¿Cómo fueron las
experiencias de Ana María Lindmayr con las almas del Purgatorio? ¿Cómo se le
aparecieron las almas del Purgatorio? El Padre Barnabas Kirchhuber,
Confesor de las Clarisas del Convento de Anger, y quien en 1704 por encargo del
Príncipe-Obispo sometió a Ana María a un cuidadoso examen, escribió el 6 de
Junio al Príncipe-Obispo de Freising lo siguiente acerca de las almas del
Purgatorio:
«Desde el Viernes
antes de Navidad (22 de diciembre) de 1690, las almas del Purgatorio comenzaron
a aparecer con frecuencia a Ana María. Las ve casi siempre por la noche,
permaneciendo hasta dos horas con ella, envueltas en llamas, sintiendo grandes
suspiros y lamentos, y oyendo con los oídos del cuerpo el arder del fuego.
De día advierte la presencia de las almas del Purgatorio por medio de chispas
de fuego que le saltan en el cuello, las manos y otras partes del cuerpo». Ana
María escribe al respecto: «Muchas veces en mi habitación aparecía un enorme
incendio, al cual yo no podía dirigir la vista porque mi Confesor me había
prohibido mirarlo. De todos modos yo no podría haber visto nada, porque
de inmediato me sentía movida a rezar y, arrodillada, entraba inmediatamente en
éxtasis, y la gracia de Dios me mantenía de tal manera inmovilizada, que casi
nunca era capaz de mover ningún miembro, ni siquiera los ojos. También
cuando me sentaba a escribir, sobre mis manos y sobre las hojas caían muchas
chispas, con las cuales las almas del Purgatorio querían hacerse sentir para que
las encomendara». Con algunas almas sentía frío cuando se le
acercaban, y las mismas almas se le presentaban temblando de frío. No de
todas las almas Ana María pudo averiguar el nombre, y mucho menos pudo escribir
sobre sus pecados.
Como también el
Maligno se le insinuaba bajo varias figuras en esta misteriosa oración para
confundirla o para impedir que ayudara a las almas del Purgatorio, le fue
ordenado por el Padre Confesor, —según lo dicho por el Padre Barnabas
Kirchhuber en el informe—, pronunciar el santísimo nombre de Jesús, mostrar el
Crucifijo, rociar agua bendita o encender un cirio bendito cada vez que se le
aparecieran las almas del Purgatorio. Si se tratara de un alma buena, se
acercaría más; pero si se tratara de un espíritu maligno, ella habría advertido
una inquietud interior y exterior, y además el espíritu se alejaría.
La Beata Crescencia
advertía la presencia de las almas del Purgatorio al ver a su alrededor sombras
blanquecinas, cenicientas o negruzcas, y las sentía con golpes y crujidos.
Intimidad con Dios=Santidad
Intimidad con Dios=Santidad