Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

sábado, 29 de febrero de 2020

Porque Satanás no puede hacer nada ante María


Aunque el Rosario no sea obligatorio para nuestra salvación, es un medio rápido y efectivo para alcanzarla. ¿Por qué? Porque rezar el Rosario es estar con la Santísima Virgen María. Y la Palabra de Dios nos recuerda que más que cualquier otra persona fuera de Jesús, María es intocable e insoportable para Satanás. 

En el Santo Nombre de María, el diablo con todas sus trampas y tentaciones, ya ha huido muy lejos, muy lejos de nosotros, porque, por la naturaleza misma del tipo de vida que ha elegido, no puede soportar el don de Dios, y eso es exactamente lo que es la Santísima Virgen, ya que está "llena de gracia". En cierto sentido, María es la encarnación, no de Dios mismo, sino del don y la bondad de Dios. 

Para el diablo, y para todos los espíritus demoniacos, la compañía de María es un dolor cegador, una luz que han rechazado y que los hace revolverse.
El Rosario nos promete eso: la gracia de estar en compañía de la Santísima Virgen María, donde sea que esté y a la hora en que lo necesitemos. Al rezar el Rosario, rezamos a Dios de una manera única y efectiva, porque María representa todo lo que Dios es. Por esta razón siempre comenzamos y terminamos con el crucifijo (el Redentor) y el Signo de la cruz (la Trinidad). 

Al comienzo del Rosario, rezamos el Credo, que nos hace entrar en el cuerpo místico de Dios: la Iglesia Católica en la tierra, en el purgatorio y que se extiende gloriosamente a través del tiempo y el espacio y más allá. De esta manera recordamos que nunca estamos solos, sino con todos los héroes de la Historia Sagrada, unidos con nosotros a la Madre del Cuerpo Único del Hijo. 

Cada decena se enfoca en un misterio: un "misterio" no es algo incomprensible, sino que tiene un gran significado, ya que siempre contiene algo más que comprender y experimentar en lo que se ha revelado. (...) Por eso el Rosario trae un bálsamo eficaz a los angustiados y deprimidos: la contemplación de los misterios nos aleja de nosotros mismos y de los límites que nos imponemos a nosotros mismos y al mundo, y nos hace participar en el mismo misterio que contemplamos. Todo lo que experimentamos se coloca en su verdadero contexto: el amor de Dios



Padre Joshua Miechels, Comunidad de Emmanuel en Sídney, Australia; 10 de diciembre de 2019:  Catholic Weekly




viernes, 28 de febrero de 2020

Oración para el Evangelio de hoy


Mi Dios, gracias por la vida y el amor, por las bendiciones que has derramado sobre mí que me han ayudado a crecer en generosidad abriendo mi corazón.

Necesito de las armas que me has dejado: ayuno, oración y penitencia para que mi espíritu se haga fuerte y no caiga en las oscuras trampas del mundo.

Ha llegado el momento del practicar el poder del ayuno y retomar mi vida de oración. Tu fuerza espiritual presente en cada Eucaristía me ayudará en este camino.

Quiero vigilar mi alma a tiempo y destiempo, porque para el enemigo malo, todo momento es propicio para verme caer y desviarme de tu Reino de vida.
Oh mi Señor, protégeme de toda maldad que me aceche. 

Que tu Espíritu me acompañe en mis luchas y no me deje rendir en el momento de la prueba

Toma el control de mi vida. Te entrego cada uno de mis sueños. Haz que mi corazón se serene y mis pensamientos se equilibren entre la fe y la razón.

Ven, amado de mi alma, dulce huésped celestial, dame la valentía y la fuerza para salir victorioso de los embates del mundo que buscan ensimismarme.

Dame un corazón nuevo, generoso y abierto a la compasión para que pueda colaborar en tu proyecto de redención y ser dadivoso en retribución. 

Amén

miércoles, 26 de febrero de 2020

SAN ANDRÉS BESSETTE, EL MÁS GRANDE DEVOTO DE SAN JOSÉ




San Andrés Bessette, llamado el hermano Andrés, es el primer santo de Canadá, el más grande devoto de san José, el que ha construido la gran basílica u Oratorio de San José en Montreal en honor del santo, que tiene la cúpula más grande del mundo, después de la iglesia del Vaticano. Fue un gran taumaturgo, pues durante su vida, y después de su muerte, hizo miles de curaciones extraordinarias, muchas de ellas milagrosas.

