Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

sábado, 31 de agosto de 2013

Tus brazos y mis brazos



Los tuyos, María, siempre abiertos
 
Los míos, de vez en cuando, cerrados
 
Tus brazos, María, sosteniendo y animando
 
Los míos, en algunas ocasiones, echando peso
 
Tus brazos, María, aguardando
 
Los míos, a veces, desesperados
 
Los tuyos, Virgen María, acariciando
 
Los míos, queriendo o sin querer, arañando
 
Tus brazos, María, contemplando a Cristo
 
Los míos, María, perdidos en cosas secundarias
 
Los tuyos, María, arropando y acunando
 
Los míos, María, vacíos y egoístas
 
Los tuyos, María, acompañando al que sufre
 
Los míos, María, volcados en sí mismos
 
Tus brazos, María, elevados hacia Dios
 
Los míos, María, buscando las cosas de cada día
 
Tus brazos, María, empujando hacia adelante
 
Los míos, María, cansados de la lucha de cada jornada
 
Tus brazos, María, reconfortando 
 
Los míos, María, abatidos y deseando ser abrazados
 
¿Dónde el secreto de tus fuertes brazos?
 
¿Dónde la fuerza que los mantiene eternamente abiertos?
 
¿Dónde el secreto de su ser divino?
 
No me lo digas, María, ya lo sé:
 
Tus brazos son prolongación
 
de aquellos otros brazos
 
que nos aguardan en el cielo: los de Dios.
Amén.


Padre Javier Leoz

viernes, 30 de agosto de 2013

Tal como eres



En un mundo de comparaciones y conformidad, preséntate tal como eres, demostrando lo que sientes..

No trates de gustar a todos, es un desgaste inútil, que no valora nadie...
Porque siempre estarán demandando más…  y más…
Solo quienes te quieren, te valoran y te aceptan como eres..

Disfruta el honor a tu propia verdad,del valor de ser tú mismo,
arriésgate a comunicar tus emociones.

Comparte tus debilidades, tus temores, tus dudas, e inseguridades; tus sueños..

Deja que los demás te conozcan como eres,permitirte el valor de ser tú mismo.

De reconocer que eres una persona maravillosa, única, sincera, honesta, comenzando por ti mismo.

celebrandolavida.org

jueves, 29 de agosto de 2013

Tal vez porque...



Tal vez porque sentí una y mil veces en mí, la debilidad humana, que me hizo morder el polvo, entonces es que me siento cercano y comprensivo de las miserias de los otros.

Tal vez porque puedo experimentar el cariño de mucha gente, entonces puedo saber que el amor de Dios es grande, pues se encarna a través de esas pequeñas muestras.

Tal vez porque muchas veces me sentí perdonado, entonces pude abrir mi corazón para saber perdonar a todos los que me hirieron.

Tal vez porque desperdicié mucho tiempo, en cosas intrascendentes, entonces ahora, me pesa cada minuto que pierdo, y valoro cada instante de esta vida que Dios me ha concedido.

Tal vez porque vi a mi querida Patria, sufriendo los desatinos de sus autoridades, entonces comprendí que debo pensar en mis deberes cívicos.

Tal vez porque en mi hogar, nunca sobró ningún bien material, entonces ahora sé el esfuerzo que cuesta conseguirlos.

Tal vez porque vi la santidad y el heroísmo oculto de muchas personas, que se jugaron por lo que creían, entonces conocí el valor de los ejemplos, que dicen más que mil palabras.

Tal vez porque, lo que leí sobre la historia del hombre, me enseñó de sus grandezas y de sus miserias, entonces comprendí que dentro de nosotros, somos capaces de la ruindad o la magnanimidad.

Tal vez porque observé muchas obras inconclusas, con su carga de fracasos y frustraciones, intuí que la constancia, es el sostén de toda obra perdurable.

celebrandolavida.org

miércoles, 28 de agosto de 2013

La violencia que nace del deseo de poseer.

Meditación
 
La violencia que nace del deseo de poseer.
 
