Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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ACI prensa

La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. http://la-oracion.com

jueves, 30 de junio de 2011

¿Para qué sirve la oración?


Vida para el espíritu y medio de comunicación con Dios.
Si quieres que una planta tenga vida, debes regarla. Si deseas mostrar que quieres a una persona, debes decírselo. Si cortas las raíces de un árbol, el árbol se muere. Eso pasa con la oración. La oración es vida para nuestro espíritu y es el medio para decirle a Dios: Te amo.

Si consideras tus esfuerzos por ser santo, tu vida espiritual y tu relación con Dios como una amistad íntima con Él, verás que la oración debe ser algo natural y obligatorio en tu vida.

Dios es el primero que te quiere escuchar; nos lo ha dicho en el Evangelio. Está allí en la Eucaristía día y noche esperándote; es el primero que se interesa por ti y tus cosas, pues fue Él quien te creó.

Dios quiere que le hablemos, que le platiquemos mucho, y la Iglesia nos ofrece varias maneras de lograrlo. La oración brota de tu corazón cuando tienes una petición personal, una cosa triste, alegre o de lo ordinario que contar a Dios.

Hay oraciones que ya están hechas, y nos ayudan a encontrar las palabras que queremos decir. Muchas veces, después de rezar estas oraciones, no nos importa hacerlo de nuevo en el futuro, porque vamos identificándonos con cada palabra. La oración en comunidad nos une a todos y nos hace sentir una familia entorno a nuestro Padre celestial.

Cuando ves que tu vida de oración y unión con Dios va creciendo, vas a encontrar que tu humildad, tu caridad y tu fe se aumentan también; estás son las virtudes que necesitas y recibes cuando hablas con tu Creador y Amigo. Lo bueno de la oración es que puedes pedir por otros también, y Dios siempre escucha lo que dices. Lo más importante, sin embargo, es saber sacar fuerzas –para ti y para otros– para escalar la montaña de la santidad sin cobardía.

Para profundizar:
Catecismo de la Iglesia Católica: 2558 - 2863
“Para salvarte”: 44,1 - 44,6

La oración nos permite entrar en contacto íntimo y personal con Dios. Como cualquier relación personal a través de diálogo y trato frecuente se puede conocer y amar a la otra persona, así la oración para el cualquier cristiano es un medio de comunión con Dios donde se le va conociendo y descubriendo cada día.
Catholic.net

Las imágenes de los doce apóstoles

Cómo se representa iconográficamente a los Apóstoles, a luz de la Escritura y de las tradiciones cristianas
 
Las imágenes de los doce apóstoles
Las imágenes de los doce apóstoles
¿Nunca te preguntaste, al ver las imágenes de los Doce Apóstoles, por qué Simón empuña un serrucho? ¿O por qué Juan en ocasiones sostiene entre sus manos una copa? Para responder estas preguntas y otras similares, hemos querido confeccionar esta humilde «Guía Iconográfica» de los Apóstoles. Bajo un nombre tan pomposo, se esconde algo muy sencillo: una pequeña ayuda para poder interpretar las imágenes de los Apóstoles, a luz de la Escritura y de las tradiciones cristianas.

Hemos hablado de tradiciones cristianas. ¿A qué nos referimos, exactamente? La Sagrada Escritura nos proporciona bastante información acerca de algunos de los Apóstoles de Jesucristo (por ejemplo Pedro y Juan), pero escasa -o casi ninguna información- acerca de otros. Es lógico que ya desde los primeros siglos, la piedad cristiana quisiera llenar esa laguna mediante una abundante literatura apócrifa, formada sobre todo por las passiones o gesta martyrum.

Se trata de una especie de "ficciones novelescas", de un "valor relativo" desde el punto de vista estrictamente histórico, pero muy valiosas sobre todo por contribuir mucho a la piedad, a condición de que no se les puedan poner reparos de otra índole, por ejemplo, contra la ortodoxia", y por su belleza literaria, ars sacra recogida incluso en la Liturgia ("se toman textos particularmente bellos para las antífonas y responsorios"(*)). De esos textos proceden muchos de los datos que explican la representación iconográfica de algunos santos de los primeros siglos.


- San Juan
- San Pedro
- San Bartolomé
- San Felipe
- San Mateo
- Santiago el Menor
- Santiago el Mayor
- San Andrés
- San Judas Tadeo
- San Matías
- San Simón
- Santo Tomás

Autor: Alejandro E. Pomar | Fuente: La Biblia on line

miércoles, 29 de junio de 2011

Pedro y Pablo


Pedro y Pablo: dos personas muy diferentes, dos historias muy distintas, dos «conversiones» que nada se parecen (la de Pedro duró tres años; la de Pablo, un instante), dos apostolados que empiezan siendo muy diferentes, pero que cada vez se van pareciendo más, hasta quedar unidos en el martirio en Roma, bajo Nerón.

Pedro se había retirado a Galilea después de la muerte de Jesús, pero la resurrección lo hizo volver a Jerusalén, a reunir a la comunidad mesiánica y esperar la venida del Hijo del hombre. Pero el Hijo del hombre venía como rey de todos los pueblos; por eso, Pedro reconoció desde el principio la misión que Cristo había confiado a Pablo.

Con tiempo vio Pedro cómo la comunidad se extendía por una vasta geografía y se fue haciendo presente por todas partes donde había cristianos. Había experimentado la obra de Dios en el apostolado de la circuncisión, es decir, conversión de los judíos y encarrilamiento de los paganos por la senda de las prácticas judías. Así se habían de cumplir -creía él- las profecías sobre la venida de todos los pueblos a Jerusalén.

Pablo, en cambio, y toda la Iglesia de Antioquía, iban más allá. Habían visto la obra desbordante del Espíritu entre los paganos, sin que dejaran de serlo. Fueron, con el testimonio de esta obra de Dios, a Jerusalén, a buscar el acuerdo de los apóstoles y salvar así la unidad de la Iglesia. Santiago, el eterno judaizante, y Pedro y Juan reconocieron que la dirección de la Iglesia pasaba por encima de ellos, y se rindieron a la obra creadora del Señor, que de las piedras saca hijos de Abrahán.

