Cuando veas una pobre Cruz de palo,
sola, despreciable y sin valor... y sin Crucifijo, no olvides que esa Cruz es
tu Cruz: la de cada día, la escondida, sin brillo y sin consuelo...,que está
esperando el Crucifijo que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú.
(Camino, 178). San
Josemaria.
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