El hecho de que, de todos los pasajeros de la barca, Pedro se atreva a
responder y pida al Señor que le mande ir hacia Él sobre las aguas, indica la
disposición de su corazón en el momento de la Pasión. Entonces, él sólo,
andando sobre las huellas del Señor, despreciando las agitaciones del mundo,
comparables a las del mar, le ha acompañado con el mismo valor para despreciar
la muerte. Pero su falta de seguridad revela su debilidad en la tentación que
le esperaba; pues, aunque ha osado avanzar, se ha hundido. La debilidad de la
carne y el temor de la muerte han obligado a llegar hasta la fatalidad del
repudio. Sin embargo, grita y pide al Señor la salvación. Este grito es el
gemido de su arrepentimiento...
Hay una cosa a considerar acerca de Pedro: él ha superado a todos los
demás por la fe, pues mientras estaban en la ignorancia, fue el primero en
responder: «Tú eres el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Fue el primero en
rechazar la Pasión, pensando que era una desgracia (Mt 16,22), fue el primer en
prometer que moriría y no renegaría nunca (Mt 26,35), fue el primero en negarse
a que se le lavaran los pies (Jn 13,8) ; ha sacado también su espada contra
quienes prendían del Señor (Jn 18,10). La calma que conocieron el viento y el
mar cuando el Señor se subió a la barca representa la paz y la tranquilidad de
la Iglesia eternal cuando regrese gloriosamente. Porque entonces vendrá y se
manifestará, causando un gran asombro a todos: "realmente, Tú eres el Hijo
de Dios". Todos los hombres harán entonces la confesión clara y pública de
que el Hijo de Dios ha traído la paz a la Iglesia, no sólo en la humildad de la
carne, sino en la gloria del cielo.
San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de san Mateo, 14, 15; SC 258
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de san Mateo, 14, 15; SC 258
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