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 836 s.
www.merca.org

martes, 28 de junio de 2011

Verdades olvidadas

La gracia. 
El hombre que vive en gracia de Dios tiene al mismo Dios habitando en su alma. En cambio quien está en pecado mortal pertenece a un reino inferior y ve las cosas solo en forma natural y no sobrenatural.
Por eso quien vive en pecado no entiende las cosas de Dios e incluso persigue a los santos y a los elegidos del Señor, porque la soberbia le impide ver lo que un alma en gracia ve claramente.
Si miramos cómo está el mundo hoy, nos daremos cuenta que la crisis es una crisis de gracia, porque muchísimos son los que están privados de la gracia santificante y entonces son hombres carnales, más cercanos al reino animal que al Reino de Dios.
Cuando perdemos un objeto de valor nos preocupamos y revolvemos cielo y tierra para encontrarlo. Pero cuando por el pecado mortal perdemos la gracia de Dios, lo tomamos como cosa de nada, siendo que es lo más importante, nuestro más valioso tesoro, sin el cual no valemos nada ante Dios. Porque la gracia es lo que nos hace hijos de Dios, ciudadanos del Cielo y herederos de la felicidad sin fin.
Cuando perdemos la gracia, lo hemos perdido todo, ya que inútilmente el Padre nos ha creado, el Hijo nos ha redimido y el Espíritu Santo nos ha santificado, puesto que ya sin la gracia no valemos nada.
Cuidemos este tesoro de valor incalculable, en nosotros y en los hermanos, y busquemos por todos los medios aumentar la gracia en nosotros a través de los Sacramentos, la oración y las buenas obras, y hagamos que nuestros prójimos también crezcan en gracia, y la recuperen si la han perdido.

lunes, 27 de junio de 2011

El síndrome de la maledicencia

Perdonarnos y amarnos: ese será el mejor remedio para erradicar el síndrome de la maledicencia.

El síndrome de la maledicencia


Cada epidemia provoca un auténtico terremoto en el mundo de la medicina y en la vida de miles (quizá millones) de personas.


Podríamos preguntarnos si no existen también "epidemias" en el mundo del espíritu. Pensemos, por ejemplo, en el chismorreo, en los insultos, en la calumnia. En cuestión de pocos días (a veces en pocas horas) un hombre o una mujer pierden su fama, el afecto de sus amigos o conocidos, incluso tal vez de sus familiares más cercanos.


Todo inicia con una alusión que alguien susurra en un rato de cotilleo. Luego, la suposición se convierte en sospecha. Alguno hace de la sospecha certeza, y la certeza (fundada a veces sólo en una mezcla de imaginación, mentiras y rencores profundos) se propaga como la peste, como el SARS: ¡qué difícil es detener la maledicencia o la calumnia!


Los cristianos deberíamos actuar contra cualquier nuevo brote de maledicencia con firmeza. En algunas situaciones deberíamos ser tan firmes y tajantes como los médicos que luchan contra reloj para cortar el avance de un nuevo virus. Un virus puede destruir una vida, y eso es muy grave. Pero sólo quien ha sufrido el veneno de la calumnia, quien se ha visto insultado, señalado, abandonado por culpa de una mentira que corre veloz de boca en boca, o de una a otra página o foro de internet, puede comprender que hay formas de muerte moral más dolorosas que la misma enfermedad física.


¿Podemos tomar medidas radicales, firmes, profundas, contra la mentira, el chismecillo, la calumnia espontánea o promovida de modo organizado y sistemático?


La primera cosa que podríamos hacer es mirar nuestros corazones. Si guardamos rencores, si la envidia asoma de vez en cuando su cabeza repugnante, hemos de pedir a Dios un corazón bueno, que sepa perdonar, que sepa amar. Quien no ama a su hermano no puede amar a Dios (1Jn 4,20). Del corazón malo sólo salen malas cosas. El virus de la calumnia se origina en mentes que viven fuera del Evangelio, en fuentes incapaces de ofrecer el agua del amor (St 3,10-18).


Por lo mismo, hemos de decidirnos a no ser nunca los primeros en lanzar una crítica contra nadie. ¿Para qué voy a decir esto? ¿Es sólo una imaginación mía? ¿Me gustaría que alguien dijese algo parecido de mí?


Al contrario, necesitamos aprender a ser ingeniosos para alabar y defender a los demás. Esto es posible si tenemos un corazón realmente cristiano, bueno, comprensivo, misericordioso. En ocasiones veremos fallos, pero el amor es capaz de cubrir la muchedumbre de los pecados (1Pe 4,8). Cuando sea posible, podremos corregir al pecador, pero siempre con mansedumbre, como nos enseña san Pablo: "Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo" (Ga 6,1-2).


Después, como ante una epidemia grave, hemos de levantar una barrera firme, decidida, contra cualquier calumnia. Nunca divulgar nada contra nadie, mucho menos una suposición, una mentira como tantas otras lanzadas por ahí (a través de la prensa, de internet, a viva voz). Incluso cuando sepamos que alguien ha sido realmente injusto (lo sepamos por haberlo visto, no sólo de oídas), ¿para qué divulgarlo? ¿Es esto cristiano? ¿No es mejor amonestar a solas al hermano para ver si puede convertirse, si puede cambiar de vida? Tendríamos que ser firmes como muros: delante de nosotros nadie debería poder hablar mal de otras personas.


De un modo especial deberíamos defender el buen nombre del Papa, de los obispos, de los sacerdotes, de todos los demás bautizados. Todos somos Iglesia. El amor debe ser el distintivo de los cristianos. Andar continuamente con quejas y lamentaciones, con rencores y espíritu de lucha mundana, no soluciona nada y fomenta ese veneno que originará nuevos rencores, chismes y, en ocasiones, calumnias. ¡Qué triste imagen la de una comunidad "cristiana" en la cual unos acusan a los otros, los denigran, les ponen la zancadilla a sus espaldas!


La distinción de los discípulos de Jesús será siempre la misma: el amor (Jn 13,35). Desde el amor y con amor podremos (¡sí se puede!) eliminar cualquier nuevo brote de calumnia entre cristianos. Podemos... si oramos humildemente, si se lo pedimos a Cristo con todo el corazón.


Entonces sí podremos vivir, de verdad, como cristianos, porque estaremos dentro del amor. "Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo" (Ef 4,31-32).


Perdonarnos y amarnos: ese será el mejor remedio para erradicar, dentro de nuestra amada Iglesia, el síndrome de la calumnia, para vivir con salud, en autenticidad, nuestra fe en el Señor Jesús.

Autor: Fernando Pascual
Fuente:Catholic.net

La oración conmueve a Dios

La importancia de rezar diariamente
 
La oración conmueve a Dios, para quien nada es imposible


Cstel Gandolfo, 8 septiembre 2002

1. En la página del Evangelio de hoy, Jesús dice a los discípulos: «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 18, 19). Estas palabras, acogidas con fe, llenan el corazón de esperanza. Dios es padre misericordioso, que escucha la invocación de sus hijos.

Cuando rezan los creyentes, abren una brecha en el corazón de Dios, para quien nada es imposible. Es necesario para ellos, como he escrito en la carta apostólica «Novo millennio ineunte», que se distingan «en el arte de la oración» (n.32), de modo que todas las comunidades cristianas se conviertan en «auténticas escuelas de oración» ( n. 33).

