Querido Hijo,
Hoy, cuando
empieces a orar y en tu corazón haya un canto de agradecimiento, no te olvides
de darme gracias por todo lo que yo he puesto en tu universo y que puedes ver,
tocar, oler, gustar y escuchar. Ahí están los árboles, las plantas y las
hierbas que usas para sanarte. Ahí están los frutos que te alimentan y están
los animalitos de mi creación que forman una gran cadena biológica que sustenta
a tu mundo y a ti. Y ahí también están las flores con que adornas tu casa y mi
altar y conque alegras tu vista y tus sentidos.
No olvides
darme gracias por la luna, por la oración y por el relámpago que traen luz a tu
vida cuando el sol se ha ocultado o cuando las sombras de la duda han asaltado tu
espíritu. Dame gracias por el viento que limpia, que arrastra y que transporta.
Dame gracias por la tierra que, fecunda y agradecida, cada temporada trae fruto
nuevo a tu mesa.
Dame gracias
por el fuego que transforma y da vida y dame gracias por la lluvia y por el
agua que purifican, que renuevan y que nutren.
Dame también
gracias por la música, pero también dame gracias por el silencio porque en él
es que me encuentras cuando necesitas de mi presencia y cuando necesitas
recuperar la paz.
Dame las
gracias por tus aciertos pero también por los defectos de carácter que te he dado y por los errores que has
cometido en tu vida porque es gracias a ellos que has podido conocer la humildad, la comprensión y el perdón, porque es gracias a ellos que
hoy tú eres capaz de arrodillarte y quitarte tu traje de soberbia. También dame
las gracias por los problemas y los retos que he puesto en tu vida. Por el
dolor y la tristeza, por los contratiempos y las perdidas porque es gracias a
ellos que tú eres una persona más madura, más humana y más profunda.
Eres como el
árbol, que vive de lo que tiene sepultado.
Cuando me des
gracias por la comida, no olvides orar por aquellos que no tienen que comer;
cuando agradezcas tu fuente de trabajo y tu techo que he puesto sobre tu cabeza
para protegerte, acuérdate y pide por aquellos que no tienen trabajo y que
carecen de un lugar al cual pueden llamar hogar.
Ora un
momento por la viuda, por el huérfano, por el que está en la cárcel del condado
o en la cárcel de su ceguera emocional.
No olvides
darme gracias por tu cuerpo, por su salud y por su enfermedad, por su vitalidad
y por sus momentos de quebranto porque es gracias a ellos que eres capaz de ser
compasivo y ayudar a otros que sufren.
En el momento
de darme gracias por tus hijos y por tu familia, acuérdate de pedir también por
aquellos que están solos y aquellos en cuyas mesas, hay un lugar vacío.
Querido hijo:
no tomes nada de lo que yo te he dado a la ligera. Tienes muchas cosas que
agradecer, cuídalas, valóralas, disfrútalas.
Finalmente,
quiero decirte que no te olvides de mí.
Todos los
días antes de ir a tu trabajo y cuando te vayas a descansar, toma unos momentos
para darme gracias por lo que tienes y por lo que no tienes y comunícate
conmigo. Pídeme que me quede contigo que es ahí donde me gusta estar.
Tu padre que
te ama.
Dios.
La carta más bonita que he leído Magda. Gracias por esta preciosidad y que Dios te bendiga. @Pepe_Lasala
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