Por el Padre Ángel Peña OAR

SU DEVOCIÓN A SAN JOSÉ

La devoción a San José la recibió el hermano Andrés de su madre y en su propia Congregación era como una herencia recibida de su fundador el padre Emilio Moreau.
El hermano  fomentó la devoción a San José desde niño y se pasaba mucho tiempo en oración en la iglesia delante de una imagen de San José, José fue su santo predilecto después de la Virgen María. Ante cualquier dificultad acudía a él.
Le gustaba hacer procesiones con su imagen, poner papeles escritos debajo de su imagen y curar a los enfermos con medallas de san José bendecidas por un sacerdote y con el aceite que había ardido ante su imagen. Él aconsejaba que, cuando hubiera pleitos judiciales, enviaran una medalla de san José a los abogados de la parte contraria o al juez.
A un viajante de comercio le aconsejó tener una medalla de san José en la mano, cuando fuera a visitar a sus clientes. Él, por su parte, acostumbraba llevar en el bolsillo una pequeña imagencita de san José y, riéndose, decía que tenía a san José en el bolsillo. 

Sor Leblanc refiere: Cuando yo le pedía por ciertas cosas temporales, me decía: “Tal cosa es difícil de conseguir, pero tome una medalla de san José en su mano, cuando vaya a tratar con esas personas. Y, si es posible, envíe a esas personas una medalla de san José por adelantado. 

Felipe Erard declaró: En una inundación, mi tienda quedó destruida. El hermano Andrés me dijo regañándome: “Has tenido poca fe. Deberías haber echado una medalla de san José a las aguas, cuando se acercaban, y te hubieras salvado” 

El señor Gadbois afirma: Un día le hablé al hermano Andrés de mis dificultades en el negocio. Él me dijo: “Toma papel y escribe: Buen san José, haz por mí lo que harías si estuvieras en la tierra en mi lugar. Tengo una numerosa familia y un negocio difícil de administrar. Escúchame”. Después me recomendó dejar el papel al pie de la imagen de san José y todo se solucionó.

El mismo hermano Andrés acostumbraba a escribir sus intenciones en unos papeles y los colocaba debajo de la imagen de san José.

A este respecto el padre Oseas Coderre dice: Recuerdo que en un caso de epidemia en el colegio de Saint Laurent, los religiosos le consultaron al hermano Andrés y él recomendó hacer una procesión con la imagen de san José por todas las salas y lugares del colegio, rezando. Al día siguiente, la epidemia disminuyó sensiblemente y a los dos días había desaparecido. Lo mismo sucedió en el colegio de nuestra Señora. El hermano Andrés vino a rezar con nosotros, llevamos en procesión una imagen de san José, rezando el rosario, y la epidemia desapareció. 

Otra cosa que recomendaba era hacer triduos o novenas en honor del santo.

Sugería decir oraciones fáciles como: San José ruega por mí como hubieras orado, si hubieras estado en mi lugar y con mis problemas. Por otra parte aconsejaba siempre a los enfermos frotarse con una medalla de san José sobre sus ropas, en la parte enferma de su cuerpo, y él mismo también los frotaba algunas veces. 

Cuando los enfermos se curaban, les pedía algún ex-voto (una ofrenda), como las muletas u otros aparatos que habían usado, para dejarlos en la capilla como recuerdos del poder de san José y aliento para fomentar la fe de otros.
El hermano Andrés se consideraba el perrito de san José. Y decía: A Jesús por María y José. Normalmente decimos: A Jesús por María. Él lo completaba con san José para que la Sagrada Familia estuviera siempre unida. 

Alguien podría preguntar: ¿Por qué necesariamente para curar debía hacerse con medallas de san José y con aceite de san José? Evidentemente es cuestión de fe. El hermano Andrés sembró de medallas de san José el terreno de la montaba de Mont-Royal antes que lo comprara su Congregación y, cuando ya lo compraron, iba de paseo con los alumnos y también dejaba caer alguna medalla por el camino para pedir a Dios por intercesión del santo que pudiera hacerse una capilla en su honor. Todo es cuestión de fe, como la curación con el pan bendito de san Antonio de Padua, o el pan de san Nicolás de Tolentino o las rosas de santa Rita o las medallas de María Auxiliadora que usaba san Juan Bosco. 

Sin embargo, aclaremos que para él lo primero era el amor a Jesús Eucaristía y a Jesús en su pasión. Aconsejaba mucho rezar el Viacrucis; y después el amor a María, nuestra Madre. Rezaba varios rosarios cada día.




Gracias por la información BMGR, ! :)
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