Un llanto de vida ha roto la noche
y su corazón se ha estremecido,
su alma de gozo ha saltado
al saber que Dios ha nacido.
Ya la Virgen lo cubre con paños,
pues no quiere que pase frío
ese Dios que se ha hecho niño
tras nacer en virginal parto.
José los vela en silencio,
pues también se ama con la mirada,
y vigilante se presta a hacer fuego
mientras su corazón arde en divinas llamas.
Un sacro silencio invade el portal,
el mismo que llena a María y José,
quienes arrebatados de fe
contemplan a Dios hecho mortal.
En Belén Dios dejó su primera huella
en un oculto rincón de la tierra,
al abrigo de una solitaria cueva,
en un pesebre donde nadie le espera.
Pero los ángeles revelan el Misterio
a esos pastores, que los ganados velan;
sus coros tiñen de alegría el cielo
mientras anuncian la Buena Nueva.
Era una noche de invierno
cuando Dios se hizo niño,
cuando se hizo real el sueño
y se vistió de mortal lo divino.
¡FELIZ NAVIDAD!
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