2. Asistimos por desgracia con frecuencia a vicisitudes y acontecimientos dramáticos, que siembran en la opinión pública desconcierto y angustia. El hombre moderno parece seguro de sí mismo, y sin embargo, especialmente en ocasiones cruciales, tiene que vérselas con su impotencia: experimenta la incapacidad para intervenir y, por consiguiente, vive en la incertidumbre y en el miedo. En la oración, hecha de fe, está el secreto para afrontar no sólo en las emergencias sino día tras día los cansancios y problemas personales y sociales. Quien reza no se desalienta ni siquiera ante las dificultades más graves, pues siente a Dios a su lado y encuentra refugio, serenidad, y paz en sus brazos abiertos. Después, al abrir el corazón al amor de Dios, se abre también al amor de los hermanos, y le hace capaz de construir la historia según el designio divino.

Queridos hermanos y hermanas, «que la educación en la oración se convierta en un punto determinante de toda programación pastoral» («Novo millennio ineunte», n. 34). Es muy importante rezar todos los días, personalmente y en familia. Que rezar, y rezar juntos, sea el aliento cotidiano de las familias, de las parroquias y de toda comunidad. 
 
Autor: Juan Pablo II 

sábado, 25 de junio de 2011

Los últimos momentos de san Josemaría

26 de junio
Al día siguiente, jueves, 26 de junio, celebró misa a las ocho de la mañana, ayudado por don Javier Echevarría. Era la misa votiva de Nuestra Señora, en cuya colecta el sacerdote pide «la perfecta salud del alma y del cuerpo». Su lectura debió removerle de modo muy particular ese día, porque las últimas palabras que anotó en una ficha de su agenda, a pesar de sabérselas muy bien de memoria, fueron las palabras finales de esta colecta: «a praesenti liberari tristitia et aeterna perfrui laetitia». Para que libres de las tristezas actuales, disfrutemos para siempre de la alegría que no acaba.

A las nueve y media, acompañado de don Álvaro, don Javier, y el arquitecto Javier Cotelo, salía en automóvil hacia Castelgandolfo, donde le aguardaban sus hijas. Al dejar Villa Tevere comenzaron a rezar los misterios gozosos del rosario. El viaje se alargó a causa de unas obras en la calzada. Durante el trayecto comentó que tal vez pudiera visitar, esa misma tarde, el oratorio de Nuestra Señora de los Ángeles en Cavabianca.

Llegados a Villa delle Rose, el centro de Castelgandolfo, entró en el oratorio, permaneciendo unos momentos de rodillas. Después se reunió en tertulia con sus hijas, en la sala de estar. Había en ese soggiorno un cuadro de la Virgen que apoyaba delicadamente su rostro en la cabeza del Niño, atrayéndolo hacia sí, y sujetando grácilmente, entre los dedos de la otra mano, una rosa de color pálido.

"La Virgen del Niño Peinadico”
 
Posó sus ojos en el cuadro el Fundador. (Era costumbre suya, indefectible, el saludar a la Señora al entrar o salir de un cuarto). La imagen perteneció a doña Dolores, y había recogido sus últimas miradas antes de morir. Familiarmente le llamaban “la Virgen del Niño Peinadico”. (El Niño Jesús, como de unos dos o tres años, aparece sonrosado y mofletudo, con mohín candoroso; el pelo rubio, repeinado a raya y con bucle).

Le habían preparado un sillón, que el Padre cedió a don Álvaro, ocupando una silla, y les dijo: Tenía muchas ganas de venir. Estamos terminando estas últimas horas de estancia en Roma para acabar unas cosas pendientes, de modo que ya para los demás no estoy: sólo para vosotras.

Les recordó la pasada fiesta de la víspera, 25 de junio, aniversario de la ordenación de los tres primeros sacerdotes del Opus Dei, y el que otros cincuenta y cuatro se iban a ordenar en breve. ¿Les parecían muchos? Pocos eran. Las necesidades apostólicas los absorberían rápidamente.
Como os digo siempre, esta agua de Dios que es el sacerdocio, la tierra de la Obra la bebe corriendo. Desaparecen enseguida. Vosotras tenéis alma sacerdotal, os diré como siempre que vengo por aquí. Vuestros hermanos seglares también tienen alma sacerdotal. Podéis y debéis ayudar con esa alma sacerdotal, y con la gracia del Señor y el sacerdocio ministerial en nosotros, los sacerdotes de la Obra, haremos una labor eficaz.

Discurría plácida y amena la conversación, con anécdotas y recomendaciones. A los veinte minutos se sintió indispuesto. Se cortó. Le venían mareos. Y tuvo que retirarse a descansar unos minutos. Como no se reponía del todo, se despidió, rogándoles que le perdonasen las molestias causadas.
Eran las once y veinte.

Por el camino más corto enfilaron la ruta de regreso a Roma. Apretaba el calor, y a ello atribuía el Padre su malestar. No hubo atascos a la vuelta, entraron en Villa Tevere unos minutos antes de las doce. Salió el Padre del auto con soltura y semblante risueño. Nadie sospechaba otra cosa que una ligera indisposición.
Pasó por el oratorio e hizo su acostumbrada genuflexión: devota, pausada, con un saludo al Señor sacramentado. Inmediatamente se dirigió al cuarto de trabajo. Don Javier, que se había quedado atrás, para cerrar la puerta del ascensor, oyó que el Padre le llamaba desde dentro. Acudió. No me encuentro bien, le dijo con voz débil. Acto continuo se desplomó.
Fuente:www.es.josemariaescriva.info

viernes, 24 de junio de 2011


Invoca a María!
Canto Litúrgico Mariano

Mira a la estrella, llama a María
Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres agitado por las olas de la soberbia, de la detracción, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la navecilla de tu alma, mira a la estrella, llama a María (...) No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón (...).

“No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía: llegarás felizmente a puerto, si Ella te ampara.”
(San Bernardo, Homiliae super "Missus est" 2, 17).


Fuente: maríamediadora.com

jueves, 23 de junio de 2011

¿Qué es eso que tanto buscas...?

 La noción de verdad está, según algunos, en crisis. ¿No constatamos con dolor cómo algunos que se sienten poseedores de la verdad han provocado guerras, han organizado atentados, han despreciado a los inocentes, han promovido ideologías asesinas?

Además, el mundo pluralista y la participación constante en espacios abiertos, como Internet, lleva a la multiplicación de las voces con opiniones distintas. Todos llegan, todos hablan, quizá todos (ojalá) escuchan, sin que resulte claro saber quiénes están en la verdad ni quiénes en el error.
Ante nuestros ojos vemos cómo unos ensalzan a la ciencia experimental como fuente del progreso. A su lado encontramos a otros que promueven formas de magia o uso de piedras como camino para alcanzar la armonía interior. No faltan quienes avisan que la ciencia experimental ha llevado a actuaciones que destruyen los equilibrios del planeta y nos arrastran hacia la catástrofe global.

