Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Reflexión:
María está en lo más alto del Cielo por su relación única con Dios, ya que es Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo. Pero también está en ese lugar por su tremendo sufrimiento que es superior a todos los que padecieron los Santos y los Mártires juntos. Más alto se está en el Cielo cuanto mayor ha sido nuestro padecer aquí en la Tierra. Si pensamos en estas cosas nos vendrán ganas de padecer por amor a Dios para estar más cerca de Él en el Cielo. Se dice que si los Ángeles pudieran envidiar a los hombres, les envidiarían dos cosas: la Eucaristía y el padecer algo por Dios.
Pidamos a la Santísima Virgen que nos enseñe a valorar la cruz y nos dé el deseo de sufrir algo por amor a Dios como lo hicieron los Santos.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.
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