Esta práctica piadosa, en otro tiempo muy difundida entre
los católicos, es un modo simple, pero espléndido, de manifestar
permanentemente nuestra gratitud y amor al Sagrado Corazón, víctima de nuestros
pecados. Y al mismo tiempo, recibimos de Él innumerables beneficios y una
protección extraordinaria.
Es un poderoso Escudo que la Divina Providencia colocó a
nuestra disposición, a fin de protegernos contra los más diversos peligros que
enfrentamos todos los días. Para eso, basta llevarlo consigo, sin necesidad de
hacerlo bendecir, pues el Beato Papa Pío IX extendió su bendición a todos los
Detentes –como más adelante veremos.
El uso del Detente es un medio de expresar nuestro amor
al Sagrado Corazón de Jesús; señal de nuestra confianza en su protección contra
las celadas del demonio y los peligros de todo orden. Basta llevarlo consigo. Así decimos al maligno:
¡Deténte, el Corazón de Jesús está conmigo!
Alto, se detenga toda iniquidad, toda pasión desordenada, todo peligro
que amenaza desde el exterior o interior, porque el Corazón de Cristo me
protege. Y además le decimos también al Señor: Te amo, en ti confío, haz
mi corazón similar al tuyo!
Además, el Detente nos ayuda a recordar continuamente las
promesas del Sagrado Corazón de Jesús; es un símbolo de nuestra total confianza
en la protección divina, una señal de nuestra permanente súplica y fidelidad a
Nuestro Señor y un pedido de que Él haga nuestros corazones semejantes al suyo.
Hoy la vida está llena de peligros y de insidias. ¿Por
qué no recurrir al escudo del Sagrado Corazón? Lo podemos llevar con
nosotros, en la billetera, en la cartera, en el bolsillo, al lado de la foto de
nuestros seres queridos, en la mochila que los niños llevan a la escuela,
lo podemos colocar en nuestra casa, en los lugares de trabajo o de descanso. Así
tendremos en cuenta la afirmación de San Paolo: “Si Dios está con nosotros,
quién estará contra nosotros”. (Rom 8,31) No existe peligro del cual Jesús no
pueda salvarnos. Y si llegan las dificultades y problemas por su divina
voluntad, este escudo representará igualmente nuestra fidelidad a los diseños
de la Divina Providencia, en la seguridad de que no seremos abandonados
nunca.
INDULGENCIA
El Beato Pío IX concedió aprobación definitiva a la
devoción del Detente, diciendo: “Voy a bendecir este Corazón, y quiero que
todos aquellos que fueron hechos según este modelo reciban esta misma bendición”.
El Papa Pío IX le concedió en el año 1872, una
indulgencia de 100 días una vez al día a todos los fieles que usaran alrededor
de sus cuellos este emblema piadoso y rezaran un Padre Nuestro, Ave María y
Gloria. (Preces et pia opera, n. 219).
Haz los escudos tú mismo.
Puedes hacerlos tú mismo, es muy simple, imprime los
escudos en papel común con una impresora a colores, luego los pegas en cartones
para que sean más resistentes, y los proteges con papel celofán.
Están ya bendecidos, no necesitan nada más
Están ya bendecidos, no necesitan nada más
Fuentes:
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