«¿De qué manera el Señor guía a la comunidad cristiana a una lectura más profunda de la historia? Antes de todo invitándonos a considerar con realismo el presente que estamos viviendo. El Cordero abre entonces los cuatro primeros sellos del libro, y la Iglesia ve el mundo en el cual está insertada, un mundo en el que existen varios elementos negativos. Existen los males que realiza el hombre, como la violencia, que nace del deseo de poseer, de prevalecer unos sobre los otros, al punto de llegar a asesinarse (segundo sello); o la injusticia, porque los hombres no respetan las leyes que se han dado (tercer sello). A estos se agregan los males que el hombre tiene que sufrir, como la muerte, el hambre, la enfermedad (cuarto sello). A estas realidades, muchas veces dramáticas, la comunidad eclesial viene invitada a no perder nunca la esperanza, a creer firmemente que la aparente omnipotencia del maligno choca con la verdadera omnipotencia que es la de Dios» 
(Benedicto XVI, 12 de septiembre de 2012).


domingo, 25 de agosto de 2013

Saber agradecer



Siempre es buen momento de tener un recuerdo agradecido...

Son muchos quienes a lo largo del tiempo han dejado su huella en ti.
Experiencias sobre las que puedes recordar nombres.
Quizá algunos te hayan lanzado a una aventura para sacar algo de ti
y despertar tu "yo dormido", conseguir aquello que te parecía imposible, cambiar, crecer y madurar.


Descubrir en ti las huellas de "otros amigos" encontrados a lo largo del camino,
todo esto es motivo de alegría y gratitud.
Es motivo de gratitud el que hayas podido experimentar a Dios, creer en la vida y en tu capacidad de encuentro, creer que alguien haya podid ayudarte a descubrir lo mejor que existe dentro de ti.

Agradece a:

Aquellos que desde su manera de ser, te ayudaron a ser más humano, más sencillo, más sensible a las cosas de Dios.
Aquel que inesperado y oportuno supo escucharte comprensivo.
Aquellos con quienes compartiste tus ratos de juego.
Aquel que te ayuda a develar tu riqueza interior.
Aquel que con su gran bondad te hizo ser sencillo.
Aquel que descubriste un día y "se quedó en ti".
Aquel que corrigiéndote con cariño te hizo caminar.
Aquel que con su vida incansable te animó a luchar.
Aquel que sin cansancio siempre espero lo mejor de ti.
Aquel que te exigía siempre haciéndote crecer en la grandeza.
Aquel que te hace sentir importante cuando necesita de ti.
Aquel que estando lejos lo sentiste cerca.
Aquel que con su desacuerdo te hace descubrir tu verdad.
Aquel que sabes que te quiere y siempre te espera.
Aquel que siempre te anima a ver lo positivo.
Aquel que te quiere como eres animándote a crecer.
Aquel que con su necesidad de ti hizo que te sintieras "único".
Aquellos que con su experiencia interior
te ayudaron a conocer a Dios...

celebrandolavida.org

sábado, 24 de agosto de 2013

La oración del "HÁGASE"


Maria rosa

Elegir la mejor parte en la oración

La oración es pedir pero sobre todo acoger como María. Es un estar en la presencia de Dios con la disponibilidad del corazón y de la voluntad para dejarse hacer por Él, dejarse caminar por su Palabra, y dejarse amar por el Espíritu de Amor.
Muchas veces buscamos el protagonismo, nos preocupamos de los sentimientos, de las dificultades y distracciones. Queremos recoger frutos concretos, salir contentos de la oración. Pero no es lo más importante de la oración. Lo que realmente transforma en la oración es la acción de Dios. Él es el verdadero protagonista y por lo mismo, elegir la "mejor parte" es ceder a Él el protagonismo del encuentro.


Hágase en mí tu presencia

Vivo en medio de un mar de ruidos, de personas, de actividad y no encuentro el silencio de tu presencia. Siento una soledad que no sé expresar en palabras. Lo tengo todo, pero no tengo nada. No tengo nada y quiero tenerlo todo. Necesito de tu presencia más que el sol y la luz del día.
Hágase en mi tu presencia, aquí está tu esclavo y esclava. Quiero tener mis ojos fijos en tus manos (Sal. 122, 2), quiero estar atento a tus gestos. Hágase en mi tu presencia, yo no me pudo presentar, me siento indigno, por eso te pido que tu presencia se haga en mí, se descubra, se desvele en lo más profundo de mi corazón. Con María, ¡hágase en mí tu presencia!

