GLORIOSO San José, esposo de María, concédenos tu protección paterna, te lo imploramos por el Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María.
Oh tú, cuyo poder se extiende a todas nuestras necesidades y sabes cómo hacer posibles las cosas más imposibles, abre los ojos de tu padre a los intereses de tus hijos. En la vergüenza y el dolor que nos apremia, recurrimos a ti con confianza; dígnate tomar bajo tu caritativa guía este importante y difícil asunto, causa de nuestra ansiedad. Haz que su feliz resultado se convierta en la gloria de Dios y el bien de sus siervos devotos.
¡Oh tú que nunca has sido invocado en vano, amable San José! Tú cuyo crédito es tan poderoso ante Dios que se ha dicho: “En el cielo, José manda más que ruega”, tierno padre, ruega por nosotros Jesús, ruega por nosotros María. Sé nuestro abogado ante este divino Hijo del que fuiste aquí abajo el padre adoptivo tan atento, tan cariñoso y fiel protector. Sé nuestro abogado ante María, cuyo esposo fuiste tan amado y tan tiernamente amado. Añade a todas tus glorias la de vencer la difícil causa que te encomendamos.
Creemos, sí, creemos que puedes conceder nuestros deseos liberándonos de las penas que nos abruman y de la amargura que llena nuestras almas; tenemos, además, la firme confianza de que nada descuidarás en favor de los afligidos que te imploran. Humildemente postrados a tus pies, buen San José, te suplicamos, ten piedad de nuestros gemidos y de nuestras lágrimas; cúbrenos con el manto de tu misericordia y bendícenos.
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