“Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal. 117,24). (...) Como cristianos nacimos para el Reino de Dios desde nuestra más tierna infancia (...) pero, aun siendo conscientes de esta verdad y creyendo plenamente, tenemos muchas dificultades en acoger este privilegio y pasamos largo tiempo en comprenderlo. Nadie, por supuesto, lo comprende plenamente. (...) Y hasta en este gran día, este día entre los días, donde Cristo resucita de entre los muertos (...) nosotros estamos como recién nacidos (...) a los que les faltan ojos para ver y un corazón para comprender quiénes somos verdaderamente. (...)
Este es el dia de Pascua, repitámoslo una y otra vez, con un respeto profundo y una gran alegría. Como los niños cuando dicen: “Ha llegado la primavera” o “mirad el mar”, para expresar la idea (...), digamos: “he aquí el día entre los días, el día real (Ap. 1,10 griego), el día del Señor. He aquí el día en que el Cristo ha resucitado de entre los muertos, el día que nos trae la salvación”. Este es el día que nos trae lo más grande que podemos comprender. Es el día de nuestro descanso, nuestro verdadero sábado; Cristo ha entrado en su descanso (He 4), y nosotros con Él. Este día nos conduce, en prefiguración, a través de la tumba y las puertas de la muerte, hasta el tiempo del descanso en el seno de Abraham (Hech. 3,20; Lc 16,22).
Estamos bastante cansados de la oscuridad, el cansancio, la tristeza y el remordimiento. Estamos bastante cansados de este mundo agotador. Estamos cansados de sus ruidos y su jaleo; su mejor música, es sólo un ruido. Pero ahora reina el silencio, y es un silencio que habla (...): tal es nuestra suerte en lo sucesivo. Hoy es el comienzo de días tranquilos y serenos, en los que podemos escuchar a Cristo, con su “voz dulce y tranquila” (1R 19,12), porque el mundo ya no habla más. Despojémonos de este mundo, y revistámonos de Cristo (Ef. 4,22; Rm 13,14). (...) ¡Esforcémonos en desvestirnos así, para revestirnos de cosas invisibles e imperecederas! Esforcémonos en crecer en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, día a día, año tras año, hasta que nos lleve con Él (...) en el Reino de su Padre y nuestro Padre, de su Dios y nuestro Dios (Jn 20,17).
San John Henry Newman (1801-1890)
teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
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