Breve, pero grande
en toda su vida.
Firme, y constante
en toda su existencia.
Alegre, y confiado
en sus caminos.
Individual, y
compartido con su esposo José.
Íntimo, pero
llevado a los oídos de su prima Isabel.
El “Sí” de María
fue.
Sencillo, pero
complicado el vivirlo.
Obediente, pero
probado a los pies de la cruz.
Pobre, pero rico en
el corazón.
Para Dios, y en
beneficio de todos los hombres.
Para el cielo, pero
para alumbrarlo en la tierra.
El “Sí” de María
fue.
Dócil, pero
moldeado por las manos del Padre.
Libre, pero en
exclusiva para Dios.
De un día, pero
para siempre, renovado a todas las horas.
Si en Nazaret, y
también en el Calvario.
Sí, en la vida, y
también en la muerte.
Sí, en los gozos, y
también en las tristezas.
El “si” de María
fue un “si” en todo para todo,
siempre para
siempre en Dios y para Dios.
P.
Javier Leoz
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