¿Señor, dónde estabas tú cuando mi corazón era tan atormentado?
-Yo estaba en el medio de tu corazón - repuso el Señor-
Ah, Señor_ replicó Catalina_ Tú eras la eterna verdad y yo me inclino humildemente ante tu majestad, pero ¿cómo puedo creer que estabas en mi corazón cuando este estaba lleno de tan detestables pensamientos?
-¿Te dieron esos pensamientos agrado o dolor?
-Una tristeza y pena excesivas.
-Estuviste apenada y sufriste porque yo estaba oculto dentro de tu corazón. Si yo no hubiese estado allí, esos pensamientos habrían penetrado dentro de tu corazón y te habrían llenado de alegría, pero mi presencia te los hizo insoportables; tuviste la voluntad de rechazarlos porque estaban allí a pesar tuyo y precisamente porque no conseguías rechazarlos se te llenaba el alma de tristeza. Yo obré sobre tu alma y te defendí contra tu enemigo. Yo estaba dentro de ti y permití esos ataques porque podían resultarte útiles para tu salvación. Cuando hubo pasado el tiempo que yo había fijado para la prueba, te envié mi luz y las sombras del infierno se disiparon, porque el demonio no puede resistir la luz... Porque tú aceptaste esa prueba de corazón, te libré al fin de ella con mi presencia... Lo que me agrada no es la aflicción en sí misma sino la voluntad con que se soporta
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