Padre Eterno, gracias por hacerme sentir amado a través de tu Palabra. Gracias porque en cada párrafo de estas páginas sagradas, te muestras como el Padre amoroso que eres, que te preocupas por darme tus mejores consejos, tus mejores enseñanzas para hacer más fácil mi vida cristiana y mi camino a la Eternidad. Pero, qué tan inconstante soy al leerla por cuenta de mis prisas cotidianas, qué desinterés experimento para leerla cuando dispongo de tiempo y qué tan poca importancia le doy al no profundizar en tu mensaje. Por eso, te pido que envíes a tu Santo Espíritu para que a través de su luz, sienta la necesidad de buscar y leer tu Palabra, para contemplarte y aplicar tus enseñanzas en mi vida concreta de cada día. Quiero amar tus Sagradas Escrituras, Señor, para que en Ellas descubra cómo tu Hijo Jesús se hace presente en mí, a través de la lectura consciente, sosegada y profunda.
En las Escrituras Tu me hablas directamente al corazón por eso te pido que me hagas entender tu camino y tus enseñanzas; concédeme la gracia de saber lo que quieres de mí, lo que me apuntas en cada lectura. Mi buen Jesús, hazme ser uno contigo, un personaje más de tus Evangelios, Señor, y hazme entender todo lo que brota de tu corazón, de tus palabras, de tu mirada y de tus gestos. Quisiera, Señor, meditar bien cada pasaje para entender y recordar quien eres para mí, para que mi corazón se incline hacia Ti para adorarte. No permitas, Espíritu de Dios, que mi corazón, soberbio y egoísta, se deleite más en las cosas superfluas que en la Palabra de Dios y haz que le dé siempre el enfoque correcto para crecer humana y espiritualmente.
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