Buenos días mis
hermanos! Que renazca la ESPERANZA en nuestros corazones porque nos ha nacido
el AMOR. El amor no es un sentimiento, es una Persona. Tiene rostro y corazón.
Y nadie lo puede dejar de hacer latir. DIOS, NACIENDO, SE QUEDÓ SIN NADA... Os
comparto un poema precioso y unas fotos de uno de los Niños Jesús de mi
familia, especialmente, el que preside nuestro altar. Todos los detalles hablan
de lo que el corazón vive. La belleza verdadera es amar. Si se ama, todo lo que
sale del corazón será bello y salvador. Dame la gracia, Señor, de amar con la
lógica divina. Soy pequeño, pero mira mi intento, mi Rey y Señor!
Quienquiera que
seas:
Detente un momento
ante esa cueva.
¿Ves ese niño
indefenso?
Es Dios, es el único
Redentor.
Es para ti.
Si te sientes muy
pecador…
Él te dice que
tienes perdón.
Si estás muy
desesperado…
Él te ofrece la
alegría de vivir.
Si eres pobre…
piensa que Él es más
pobre que tú
y que es pobre por
ti.
Si crees que no hay
camino para encontrar la paz…
El es el Camino.
Si crees que todo es
farsa y mentira
en la vida y en la
sociedad…
Él es la Verdad.
Si crees que la vida
no tiene sentido ni valor…
Recuerda que Él es
la Vida.
Tú que te has
detenido ante muchos palacios,
y tiendas, y salas
de fiestas,
sin encontrar lo que
buscas…
nada pierdes con
intentar
comprar a ese Niño
el amor,
la vida y la paz.
Y Él a cambio te
pide
una pequeña limosna
de amor.
Se quitó los rayos,
se quitó la fuerza
y se quedó sólo con
el amor.
Si te hacen un
pequeño favor,
das las gracias.
Si el favor es muy
grande,
sientes la
obligación de agradecerlo muchísimo más.
El favor que Dios te
hace
volviéndose hombre
por ti,
es mayor que el mar,
mayor que el cielo,
mayor que todo.
Pero dime si alguna
vez le has dicho ¡gracias!,
como a los que te
hacen pequeños favores.
Nadie te ha amado
como Él.
Nadie te amará como
Él.
Mucho ama el que
mucho perdona.
El te ha perdonado
lo que nadie te perdonaría.
Pedir una limosna de
amor para Él, ¿es mucho pedir?
Vivir la Navidad en
paz con Dios,
¿es mucho pedir?
Me atrevería a
sugerirte una cosa:
Si tú, como adulto,
no sabes amar a ese Niño-Dios,
deja a tus hijos que
lo amen,
diles que lo amen
por ti,
que disfruten la
Navidad por ti.
Se quitó los rayos,
se quitó la fuerza
y se quedó sólo con
el amor.
Yo me quito mi traje
de autosuficiente,
mi coraza de pecador
y me quedo sólo con
la gratitud.
Enrique Álvarez Moro
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