¿Tiene sentido discutir si declaramos que todas las posiciones tienen el mismo valor? La misma pregunta apunta hacia una idea que resulta insuprimible en el corazón humano: el deseo de encontrar la mejor respuesta, es decir, la que esté más cerca de la verdad.

Porque todos los hombres, desde que nos levantamos hasta que esperamos descansar un poco al final del día, somos buscadores de la verdad.

La buscamos, según una idea que ya expresaba hace siglos san Agustín, a la hora de conseguir unos buenos zapatos. La buscamos al escoger una dieta, que, "de verdad", nos permita vivir más sanos. La buscamos al renunciar a un periódico y al escoger otro. La buscamos, en definitiva, al hablar con alguien que cree que no necesita ir al médico cuando todos sus familiares y amigos ven cómo se deteriora su salud día a día.

Es cierto que ha habido, hay y habrá quienes digan que la verdad es inasequible, o que cada uno tiene su verdad, o que son más las veces en las que nos equivocamos que aquellas (pocas) en las que damos con la idea y la respuesta justa (verdadera).

Pero también es cierto que al ir al médico, al consultar un pronóstico sobre el tiempo, o al plantearnos la pregunta sobre lo que exista tras la muerte, no deseamos otra cosa que la de encontrar aquella ayuda y aquella respuesta que nos permita salir de oscuridades y encontrar pistas hacia lo verdadero.

A pesar de que algunos abusen de la palabra "verdad" para vestir con ella sus mentiras o sus deseos de poder, nuestros corazones seguirán buscando, con anhelo, verdades: para entender el pasado, para afrontar el presente, para mirar hacia el futuro. Porque estamos convencidos, más allá de algunos ideólogos del relativismo, que sólo en la verdad encontraremos lo más conveniente, lo más justo, y lo más bello, para nuestras vidas y para las vidas de quienes comparten un mismo suelo y un mismo cielo.

por Fernando Pascual

¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!


Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi!
 
¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!
 
Una vez más ante ti, Señor.

Hoy es un día grande para ti, para nosotros, para tu Iglesia. Es la solemnidad donde se exalta y glorifica la presencia de tu Cuerpo, tu Sangre y tu Divinidad en el Sacramento de la Eucaristía.

¡HOY ES CORPUS CHRISTI !

Tu Cuerpo, tu Sangre.... y tu Divinidad. ¿Qué te podemos decir, Señor? Tan solo caer de rodillas y decirte: - ¡Creo en ti, Señor, pero aumenta mi fe!

Tu lo sabes todo, mi Dios, mi Jesús, y sabías cuando te quedaste en el pan y vino, - aparentemente tan solo de pan y vino -, con el único deseo de ser nuestro alimento, que aunque no te corresponderíamos como tu Corazón desea, no te importó y ahí te quedaste para ser nuestro refugio, nuestra fuerza para nuestras penas y dolores, para ser consuelo, para ser el cirineo que nos ayuda a cargar con la cruz de nuestro diario vivir, a veces demasiado pesada y dolorosa, que nos puede hacer desfallecer sin tu no estás.... y también para bendecirte en los momentos de alegría, para buscar que participes en los momentos en que nuestro corazón está feliz.... ¡ahí estás Tu!...¡ Bendito y alabado seas!

Solo a un Dios locamente enamorado de sus criaturas se le podía ocurrir semejante ofrenda... por que no sabemos corresponder a ese amor, no, Jesús, no te acompañamos en la soledad de tus Sagrarios, no pensamos en tu gran amor .... somos indiferentes, egoístas, muchas veces solo nos acordamos de ti cuando te necesitamos porque las cosas no van, ni están, como nosotros queremos...

Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi!



¡Señor Jesucristo!

¡Gracias porque te nos diste de modo tan admirable, y porque te quedaste entre nosotros de manera tan amorosa!

Danos a todos una fe viva en el Sacramento del amor. Que la Misa dominical sea el centro de nuestra semana cristiana, la Comunión nos sacie el hambre que tenemos de ti, y el Sagrario se convierta en el remanso tranquilo donde nuestras almas encuentren la paz...
(P. García) 
 
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

miércoles, 22 de junio de 2011

Vivir como ángeles

Una auténtica devoción hacia los santos ángeles exige, no sólo la fe en su existencia y auxilio, sino la imitación de su servicio a Dios y al prójimo a través de nuestras acciones y palabras.



En nuestros días existen muchas concepciones y teorías, ambiguas y en clave esotérica, acerca del mundo de los ángeles, sus nombres, grupos y funciones. De esta forma, nos encontramos ante unas “devociones angélicas” que causan confusión y que son extrañas a la Sagrada Escritura y a la tradición de la Iglesia católica.

En ciertos espacios publicitarios se anuncian “el horóscopo de los ángeles”, “los ángeles de la buena suerte”, “ángeles y amuletos”, “comunícate directamente con tu ángel”, etc.

Algunas reflexiones sobre la existencia, finalidad y relación de los ángeles con Cristo y con la Iglesia, nos pueden ayudar a considerar, rectamente, nuestra relación con esos “enviados de Dios”. En este contexto, podemos afirmar que vivir como ángeles significa imitarles con nuestras palabras y acciones.

La existencia de los ángeles, seres espirituales y enviados de Dios, es una verdad de fe que tiene su base en la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 328). Dios creó a los ángeles y les confirió la misión de ser sus servidores y mensajeros. Desde esta perspectiva, las creaturas angélicas ayudan a los hombres, dentro del plan de salvación, sugiriéndoles palabras buenas, sentimientos santos, acciones misericordiosas, comportamientos caritativos y relaciones edificantes (cf. «La asociación Opus Sanctorum Angelorum», L´Osservatore romano, edición española, 20 de marzo de 2011, p. 4).

La vida de Jesucristo, desde la Encarnación hasta su ascensión al cielo, está rodeada de la adoración y del servicio que los ángeles le daban. De este modo, los ángeles pertenecen a Cristo porque fueron creados por Él y para Él (cf. Col 1,16). Además, esas creaturas espirituales son mensajeras del designio de salvación. Por ejemplo, el anuncio del Arcángel Gabriel a la Virgen María (Lc 1, 26-27), el canto de los ángeles dando gloria a Dios (Lc 2,14), y es un ángel quien anuncia a las santas mujeres la dicha de la Resurrección (Mt 28,5-6).

