariño a los padres ancianos y a los hijos, al vecino y a ese enemigo que, quizá, necesita sentir el amor de Dios a través del perdón que le ofrece un corazón bueno. 
     
     
    Fuente : Catholic.net
    Autor: P. Fernando Pascual LC 

    Dios mío, que hermoso texto, y bellas palabras, de éste autor!.... va dedicado especialmente para toda  "MI GENTE"... y tambien a todos aquellos BLOGUEROS, que hacen su apostolado, dando ánimos, esperanzas, consejos, alegrías, en sus publicaciones...


     

    domingo, 16 de enero de 2011

    Vivir caminando


    Lo importante no era el dar muchos pasos, ni la velocidad de las zancadas, sino el horizonte que quisimos conquistar con cada uno de ellos.
     
    Vivir caminando

    "El mayor sufrimiento del hombre
    le viene de su falta de visión”
    Juan Pablo II

    Caminamos por esta vida dando numerosos pasos. Pasos que se suman progresivamente y que poco a poco van marcando nuestro itinerario vital.

    Al final de un año, podemos apreciar cuántos pasos hemos dado en nuestras vidas, cuántos de ellos han sido certeros y cuántos han sido dados sin derrotero alguno.

    Cuando se nubla la meta y se difumina ante nuestra vista el fin tras el que corríamos, la ceguera del sinsentido comienza a oscurecernos. Al mirar la ribera de nuestra existencia vemos con asombro la cantidad de pasos perdidos y las huellas sin rumbo. Vemos que, muchas veces, hemos corrido en vano, que hemos andado sin avanzar, que hemos vivido sin amor momentos tan preciosos como fugaces.

    Ahora, con los pies ampollados y doloridos del trayecto recorrido en este año, es cuando comprendemos que lo importante no era el dar muchos pasos, ni la velocidad de las zancadas, sino el horizonte que quisimos conquistar con cada uno de ellos. En medio del crucero del ayer, del hoy y del futuro, percibimos con claridad la necesidad de una mirada amplia que rompa la frontera de lo inmediato y episódico.

    ¿A dónde vamos? Contemplando las huellas dejadas a nuestras espaldas la respuesta, tal vez, será la escarcha incierta del no saber. Podría ser que al plantearnos esta pregunta encontremos que hemos caminado sin una meta clara haciendo de nuestras vidas un laberinto sin rumbo fijo, como minotauros que enredan su propio destino. También podría ser que con alegría y gratitud veamos que los pasos dados están todos, o la mayoría, dirigidos al Cielo y a la eternidad.

    Coloquemos la mirada en el presente. Pensemos el rumbo que queremos para este nuevo paso palpitante y caliente que está en sus inicios. Antes de darlo determinemos bien el destino y la estrella a la que se dirigirá. Así, en los pequeños pasos de cada día, lograremos atravesar la vida con sentido. Como dice José Luis Martín Descalzo, “no se ama todo de golpe: cada día tiene su pequeño amor. Y sólo con muchos pasos de pequeño amor se logra atravesar la noche”.

    Entonces podemos conquistar con ilusión la cima de Dios que tanto anhela nuestro espíritu. Que nuestros horizontes, al ascender, se amplíen cada vez más. Que las pisadas dejadas en el pasado hereden a nuestro presente esperanza y paz. Importa no perder la visión que guíe –parafraseando a Antonio Machado- “el camino que hacemos al andar”.

    Es menester dejar huella en nuestro paso terreno. Pero no una cualquiera, sino una huella que grite rebelión contra la falta de sentido. Una huella que le dé corazón a la humana existencia. Una huella ansiosa por encontrarse con Dios. Una huella que, a pesar de ser terrena, reverbere eternidad. Una huella que llene de luz las penumbras que nos rodean.

     
    Fuente: Catholic.net
    Autor: Pablo Yeudiel González
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