San José, te doy gracias por tu presencia en mi vida; porque con tu ejemplo, me enseñas como le enseñaste al Niño Jesús a tener un corazón manso, humilde, paciente y entregado. Ayúdame a mantenerme sencillo y discreto en la oración pero siempre abierto a la Presencia, acogedora y segura, del Espíritu Santo para que ilumine mis pasos. Como tú, José, quiero dar en todo momento gracias por todo lo que he recibido, aunque no siempre ha sido un camino de alegrías, pero sí un camino trazado por Dios!
San José, Padre amoroso, enséñame a vivir como viviste Tú, amando entre las dificultades, sirviendo entre sinsabores, adorando desde lo oculto, aceptando confiadamente las contrariedades, gozando de las alegrías, trabajando con esmero, entregándote con amor. Tu fuiste, san José, un santuario de la paz que solo da tu Amadísimo Hijo a los corazones mansos y humildes. Que sepa imitar tu ejemplo entre mi vida siempre agitada. Concédeme la gracia de mantenerme en silencio ante la voluntad del Padre. Ayúdame a gozar de mi nada, a aceptar mi pequeñez, a saborear mi insignificancia… solo con esto, san José, me pareceré más a Ti y me acercaré más a Jesús. Ayúdame a meditar el misterio de Belén, a contemplar junto a Ti lo que Dios quiere decirme cada día.
PQ IR A MISA
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