La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles. De esta forma, la Esposa de Cristo se une a los ángeles para adorar a Dios en el “Sanctus”, invoca su asistencia y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles como San Miguel, San Gabriel, San Rafael y los ángeles custodios. San Basilio solía decir que “cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida” y sabemos que la vida es Jesucristo (Jn 14,6).

En conclusión, una auténtica devoción hacia los santos ángeles exige, no sólo la fe en su existencia y auxilio, sino la imitación de su servicio a Dios y al prójimo a través de nuestras acciones y palabras. Los ángeles nos ayudan a vivir mejor nuestra fe, a dar gloria a Dios y a ser anunciadores del amor de Cristo con nuestras obras y palabras.


¡Vence el mal con el bien!

Autor: Diego Calderón, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores.Catholic.net

martes, 21 de junio de 2011

Dios te necesita


Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona.
 
Dios te necesita

Dios te necesita, porque ha querido necesitarte, y, porque te necesita, te lo está pidiendo desde el día que te llamó por tu nombre.

Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona. Sin falsa soberbia, con humildad verdadera, entiende que, si Dios te necesita, lo mínimo que debes hacer es ponerte a su entera disposición; le debes tanto, le has costado tanto, que tu gloria consiste en corresponderle un poco; y debes sentirte tan humildemente grande, tan profundamente feliz de poder ayudar a un Dios Todopoderoso y en una tarea eterna.

Es como si Dios te pidiera ayuda para mover una estrella, para componer una galaxia; más que eso, es para salvar un alma inmortal que vale más que todas las estrellas y galaxias juntas.

Tú le ayudas a Dios; y, si no le ayudas, Él no puede, no puede solo. Dile con profunda convicción: “Aquí están mis manos, aquí están mis pies, aquí está mi lengua, déjame ayudarte, Creador de mundos; enseguida vengo a echarte una mano, Redentor de las almas”. 
 
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net

LA ESPERANZA


La esperanza no es fingir
que no existen los problemas.

Es la confianza

de saber que estos no son eternos,
que las heridas curarán
y las dificultades se superarán.

Es tener fe

es una fuente de fortaleza y renovación
en nuestro interior,
que nos guiará desde la oscuridad
hacia la luz.

Elizabeth Chase


Imagen:http://www.fonditos.com/abstractos/todos/esperanza-04668-1024x768.php
Fuente:http://www.elixiresparaelalma.com.ar/optimismo/la-esperanza.htm



lunes, 20 de junio de 2011

EL PERDÓN

El tema del día era resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico.
Ya en clase elegimos una papa por cada persona que guardábamos resentimiento.
Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran  realmente pesadas.
El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas.
Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado desatendía cosas que eran más importantes para mí.
Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental.
Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse.
Me di cuenta que cuando hacía importantes los temas incompletos o las promesas no cumplidas me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba.
Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu.
La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando.
Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.
El perdón es una expresión de amor.
El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.
No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes.
Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos  negativos que nos causaron dolor o enojo.
El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó.
La falta de perdón te ata a las personas desde el resentimiento. Te tiene encadenado.
La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes.
El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario.
Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas.
"La declaración del Perdón es la clave para liberarte".
¿Con qué personas estás resentido?
¿A quiénes no puedes perdonar?
¿Tú eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos?


"Perdona para que puedas ser perdonado"
"Recuerda que con la vara que mides, serás medido..."

Anónimo

¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí?


Ante los conflictos de cada día, ¿cómo encontrar el camino correcto? ¿Qué es lo bueno para mí en esta hora, en estas circunstancias?
 
¿Cómo reconocer lo que es bueno para mí?


Si decimos que una cosa es buena, ¿qué queremos decir? Tal vez que nos gusta, o que nos sirve, o que conduce a la perfección de lo más específico de nuestra condición humana (la propia y la de otros).

Las tres posibilidades apenas mencionadas fueron encuadradas ya desde el mundo griego, que distinguía entre bienes deleitables (placeres), bienes útiles, y bienes honestos.

La pregunta, sin embargo, tiene que ir más a fondo: ¿de donde le viene a algo el que se presente como bueno para mí?

Miramos por unos minutos el vuelo de una golondrina. Notamos la belleza de su forma, las acrobacias en el aire, el toque de sus giros imprevistos. Percibimos que es bueno mirarla, que ella misma es buena, que el tiempo que estamos allí, arrobados, vale la pena.

Surgen, sin embargo, problemas, incluso conflictos. Al mirar el vuelo de la golondrina sustraigo tiempo que podría dedicar a resolver algunos problemas en la casa. Al emplear más tiempo para el estudio noto que me faltan horas para escuchar a un familiar que necesita ayuda.

Ante los conflictos de cada día, ¿cómo encontrar el camino correcto? ¿Qué es lo bueno para mí en esta hora, en estas circunstancias, en el círculo de personas más cercanas o respecto de las que viven tal vez lejos?

Las preguntas muestran la dificultad de encontrar lo bueno concreto para mí. Cerrar los ojos al problema y seguir simplemente el primer impulso puede llevarme a callejones sin salida, a daños en la propia vida o a penas en quienes me rodean.

¿Cómo, entonces, reconozco lo bueno para mí? Con una mirada serena, con un corazón atento, con una disciplina que me aparte del capricho inmediato y me abra a la justicia. También con la ayuda de consejos de quienes, desde la madurez adquirida tras buenas elecciones, pueden ofrecerme algo de luz.

Sobre todo, encontraré lo bueno para mí (y para otros) con una oración sencilla, confiada, a Dios. En ella le pediré un corazón grande y una mente dispuesta a descubrir en cada momento ese bien que puedo realizar en los próximos pasos de mi caminar humano.
Autor: P. Fernando Pascual LC -  Fuente: Catholic.net

