Imitación de Cristo
Tomás de Kempis
LIBRO PRIMERO
Contiene avisos provechosos para la vida
espiritual
CAPÍTULO XIV
Pon
los ojos en ti mismo y guárdate de juzgar las acciones ajenas. En juzgar a
otros se ocupa uno en vano, yerra muchas veces, y peca fácilmente; mas
juzgándose y examinándose a sí mismo, se emplea siempre con fruto. Muchas veces
sentimos de las cosas según nuestro juicio, y fácilmente perdemos el verdadero
juicio de ellas por el amor propio. Si fuese Dios siempre el fin puramente de
nuestro deseo, no nos turbaría tan presto la contradicción de la sensualidad.
Muchas
veces tenemos algo adentro escondido, o de afuera se ofrece, cuya afición nos
lleva tras sí. Muchos buscan secretamente su propia comodidad en las obras que
hacen, y no lo entienden. También les parece estar en paz cuando se hacen las
cosas a su voluntad y gusto; mas si de otra manera suceden, presto se alteran y
entristecen. Por la diversidad de los pareceres muchas veces se levantan
discordias entre los amigos y convecinos, entre los religiosos y devotos.
La
costumbre antigua con dificultad se quita, y ninguno deja de buena gana su
propio parecer. Si en tu razón e industria estribas más que en la virtud de la
sujeción de Jesucristo, rara vez y tarde serás iluminado; porque quiere Dios
que nos sujetemos a él perfectamente, y que trascendamos toda razón inflamados
de su amor.
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