Cuento del Padre Lucas Prado
Un día estaba un joven en su casa y alguien llamó a la puerta. Al abrir se encontró al diablo, quien lo agarro del pelo, lo golpeó y luego se fue.
Se preguntó el muchacho:
— ¿Qué debo hacer si el diablo vuelve a venir?
De pronto, vio pasar a Jesús y pensó:
— Si Él está en mi casa el diablo no entrará.
Entonces lo invitó a pasar, le mostró la casa y le preguntó:
— ¿Puedes venir mañana antes que el diablo pase por aquí?
Al día siguiente el diablo volvió a llamar a la puerta; Jesús ya estaba dentro de la casa… El muchacho muy tranquilo abrió la puerta y el diablo volvió a darle una tremenda paliza.
El muchacho muy molesto le reclamó a Jesús y le dijo:
— ¿Por qué no hiciste nada para defenderme?
Y Jesús le respondió:
— No hice nada porque no estoy en mi casa. Yo sólo estoy de visita.
El muchacho pensó un poco y lo invitó a vivir en su casa. Le mostró a Jesús su cuarto y le dijo:
— Si te parece bien, este será tu cuarto de ahora en adelante. A lo que Jesús respondió con un SÍ.
Como era ya costumbre, al día siguiente el demonio llamó nuevamente a la puerta. Entonces el joven, creyendo que ya no le podía pasar nada malo abrió la puerta, y el diablo nuevamente le dio otra paliza. El joven, molesto fue donde Jesús y le dijo:
— Ya vives en mi casa. ¿Qué tengo que hacer más para que me defiendas?
Y Jesús le contestó:
— Yo sólo vivo en un cuarto de tu casa, pero nunca salgo a las otras habitaciones. Mientras no entres en mi cuarto no te puedo defender.
Entonces el joven reflexionó un poco y dijo:
— Bien. De hoy en adelante ésta es tu casa. Yo estaré aquí sólo como un invitado, si te parece bien…
Al día siguiente llamaron nuevamente a la puerta; pero esta vez no fue el joven quien abrió la puerta, sino Jesús, el nuevo «dueño». Al abrir Jesús la puerta, el diablo dijo:
— Usted perdone. Me equivoqué de casa. Y se fue.
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