Hágase en mí tu amor

Mi corazón camina como peregrino por este mundo en busca de la tierra prometida. Siento el calor y el frío del desierto. Siento el hambre y el cansancio. Me cuesta caminar, me pesa mi infidelidad. No sé amar y no sé si alguna vez aprenderé a amar con pureza. Quisiera que este corazón de piedra (Ez. 11, 19) se volviese de carne como el tuyo y entonces sí podría amar, sí sabría amar, si quisiera amar. Con María, ¡hágase en mí tu amor!

Hágase en mí tu ternura

Te pienso cada día, te admiro, te adoro, te alabo Señor. Mi experiencia tuya es tan limitada. Leo el Evangelio y siento envidia. Tantos personas que sintieron tu mano tocando la suya, ojos que contemplaron el cielo al ver los tuyos. Oídos que escucharon la música de tus palabras de vida eterna. Quiero sentirme seguro en tu regazo, en tu barca. Aunque duermas y haya tormenta (Mt. 8, 24), quiero sentir tu presencia tierna que me vela, me protege y me acompaña cada día y cada noche. Con María, ¡hágase en mí tu ternura!

Hágase en mí tu fuerza

La debilidad es compañera y recuerdo de que estamos de paso en esta vida. Me siento desfallecer ante tantos retos, luchas, desánimos. Necesito que seas mi sostén, que salgas en mi búsqueda. Que pueda pastar en los campos del mundo con confianza porque Tú, Buen Pastor, saldrás en mi búsqueda (Mt. 18, 12) y tu cayado será mi fortaleza. Mi debilidad necesita un sostén. Mis límites piden un Redentor, una seguridad, una roca donde estar firme (Sal 31, 4). Con María, ¡hágase en mí tu fuerza!

Hágase en mí tu humildad

La vida me enseña que el camino de la fortaleza pasa por la debilidad (2 Co. 12, 10), que la humildad no sólo es una necesidad sino que es camino de vida. El campo de mi vida tiene que estar sembrado por semillas de humildad para poder dar fruto de vida eterna (Mt, 13, 3-9). Tu vida fue un someterse voluntariamente y amorosamente a la Voluntad del Padre. Tu encarnación fue un acto de humildad por amor a los hombres. Nos enseñaste que tu Corazón es humilde y manso (Mt. 11, 29). Quiero ser yo también imagen tuya para el mundo, debilidad que dé fruto y santifique. Con María, ¡hágase en mí tu humildad!

Hágase en mí tu dolor

Tu vida fue un ascenso continuo hacia la cruz. Deseabas ardientemente recibir ese bautismo (Lc. 12, 50) porque sabías que era para borrar nuestros pecados. Tú dolor fue mi dolor porque tomaste sobre tus hombros lo que me correspondía. Tu dolor es mi dolor porque al ver tanto amor en tu Corazón y tanta ingratitud en el mío sufro. Pero este sufrimiento todavía no es puro, necesita ser tocado por el tuyo más profundamente, más intensamente, más amorosamente. Desde lo alto de la cruz nos perdonaste (Lc. 23, 34). Desde ese lugar privilegiado te dejaste robar el Corazón por un ladrón que reconoció tu inocencia y tu dolor redentor (Lc. 23, 39-43). Desde tu trono de gloria, miraste a tu Madre y nos la donaste como tu última voluntad. Con María, de rodillas, yo te pido, ¡hágase en mí tu dolor!

Y a ti María...

Y a ti María, Madre del amor más hermoso, Madre del Redentor y Madre mía, te pido que se haga en mí según tú palabra y tu vida. Que mi corazón sea un reflejo del tuyo; que me enseñes tus actitudes y tus virtudes. Pero si tengo que pedirte algo, es que me enseñes a pronuncia cada día, desde mi dolor, silencio y vacío: ¡HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA!

Madre María y niño 


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