Pintura de Jean Baptiste van Eycken (1809-1853),
Pintado en la década de 1840,
Óleo sobre lienzo
© Notre Dame de la Chapelle, Bruselas / Alamy
Juan 19: 27
Entonces dijo al discípulo: "¡He aquí a tu madre!"
Y desde esa hora el discípulo la llevó a su propia casa.
Reflexión sobre la pintura
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
Porque con tu santa cruz has redimido al mundo.
Todavía te queda un largo camino hasta el Calvario y mira que estás agotado. Pero tu madre está ahí, justo detrás de ti, extendiendo sus brazos para abrazarte. Los soldados la apartan. Qué caos. Tu madre está llorando. Te das la vuelta y la ves.
Tu madre derramó tantas lágrimas ese día... y todavía hoy. Viendo lo que pasa en el mundo hoy, especialmente en Ucrania. Ante ella podemos llorar, como tú, mi Jesús, lo hiciste aquel día. Con los brazos abiertos, ella escucha todas nuestras voces y súplicas.
Al mirar las lágrimas de María, cada gota me toca el corazón. Está llorando con profunda desolación, abrumada por la visión más amarga de su Hijo caminando hacia su muerte. Nada nos conmueve más que las lágrimas de una madre. Fluyen directamente de un corazón de amor. San Agustín nos dice que las lágrimas son la sangre del corazón. Qué verdad. Hoy lloro contigo, María.
Padre nuestro, que estás en el cielo...
Ave María, llena de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo...
Lectura normal del Evangelio del día: Juan 8:21-30
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