Hoy he visto algo muy consolador: La Santísima Virgen María recorre el mundo y Llama a todas las puertas, a todos los corazones de todos sus hijos; a veces, es bien recibida, y se le da alguna cosa: flores, cirios, lágrimas, oraciones; a veces —también, por desgracia muy a menudo— no se la quiere recibir, o estamos dormidos cuando ella, discreta y silenciosamente llama a nuestra puerta…
Ella nos tiende las manos, abre su Corazón, que desborda con mil dones de Amor
hacia nosotros y que recibe también, todo lo que nosotros le damos, su corazón
también es herido, a menudo, por nuestras faltas y debilidades.
He visto a la Santísima Virgen caminar también reuniendo en su Corazón Inmaculado todos nuestros dones y ofrendas. Luego se presenta ante el Trono de la Trinidad Divina y muestra su Corazón, lleno de lo que nosotros hemos dado, entonces Jesús lo recibe, pero guarda una gran parte en el Corazón de María;
He visto a la Santísima Virgen caminar también reuniendo en su Corazón Inmaculado todos nuestros dones y ofrendas. Luego se presenta ante el Trono de la Trinidad Divina y muestra su Corazón, lleno de lo que nosotros hemos dado, entonces Jesús lo recibe, pero guarda una gran parte en el Corazón de María;
Él sólo derrama sangre y agua que brotan de su Divino Corazón. María se va entonces, con el corazón lleno de los dones Divinos de agua y de sangre, hacia el Purgatorio, sobre el que ella abre su Corazón maternal; el agua y la sangre que ha depositado Jesús, se desbordan como en una lluvia bienhechora, María añade sus lágrimas y su Amor; y las Almas reciben inmensos alivios.
Después, la Santísima Virgen abandona el Purgatorio y su Corazón está lleno del agradecimiento y de la Oración de las Almas que sufren, que ella presenta a Jesús; Él las recibe y las intercambia por agua y sangre.
Entonces, la Santísima Virgen vuelve a la tierra, hacia la Iglesia militante que somos nosotros, y derrama el agua y la sangre. Luego recorre la superficie terrestre para recoger Oraciones, sufragios y buenas obras, y presentarlas a su Divino Hijo y convertirlos en consuelos y gracias para las benditas Almas del Purgatorio…
(Extraído del libro: El purgatorio, una revelación particular)
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