¡Señor, me comprometo a vivir plenamente identificado contigo! ¡Señor, no quiero ceder a la dolorosa tentación de la queja que todo lo destruye y todo lo emponzoña! ¡Espíritu Santo ayúdame a no vivir quejándome para no desconectarme de Dios! ¡Ayúdame a confiar en el Señor; que mis quejas se conviertan en oración de gratitud y mis lamentos en alabanzas a Dios por lo que Él hizo, hace y seguirá haciendo en mi vida y en la de los que me rodean! ¡Señor, perdona mis lamentos y mis quejas, ayúdame a no darles cabida en mi corazón! ¡Quiero en este día, Señor, elevar mi oración de gratitud, de confianza en ti! ¡Y como el santo Job, Señor, que pueda exclamar «Olvidaré mi queja, cambiaré mi triste semblante y me alegraré»!
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