domingo, 19 de junio de 2011

HUELLAS PROFUNDAS DE LA TRINIDAD


  Utilizando una analogía sugerida por la biología, diríamos que el ser humano lleva en su "genoma" la huella profunda de la trinidad, de Dios-Amor.
BENEDICTO XVI, ÁNGELUS, Solemnidad de la Santísima Trinidad, Domingo 7 de junio de 2009
Hoy contemplamos la Santísima Trinidad tal como nos la dio a conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor "no en la unidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia" (Prefacio): es Creador y Padre misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final. Tres Personas que son un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente.
Lo podemos intuir, en cierto modo, observando tanto el macro-universo —nuestra tierra, los planetas, las estrellas, las galaxias— como el micro-universo —las células, los átomos, las partículas elementales—. En todo lo que existe está grabado, en cierto sentido, el "nombre" de la Santísima Trinidad, porque todo el ser, hasta sus últimas partículas, es ser en relación, y así se trasluce el Dios-relación, se trasluce en última instancia el Amor creador. Todo proviene del amor, tiende al amor y se mueve impulsado por el amor, naturalmente con grados diversos de conciencia y libertad.
"¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!" (Sal 8, 2), exclama el salmista. Hablando del "nombre", la Biblia indica a Dios mismo, su identidad más verdadera, identidad que resplandece en toda la creación, donde cada ser, por el mismo hecho de existir y por el "tejido" del que está hecho, hace referencia a un Principio trascendente, a la Vida eterna e infinita que se entrega; en una palabra, al Amor. "En él —dijo san Pablo en el Areópago de Atenas— vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17, 28). La prueba más fuerte de que hemos sido creados a imagen de la Trinidad es esta: sólo el amor nos hace felices, porque vivimos en relación, y vivimos para amar y ser amados. Utilizando una analogía sugerida por la biología, diríamos que el ser humano lleva en su "genoma" la huella profunda de la Trinidad, de Dios-Amor.
La Virgen María, con su dócil humildad, se convirtió en esclava del Amor divino: aceptó la voluntad del Padre y concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo. En ella el Omnipotente se construyó un templo digno de él, e hizo de ella el modelo y la imagen de la Iglesia, misterio y casa de comunión para todos los hombres. Que María, espejo de la Santísima Trinidad, nos ayude a crecer en la fe en el misterio trinitario.

Fuente:arvo.net

sábado, 18 de junio de 2011

Oración al Corazón de María


¡Oh Virgen y Madre de Dios!
yo me entrego por hijo tuyo.
Me confío a tu amor materno
para que formes en mí a Jesús,
el Hijo y el Enviado del Padre,
el Ungido por el Espíritu Santo
para anunciar la Buena Nueva a los pobres.
Me pongo en tus manos
para que me envíes a todos los hombres
hijos tuyos y hermanos míos,
has que les revele al Padre.
Enséñame a guardar, como tú, 
la Palabra en el corazón,
hasta transformarme en Evangelio Dios.
Convierteme en instrumento dócil de tu amor materno
para que te engendre nuevos hijos por el Evangelio.
Madre, aquí tienes a tu hijo. Fórmame.
Madre, aquí tienes a tu hijo. Envíame.
Madre, aquí tienes a tu hijo. Habla por mí. Ama por mí.
Guárdeme, no sea que anunciado a otros el Evangelio,
quede yo excluido del Reino.
En ti, Madre mía, he puesto toda mi confianza.
Jamás quedaré confundido 
Amén. 


jueves, 16 de junio de 2011

Simplicidad.

Ser santos


¿Ser santo es complicado? No. Ser santo es la cosa más simple, porque se trata de imitar a Dios que es simple.
Si somos simples entonces no tendremos rebuscamientos y seremos agradables a Dios, y Él nos revelará los secretos del Evangelio y las verdades eternas, que solo revela a los sencillos de corazón.
A veces nos parece que no tenemos grandes conocimientos de la Sagrada Escritura, que no somos teólogos ni estudiosos, y creemos con ello que estamos excluidos de la Sabiduría de Dios. Pero bien sabemos que la Sabiduría se concede a los pequeños y humildes, y en cambio de los soberbios y orgullosos escapa. La Virgen cantó en su Magníficat que Dios colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. ¿Y quiénes son estos ricos sino los orgullosos que creen saberlo todo y con su ciencia se creen superiores a los demás?
No. Para conocer a Dios y llegar a la santidad, no es necesario ser eruditos y peritos en la Sagrada Escritura ni en Teología o Filosofía, sino que hay que ser humildes y sencillos, como los pastores que fueron a Belén.
¡A cuantas personas incultas veremos en el Paraíso muy cerca de Dios! ¡Y cuántos sabios en la tierra, estarán más abajo, o quizás en el Infierno, porque su ciencia no les sirvió para hacerse buenos y servidores de los hermanos y de Dios!
No está mal estudiar la Verdad, hacer cursos bíblicos, pero siempre tenemos que conservar la sencillez y la frescura de los pequeños, de los sencillos, entonces Dios nos revelará las cosas escondidas que solo a los pequeños se les revela. Y lo que aprendamos no nos debe llevar a considerarnos superiores a los demás, sino que debe llevarnos a ser más buenos, más perfectos, porque a quien más se le dio, tanto mas se le pedirá.
Siempre la humildad, la sencillez, si queremos ser santos.


Para "sentirnos bien"

Con un poco de paciencia, un poco de comprensión, un poco de alegría y un poco de humildad, ustedes no tienen idea de cuánto podrían “sentirse bien”.



Una de las características más humanas que experimentamos es esta: terminamos el día con una desazón interior, con una cierta frustración personal que, para nada, nos hace «sentirnos bien».

G. K. Chesterton tiene una receta que quizá pueda ayudarnos a quitarnos espina incómoda del malestar. Dice: «con un poco de paciencia, un poco de comprensión, un poco de alegría y un poco de humildad, ustedes no tienen idea de cuánto podrían “sentirse bien” sobre este nuestro planeta Tierra».

El gran escritor inglés señala cuatro virtudes con dos palabrillas importantes: «¡un poco!». Si escarbamos nuestra memoria puede que encontremos diversos momentos que nos revelan la falta de ese «poco» de paciencia, de comprensión, de alegría y de humildad que tantas veces nos dejan con mal sabor de boca. No tenemos unos minutos de paciencia con el cliente que llegó tarde a la cita o con la señorita que no nos atendió rápido en el supermercado. No intentamos comprender la actitud negativa de nuestro hijo o el cansancio físico con el que llega nuestro esposo a la casa. No nos esforzamos por regalar una pequeña sonrisa a nuestra esposa cuando llegamos del trabajo, ni a nuestro hijo cuando realiza bien su tarea. No somos capaces de decir: «discúlpame, me equivoqué yo»; «perdón, por mi comportamiento, no lo volveré a hacer»; «una vez más fallé te fallé, te pido disculpas».

Muchas veces, en este pequeño esfuerzo de uno o dos minutos modelamos nuestro «sentirnos bien» o nuestro «sentirnos mal». Y todos nosotros, con ese «poco» de virtud, siguiendo a Chesterton, no tenemos idea de cuánto podríamos “sentirnos bien” sobre este nuestro planeta Tierra, no tenemos idea de cuánto podríamos ser felices y hacer felices a los que nos rodean.


¡Vence el mal con el bien!

Autor: Felipe de Jesús Rodríguez, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores

miércoles, 15 de junio de 2011

¡GLORIA Y ALABANZA A TÍ, SANTÍSIMA TRINIDAD, ÚNICO Y ETERNO DIOS!


