Una de las características más humanas que experimentamos es esta: terminamos el día con una desazón interior, con una cierta frustración personal que, para nada, nos hace «sentirnos bien».
G. K. Chesterton tiene una receta que quizá pueda ayudarnos a quitarnos espina incómoda del malestar. Dice: «con un poco de paciencia, un poco de comprensión, un poco de alegría y un poco de humildad, ustedes no tienen idea de cuánto podrían “sentirse bien” sobre este nuestro planeta Tierra».
El gran escritor inglés señala cuatro virtudes con dos palabrillas importantes: «¡un poco!». Si escarbamos nuestra memoria puede que encontremos diversos momentos que nos revelan la falta de ese «poco» de paciencia, de comprensión, de alegría y de humildad que tantas veces nos dejan con mal sabor de boca. No tenemos unos minutos de paciencia con el cliente que llegó tarde a la cita o con la señorita que no nos atendió rápido en el supermercado. No intentamos comprender la actitud negativa de nuestro hijo o el cansancio físico con el que llega nuestro esposo a la casa. No nos esforzamos por regalar una pequeña sonrisa a nuestra esposa cuando llegamos del trabajo, ni a nuestro hijo cuando realiza bien su tarea. No somos capaces de decir: «discúlpame, me equivoqué yo»; «perdón, por mi comportamiento, no lo volveré a hacer»; «una vez más fallé te fallé, te pido disculpas».
Muchas veces, en este pequeño esfuerzo de uno o dos minutos modelamos nuestro «sentirnos bien» o nuestro «sentirnos mal». Y todos nosotros, con ese «poco» de virtud, siguiendo a Chesterton, no tenemos idea de cuánto podríamos “sentirnos bien” sobre este nuestro planeta Tierra, no tenemos idea de cuánto podríamos ser felices y hacer felices a los que nos rodean.
G. K. Chesterton tiene una receta que quizá pueda ayudarnos a quitarnos espina incómoda del malestar. Dice: «con un poco de paciencia, un poco de comprensión, un poco de alegría y un poco de humildad, ustedes no tienen idea de cuánto podrían “sentirse bien” sobre este nuestro planeta Tierra».
El gran escritor inglés señala cuatro virtudes con dos palabrillas importantes: «¡un poco!». Si escarbamos nuestra memoria puede que encontremos diversos momentos que nos revelan la falta de ese «poco» de paciencia, de comprensión, de alegría y de humildad que tantas veces nos dejan con mal sabor de boca. No tenemos unos minutos de paciencia con el cliente que llegó tarde a la cita o con la señorita que no nos atendió rápido en el supermercado. No intentamos comprender la actitud negativa de nuestro hijo o el cansancio físico con el que llega nuestro esposo a la casa. No nos esforzamos por regalar una pequeña sonrisa a nuestra esposa cuando llegamos del trabajo, ni a nuestro hijo cuando realiza bien su tarea. No somos capaces de decir: «discúlpame, me equivoqué yo»; «perdón, por mi comportamiento, no lo volveré a hacer»; «una vez más fallé te fallé, te pido disculpas».
Muchas veces, en este pequeño esfuerzo de uno o dos minutos modelamos nuestro «sentirnos bien» o nuestro «sentirnos mal». Y todos nosotros, con ese «poco» de virtud, siguiendo a Chesterton, no tenemos idea de cuánto podríamos “sentirnos bien” sobre este nuestro planeta Tierra, no tenemos idea de cuánto podríamos ser felices y hacer felices a los que nos rodean.
¡Vence el mal con el bien!
Autor: Felipe de Jesús Rodríguez, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores
Mi querida Magda, esta monja enamorada de Jesús, te invita a que pases por mi casa, he colgado un vídeo con mi voz que espero que te guste.
ResponderEliminarCon ternura
Sor.Cecilia