¡Quédate conmigo, Señor! ¡Quédate y conviértete para siempre en mi acompañante en el camino de la vida! ¡Sé, Señor, mi maestro, mi amigo, mi compañero, mi huésped, mi protector porque la noche va decayendo y está repleta de oscuridades, de incertidumbres, de soledades, de desalientos, de turbaciones, de sufrimientos, de tristezas, de problemas que parecen no tener fin! ¡Quédate conmigo, Señor, y no permitas que dude nunca, que me venza el desaliento, que me deje derrotar por las inseguridades y los miedos, que me sacuda el dolor, que me traspase el desencanto! ¡Quédate, Señor, conmigo para crecer firme contigo, para regresar siempre siendo testimonio tuyo, para decirle al mundo que has nacido en un pesebre y caminas a nuestro lado! ¡Quédate, Señor, conmigo y hazte cada día el encontradizo conmigo cuando me surjan los temores o tome caminos erróneos! ¡Quédate, Señor, conmigo porque necesito compartir contigo mi vida y la de los míos, no me dejes solo, no permitas que haga el camino por mi cuenta! ¡Quédate, Señor, conmigo para guiarme y ser mi compañero de peregrinaje hacia el cielo! ¡María, quédate Tú también conmigo ya que eres la Madre de los caminantes, la que nunca nos abandonas y la que da luz a nuestra vida``` cuando atardece!
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