¡GLORIA Y ALABANZA A TÍ, SANTÍSIMA TRINIDAD, ÚNICO Y ETERNO DIOS!
Bendito seas, Padre, que en Tu infinito Amor
nos has dado a Tu Hijo Unigénito,
hecho carne por obra del Espíritu Santo
en el seno purísimo de la Virgen María
y nacido en Belén hace dos mil años.
Él se hizo nuestro Compañero de viaje
y dio nuevo significado a la historia,
que es un camino recorrido juntos
en las penas y los sufrimientos,
en la fidelidad y el amor,
hacia los cielos nuevos y la Tierra nueva
en los cuales Tú, vencida la muerte, serás Todo en todos.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

Que por tu gracia, Padre,
este año sea un Tiempo de conversión y de gozoso retorno a Ti;
que sea un Tiempo de reconciliación entre los hombres
y de nueva concordia entre las naciones;
un tiempo en que las espadas se cambien por arados
y al ruido de las armas le sigan los cantos de la paz.
Concédenos, Padre, poder vivir dóciles a la voz del Espíritu,
fieles en el seguimiento de Cristo,
asiduos en la escucha de la Palabra
y en el acercarnos a las fuentes de la gracia.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu,
los esfuerzos de la Iglesia en la nueva evangelización
y guía nuestros pasos por los caminos del mundo,
para anunciar a Cristo con la propia vida
orientando nuestra peregrinación terrena hacia la Ciudad de la luz.
Que los discípulos de Jesús brillen por su amor hacia los pobres;
que sean solidarios con los necesitados
y generosos en las obras de misericordia;
que sean indulgentes con los hermanos
para alcanzar de Ti ellos mismos indulgencia y perdón.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

Concede, Padre, que los discípulos de Tu Hijo,
purificada la memoria y reconocidas las propias culpas,
sean una sola cosa para que el mundo crea.
Se extienda el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones
y todos los hombres descubran la alegría de ser hijos tuyos.
A la voz suplicante de María, Madre de todos los hombres,
se unan las voces orantes de los apóstoles y de los mártires cristianos,
de los justos de todos los pueblos y de todos los tiempos,
para que este tiempo sea para cada uno y para la Iglesia
causa de renovada esperanza y de gozo en el Espíritu.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

A Ti, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre,
Por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia,
En el Espíritu que santifica el universo, alabanza, honor y gloria
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
(ORACIÓN  PARA LA CELEBRACIÓN DEL GRAN JUBILEO DEL AÑO 2000)

martes, 14 de junio de 2011

Amor Divino y Amor Humano

Decimos que Dios es Amor, pero ¿el amor de Dios es de la misma naturaleza que el amor humano? 
¿En que se asemejan?  ¿En que se diferencian?
A grandes rasgos podriamos decir que hay una cierta analogía entre el uno y el otro, pero debemos tener claro que las diferencias entre ambas son ABISMALES
Por lo tanto es necesario que tengamos siempre presente esas profundas diferencias para no equivocarnos. Sucede con demasiada frecuencia, que proyectamos en Dios y en su infinito amor las limitaciones y las incoherencias del amor humano.
A continuacion intentaremos hacer un parangón entre las semejanzas y las diferencias de ambas expresiones de amor:

Dios Ama a todas la personas por igual.
Nosotros amamos  sobre todo a quienes nos aman
El amor de Dios es inmutable y permanente
El amor humano disminuye cuando se siente ofendido.
El amor de Dios es pura Gratuidad.
Nuestro amor está siempre ligado a la reciprocidad:queremos a quien nos quieren.
El Amor de Dios siempre perdona y olvida las ofensas.
Nosotros, solo a veces perdonamos.
Dios perdona aun a quienes no merecen el perdón.
Nosotros perdonamos a quienes creemos que se lo merecen.
El amor de Dios es inconmensurable.
El nuestro es muy limitado e inconsistente.
El amor de  Dios no está relacionado con los merecimiento de las personas.
Nuestro es , por lo general ,amor de respuesta.
Dios núnca castiga nuestros alejamientos y nuestras infidelidades.
El amor Humano se vuelve, con frecuencia, vengativo ante la infidelidad.
El Amor de Dios se basa simplemente en nuestro condición de seres humanos
El Amor Humano se basa simplemente  en sentimientos 
El Amor de Dios es Universal
El amor Humano es siempre muy personalizado
El Amor de Dios tiene preferencia por los pobres, por los necesitados y los pecadores
El amor Humano ama a quienes creemos que merecen nuestra estima
Dios nos Ama a todos por igual
El amor Humano siempre esta orientado,principalmente hacia parientes y amigos
En efecto si analizamos las prácticas de Jesús y sus enseñanzas en los Evangelios vemos que siempre su mensaje es:

De amor, no de temor
De perdón, no de castigo
De Salvación, no de condenación
De Gracia,  no de pecado
De gratitud, no basado en personales merecimientos.


Envió: Blanky...


Del Libro del Padre: Gregorio Iriarte-o.m.i.
Sé amigo de ti mismo
El Arte de Vivir en Positivo

lunes, 13 de junio de 2011

No pierdas el ánimo, vale la pena vivir


Vale la pena vivir... porque Dios nos ama, porque nos regala la vida cada día, porque somos sus hijos.

No pierdas el ánimo, vale la pena vivir
EL ánimo es alma y soplo.

Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana.

Perder el ánimo es perder la esencia de la vida. Hay un refrán que nos dice así:- " Si pierdes el dinero, no has perdido nada. Si pierdes el amor, has perdido algo. Si pierdes el ánimo, lo has perdido todo."

Y es que por muchos reveses e infortunios que nos lleguen, todo se podrá resistir si no perdemos el ánimo.

En nuestros días vemos muchas personas que están sumidas en una gran depresión y en esa gran depresión está la falta de ánimo. Son cuerpos que les falta la vida, todo les da igual, y se dejan morir lentamente porque el ánimo se les fue. Lo perdieron, alguna veces por causas muy justificadas: la pérdida de uno o varios seres queridos, una grave enfermedad y cosas tan fuertes que el ánimo ya no está dentro del cuerpo. Entró la tristeza, el abatimiento y el ánimo desapareció. Se ha perdido. Cuando perdemos algo valioso queremos poner un anuncio en el periódico. Queremos encontrarlo, queremos recuperarlo y anunciamos esta pérdida para ver si logramos encontrarlo.

Pero el ánimo ¿dónde encontrarlo de nuevo?... Se nos acercan personas que nos quieren dar algo del que traen consigo, a veces lo logran, quizá por un rato, que ese espíritu nos aliente y nos reconforte pero luego, como no era nuestro propio ánimo, volvemos a quedar sumidos en la propia situación.

