La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires:
"Sanguis martyrum semen christianorum ; la sangre de los mártires es
semilla de cristianos" Tertuliano). Los acontecimientos históricos...no
podían de ninguna manera garantizar a la Iglesia su desarrollo tal como se
realizó durante el primer milenio si no hubiera sido gracias a la semilla de
los mártires y el patrimonio de santidad que caracterizaron las primeras
generaciones cristianas. Al final del segundo milenio, la Iglesia es de nuevo una
Iglesia de mártires. Las persecuciones contra los creyentes---sacerdotes,
religiosos, laicos,--- han provocado abundantes semillas de martirio en
diferentes partes del mundo. El testimonio por Cristo hasta entregar la vida ha
llegado a ser un patrimonio común a los católicos, a los ortodoxos, a los
anglicanos y a los protestantes, como ya lo afirmaba Pablo VI ...Es un
testimonio que no hay que olvidar...
También en nuestro siglo los mártires están presentes. Muchas veces
anónimos, son como “los soldados desconocidos” de la gran causa de Dios. En lo
posible, hay que evitar que se pierda su testimonio en la Iglesia.... Las
Iglesias locales tienen que hacer todo lo posible para no olvidar a los que
sufrieron el martirio y esforzarse a recoger toda la documentación
concernientes a ellos.
Esto no dejará de tener un acento marcadamente ecuménico. El ecumenismo
de los santos, de los mártires, es quizá el que más convenza a la gente. La voz
de la “comunión de los santos” es más fuerte que la de la división...El mayor
homenaje que todas las Iglesias pueden rendir a Cristo en el umbral del tercer
milenio será mostrar la presencia todopoderosa del Salvador por los frutos de
la fe, de la esperanza y del amor en los hombres y mujeres de tantas razas y
lenguas que siguieron a Cristo en las diversas formas de la vocación cristiana.
San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Carta apostólica Tertio Millenio adveniente, 37
papa
Carta apostólica Tertio Millenio adveniente, 37
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