De mi confianza cuando la deposito en Ti
y me alejo de los que me prometes otros
paraísos.
¿Qué me das, Señor, a cambio?
De mi seguimiento y de mi fidelidad,
de mi silencio o de mi reconciliación,
de la ofrenda de mi vida o de mis
esfuerzos.
¿Qué me das, Señor, a cambio?
De mi fe,
aunque sea débil y hasta interesada.
De mi constancia,
aunque a veces me quede por el camino.
De mi audacia,
aunque en momentos piense más en mí que
en Ti.
¿Qué me das, Señor, a cambio?
¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna,
frente a esta efímera?
¿Tal vez tus palabras verdaderas
en contra de las falsas que me rodean?
¿Tal vez tu mano cuando otras me
abandonan?
¡Necesito que me des tanto, Señor!
Tu presencia, cuando me encuentro
huérfano.
Tu luz, cuando la oscuridad eclipsa mi
esperanza.
Tu cielo, cuando sólo veo tierra y más
tierra.
Tus mandamientos, cuando construyo una
vida a la carta.
Tu respuesta, cuando ya nadie me escucha
ni me responde.
¡Dame, Señor, sobre todo tu persona!
Que temo no encontrarte en la dirección
por donde busco
o, tal vez, hacerme un “dios” a mi
medida.
Que temo encontrarte demasiado rápido,
sin cambiar mis días en poco o en nada.
Que temo confundirte con otros señores
y disfrazarte de comodidad y de riqueza,
de orgullo y de existencia del todo
fácil.
Ven a mi encuentro, Jesús,
y aléjame de todo aquello que me impide
ser tu testigo,
de todo aquello que me aleja de tu
reino,
de todo aquello que me confunde y me
degrada,
de todo aquello que, simplemente, no
eres Tú.
Amén.
P. Javier Leoz
celebrandolavida.org
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