San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
Tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,
Tu mantuviste a la Sagrada Familia con el trabajo de tus manos.
Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.
Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges.
Tu también conociste pruebas, cansancio y trabajos.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría
por el íntimo trato que has tenido con el Hijo de Dios,
el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre. Amén.
San Juan XXIII
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