Pero como cosa contraria también vemos personas y casos que aún en los peores momentos, en los más amargos trances, se conservan serenas con el ánimo aferrado a su propio dolor. Enfermos que llevan su pesada cruz dándonos un ejemplo de valentía y buen estado de ánimo. Personas minusválidas que no se dejan vencer por la adversidad de sus limitaciones. Todos las conocemos o sabemos de ellas y nos están brindando un ejemplo maravilloso con su alegría, su conformidad y su aceptación.

Cuando atravesamos un momento difícil, una dura prueba, hemos de luchar por no perder el ánimo. Llorar, sentirse triste es cosa natural en ciertos momentos, pero el ánimo está ahí diciéndonos que las cosas se van a arreglar, que siempre hay un "mañana"... que hay que luchar por cambiar esa situación o problema.

Cuando se trata de un mal que no tiene remedio, porque el ser querido se fue o porque no tardaremos en alejarnos de los seres que amamos...pensemos mejor en el ejemplo que les queremos dejar, valientes en nuestra partida y que no es el final, sino el comienzo de una nueva vida en la que algún día nos volveremos a ver.

Y si lo que lloramos es la ausencia de un ser amado, la fe nos dará el ánimo que necesitamos para aceptar ese misterio que está en las manos de Dios y que es la Vida y la Muerte.

Y ante estas borrascas que nos alcanzan en el caminar de nuestros días, pidamos saber levantarnos como el Ave Fénix de las cenizas del dolor con el ánimo de saber que la vida vale la pena vivirla porque siempre hay quién nos necesita. Dio siempre tiene algo nuevo para nosotros cada día.

Vale la pena vivir... porque Dios nos ama, porque somos sus hijos. 
 
 
Autor:María Esther de Ariño

sábado, 11 de junio de 2011

LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO



V Señor, ten misericordia de nosotros
R. Señor, ten misericordia de nosotros
V. Cristo, ten misericordia de nosotros
R. Cristo, ten misericordia de nosotros
V. Señor, ten misericordia de nosotros
R. Señor, ten misericordia de nosotros
V. Cristo, óyenos
R. Cristo, óyenos
V. Cristo, escúchanos
R. Cristo, escúchanos
V. Dios, Padre celestial
R. Ten misericordia de nosotros
V. Dios Hijo Redentor del mundo
R. Ten misericordia de nosotros
V. Dios Espíritu Santo
R. Ten misericordia de nosotros
V. Trinidad Santa, un solo Dios
R. Ten misericordia de nosotros

(A las siguientes invocaciones se responde: "Ten Misericordia de nosotros")

-Espíritu de verdad y de sabiduría,
-Espíritu de santidad y de justicia,
-Espíritu de entendimiento y de consejo,
-Espíritu de caridad y de gozo,
-Espíritu de paz y de paciencia,
-Espíritu de longanimidad y mansedumbre,
-Espíritu de benignidad y de bondad,
-Amor substancial del Padre y del Hijo,
-Amor y vida de las almas santas,
-Fuego siempre ardiendo,
-Agua viva que apagáis la sed de los corazones,

(A las siguientes invocaciones se responde: "Líbranos Señor")

-De toda impureza de alma y cuerpo,
-De toda gula y sensualidad,
-De todo afecto a los bienes terrenos,
-De todo afecto a cosas y a criaturas,
-De toda hipocresía y fingimiento,
-De toda imperfección y faltas deliberadas,
-Del amor propio y juicio propio,
-De la propia voluntad,
-De la murmuración,
-De la doblez a nuestros prójimos,
-De nuestras pasiones y apetitos desordenados,
-De no estar atentos a vuestra inspiración Santa,
-Del desprecio a las cosas pequeñas,
-De la glotonería y malicia,
-De todo regalo y comodidad,
-De querer buscar o desear algo que no seáis Vos,
-De todo lo que te desagrade,
-De todo pecado e imperfección y de todo mal,



Padre amantísimo, Ten misericordia de nosotros..
Divino Verbo, Ten misericordia de nosotros.
Divino Espíritu, Ten misericordia de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Envíanos al Divino Consolador.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,  Llénanos de los dones de tu Espíritu.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Haz que crezcan en nosotros los frutos del Espíritu Santo.

 
Ven, ¡oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V. Envía tu Espíritu y todo será creado.
R. Y se renovará la faz de la tierra.

¡Oh Dios!, que haz instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, te rogamos nos concedas, según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor nuestro.  Amén.


 http://www.mariamediadora.com/EspirituSanto/dia.html

F E L I Z   P E N T E C O S T E S !!!
B E N D I C I O N E S !!!

SIETE VENTAJAS PRECIOSAS PARA EL QUE PROPAGA LA DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO


1ª   Se crea un lazo de amor entre nuestra alma y la Tercera Persona de la Santísima Trinidad

2ª   Un aumento notable de todas nuestras devociones, especialmente a la Sagrada Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen.

3ª   Una seguridad de recibir en el alma más inspiraciones del Espíritu Santo y la fuerza para ponerlas en práctica.

4ª   Procurar de una manera excelente la gloria de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las almas.

5ª   Trabajar muy especialmente por el advenimiento del reinado de Dios en el mundo, por la acción del Espíritu vivificante.

6ª   Ser verdadera y prácticamente apóstol del Espíritu Santo

7ª   Atraer sobre el alma auxilios espirituales del Espíritu Santo, más íntima unión con Dios por medio del Santificador, mayor progreso en la oración mental, más consuelo y hasta alegría en la hora de la muerte, después de tan sublime apostolado.


El invocar a menudo al Espíritu Santo es prenda segura de acierto en las situaciones variadas de nuestra vida.

jueves, 9 de junio de 2011

VEN, ESPÍRITU DE AMOR Y DE PAZ!

 
 

VEN ESPÍRITU CREADOR
Ven, Espíritu Creador,
Visita las almas de tus fieles
Y llena de la divina gracia los corazones,
Que Tú mismo creaste.
Tú que eres el Paráclito
Llamado y don altísimo de Dios;
Fuente viva, y amor, y fuego ardiente,
Y espiritual unción.
Tú, regalo de siete dones.
Tú, dedo de la diestra paternal;
Tú, promesa magnífica del Padre,
Que el torpe labio vienes a soltar.
Con tu luz iluminas los sentidos,
Los afectos inflaman con tu amor;
Con tu fuerza invencible corrobora
La corpórea flaqueza y corrupción.
Lejos expulsa al pérfido enemigo,
Envíanos tu paz;
Siendo Tú nuestro Guía,
Toda culpa logremos evitar;
Danos tu influjo a conocer al Padre,
Danos también al Hijo a conocer,
Y del uno y del otro, oh Santo Espíritu,
En Ti creamos con sincera fe.
Dios Padre alabanza, honor y gloria,
Con el Hijo que un día resucitó
De entre los muertos; y al feliz Paráclito
De siglos en la eterna sucesión.


www.mariamediadora.com
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