Si quieres que una planta tenga vida, debes regarla. Si deseas mostrar que quieres a una persona, debes decírselo. Si cortas las raíces de un árbol, el árbol se muere. Eso pasa con la oración. La oración es vida para nuestro espíritu y es el medio para decirle a Dios: Te amo.
Si consideras tus esfuerzos por ser santo, tu vida espiritual y tu relación con Dios como una amistad íntima con Él, verás que la oración debe ser algo natural y obligatorio en tu vida.
Dios es el primero que te quiere escuchar; nos lo ha dicho en el Evangelio. Está allí en la Eucaristía día y noche esperándote; es el primero que se interesa por ti y tus cosas, pues fue Él quien te creó.
Dios quiere que le hablemos, que le platiquemos mucho, y la Iglesia nos ofrece varias maneras de lograrlo. La oración brota de tu corazón cuando tienes una petición personal, una cosa triste, alegre o de lo ordinario que contar a Dios.
Hay oraciones que ya están hechas, y nos ayudan a encontrar las palabras que queremos decir. Muchas veces, después de rezar estas oraciones, no nos importa hacerlo de nuevo en el futuro, porque vamos identificándonos con cada palabra. La oración en comunidad nos une a todos y nos hace sentir una familia entorno a nuestro Padre celestial.
Cuando ves que tu vida de oración y unión con Dios va creciendo, vas a encontrar que tu humildad, tu caridad y tu fe se aumentan también; estás son las virtudes que necesitas y recibes cuando hablas con tu Creador y Amigo. Lo bueno de la oración es que puedes pedir por otros también, y Dios siempre escucha lo que dices. Lo más importante, sin embargo, es saber sacar fuerzas –para ti y para otros– para escalar la montaña de la santidad sin cobardía.
Para profundizar:
Catecismo de la Iglesia Católica: 2558 - 2863
“Para salvarte”: 44,1 - 44,6
La oración nos permite entrar en contacto íntimo y personal con Dios. Como cualquier relación personal a través de diálogo y trato frecuente se puede conocer y amar a la otra persona, así la oración para el cualquier cristiano es un medio de comunión con Dios donde se le va conociendo y descubriendo cada día. Catholic.net |
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