¡Señor, inclina tu oído para escucharme porque muchas veces me gana el frenesí de la vida! ¡Te pido que me acompañes en el caminar diario, permite que todo en mi no sea inmediatez sino sosiego, que acompañes el latir de mi corazón que a veces va tan rápido que me impide obrar con serenidad! ¡Envía tu Espíritu sobre mí, Señor, para que sea capaz de atemperar mis pasos tantas veces apresurados y rápidos con el fin de tener una visión de eternidad, tranquila y serena! ¡Ayúdame, Señor, a ir más despacio, a valorar el tiempo para pensar, para echar raíces, para dejar que lo importante esté bien sopesado, para que las prisas no me venzan, para que la vida interior sea el gran camino de unión contigo! ¡Ayúdame a comenzar siempre bien mis tareas poniéndome en tus manos para que estés presente en todo momento de mi vida y dirijas mis pasos, para orientar mi vida cuando esté desviada! ¡Tú, Señor, me das razones para existir, das sentido a mi existencia! Tú, Señor, que eres fiel y leal, me ayudas a confiar cada día más porque tu amistad vale más que todos los triunfos que pueda lograr!
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