El Jueves Santo por la
tarde comencé a hacer la Hora santa, Pasé la hora entera rezando y llorando;
hasta que, cansada como estaba, me senté. Poco después me sentí recogida. Noté
que empezaban a faltarme las fuerzas y a duras penas pude levantarme para
cerrar con llave la puerta de la habitación. ¿Dónde me encontré?
Me encontré delante de Jesús crucificado en ese mismo momento. Derramaba sangre por todas partes. Bajé enseguida los ojos... “Hija, me dijo, estas llagas las habías abierto tú con tus pecados*, pero ahora alégrate, porque todas las has cerrado con tu dolor. No me ofendas más. Ámame como yo siempre te he amado. Ámame”, me repitió muchas veces.
Me encontré delante de Jesús crucificado en ese mismo momento. Derramaba sangre por todas partes. Bajé enseguida los ojos... “Hija, me dijo, estas llagas las habías abierto tú con tus pecados*, pero ahora alégrate, porque todas las has cerrado con tu dolor. No me ofendas más. Ámame como yo siempre te he amado. Ámame”, me repitió muchas veces.
(Santa Gema Galgani, amor total, ÁNGEL PEÑA O.A.R.)
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