¿Qué le sucede al cielo, que en los umbrales del invierno sus nubes parecen almas y su atardecer divino fuego?
Será que se ha corrido la voz de que llama a las puertas el Adviento, de que se aventuran esos días en los que Dios se va a hacer niño, de que llega esa incendiaria espera, que prende amor en los corazones y a las almas tiene en vilo.
Niño, que del Cielo vienes y en la tierra te encarnas, que te mudas del trono de tu gloria al vientre de María, sólo saber que llegas hace dichosa esta espera, tanto como ese amante que llena su pecho de ilusiones ante el encuentro con el ser amado.
Y será mi alma esa impaciente amante, y serás Tú el Amor deseado, y serán estos días de Adviento un camino en el que, cada día, vaya naciendo una amorosa llama hasta ese deseado encuentro.
Y llegará ese día, esa Nochebuena, en la que estos deseos se harán realidad cuando los ojos del alma y del corazón encuentren en el pesebre a lo Amado.
Ahora entiendo por qué las nubes parecen almas y el atardecer fuego divino: son el reflejo de ese mundo que nace en quienes esperan encontrarse con Dios hecho niño, son las huellas que va dejando el paso del Adviento, son el reflejo del misterio navideño.
Abel De Miguel Sáenz
domingo, 3 de diciembre de 2023
ADVIENTO y NAVIDAD
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