Mi alegría, es tu alegría, Señor. Sé que el plan que has escogido para mi, es para verme feliz. Me quieres Santo, me quieres acompañándote en la Eternidad. Dios mío, quiero reflejar tu alegría en todo momento. Que todo el que me rodea, descubra en mi el motivo principal para sentirme siempre muy feliz y alegre: soy tu hijo y sólo por esto nada debe darme miedo ni producirme tristeza. Dios mío, que mi alegría no se vea condicionada por las diferentes circunstancias que rodean mi vida sino por mi fidelidad a ti, por mi compromiso a tu palabra y a tus mandatos y mi capacidad para abrazar la Cruz. Espíritu Santo, ayúdame a dar ejemplo de mi ser cristiano transmitiendo una alegría profunda interior y exterior. Ayúdame a ir siempre mostrando la alegría de lo que soy y no ir por el mundo con el rostro arisco y pesimista. Ayúdame, Espíritu Divino, a que el primer motivo de mi alegría sea la esperanza y la fe en Dios y experimentar el amor que Él me tiene. Ayúdame, Espíritu de Dios, a que mi apostolado de la alegría sea muy convincente para los que me rodean porque ven en él un testimonio directo del que se olvida de su yo y de sus propios problemas para preocuparse por los demás porque he puesto todo mi corazón en Dios. No permitas que ni el consumismo, ni la búsqueda desordenada del placer o de confort, ni la ambición del poder, ni el hedonismo que el mundo me ofrece se conviertan en sucedáneos de mi verdadera alegría. ¡Mi alegría, eres Tu, Señor... Tu alegría, quiero ser yo, Señor!
PQIRAMISA
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