Oh María, ten piedad de aquellas pobres almas que, encerradas en las prisiones tenebrosas del lugar de la expiación, no tienen a nadie en la tierra que piense en ellas.
Dígnate, oh buena Madre, mirar con piedad a aquellas almas
Padre eterno, te suplicamos por las
almas que sufren en el purgatorio;
concede tu misericordia infinita para
que sean liberadas de sus penas y
puedan contemplar tu rostro glorioso en
el cielo.
Que, por tu gracia, alcancen la paz y la
dicha eterna, y se unan a la compañía
de tus Santos y Ángeles en la Gloria de tu
Presencia celestial.
Amén.
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