María, préstame tus pies santos e inmaculados y tus sandalias polvorientas para ir por los caminos impredecibles de la vida, repletos de subidas que cansan, con baches en el suelo, con bajadas y curvas peligrosas, con obstáculos que vencer. Ven, María, camina conmigo, guía mis pasos y muéstrame por dónde continuar el camino. Tómame de la mano y condúceme por la misma senda que hubieran elegido José y Tú para llevar a Jesús por el mundo. Enséñame, María, a ser
caminante de pies polvorientos, para servir a tu Hijo y a mi prójimo. Enséñame a trabajar sin descanso, a sacrificarme sin esperar recompensas mundanas y cumplir en todo momento la voluntad del Señor.
Santa María Peregrina, soy un caminante que viajo por el camino hacia el cielo y quiero hacerlo en tu compañía, quiero que cada paso que dé hacerlo contigo, levantar los pies para no caer, vencer los obstáculos para no detenerme y dejarme vencer por la tentación, para llenar mi corazón de fe, para ir al encuentro de los que me salgan en el camino, para alentarlos, acompañarlos y ayudarlos. Santa María Peregrina, ando por los caminos polvorientos de la vida y quiero hacerlo siempre con alegría, con esperanza, con amor, con espíritu de servicio para dar testimonio de tu Hijo. Permíteme, María, que todo el que me rodea vea en mí un compañero de viaje, un hermano y, por encima de todo, un amigo que lleva a Cristo en el corazón.
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