Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero “Tú has vencido al mundo”, y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona. Catholic.net
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lunes, 30 de octubre de 2017

Pruebas de la vida.




Dios no prueba a sus hijos, sino que es el Maligno quien pone pruebas en las vidas de los hijos de Dios. Y si bien la Sagrada Escritura da a entender que es Dios quien nos pone a prueba, vemos en el libro de Job que es Satanás y sus demonios quien siembra dolor y maldades en la vida de los hombres. 

Tenemos que pedirle a Dios que nos ayude a superar las pruebas que tenemos en la vida, y no culpar al Señor por ellas, sino que a Dios debemos acudir para que nos ayude a sobrellevarlas y ganar así méritos para el Cielo. 

Pero es que la vida entera del hombre sobre la tierra es un tiempo de prueba. ¡Ay de los que llevan una vida de pecado y son dejados tranquilos por el demonio!, señal es de que Satanás no los tiene en cuenta y los deja en paz, pues sabe que son suyos. Ya tendrá tiempo de atormentarlos toda la eternidad. 

Pero ¡feliz el hombre que es probado por las fuerzas del mal y por los acontecimientos de su vida, y vive tratando de ser bueno y cumpliendo los Mandamientos!, porque señal es de que él está cerca de Dios, y el Infierno lo odia y le pone pruebas. 

Dios no permitirá que seamos probados más allá de lo que podemos soportar. Así que confiemos en Dios que no quiere nuestra ruina, sino nuestro bien; y si ha permitido esta o aquella contrariedad o prueba, es para que, superándola, conquistemos la gloria del Cielo. 

Si los que están ya en el Paraíso pudieran desear algo, desearían volver a este mundo a padecer mil pruebas para conquistar un grado de gloria más elevado del que gozan ahora. 

Nosotros, que por gracia de Dios vivimos todavía en este mundo, y estamos en el tiempo de merecer -por nuestras buenas obras y por los sufrimientos y pruebas llevados con paciencia-, un gran peso de gloria, no nos desanimemos ante el sufrimiento que se nos presenta, porque la vida del hombre es fugaz, y pronto llega la muerte y la eternidad, y toda pena será consolada por Dios, y las espinas de la vida se convertirán en fragantes rosas eternas. 

Es difícil sufrir. Pero recordemos que es mejor pasar el purgatorio en vida, que después de muerto. Y es mejor sufrir en este mundo, que sufrir para toda la eternidad en el Infierno. 

A veces nos olvidamos de que el cristianismo es con cruz, y no pocas veces queremos ser cristianos sin cruces. 

Sin embargo ya nos ha dicho el Señor que quien quiere seguirlo debe renunciar a sí mismo, tomar su cruz de cada día y seguirle. 

Puede parecer muy pesimista esta visión, pero si recordamos que también Jesús nos ha dicho que Él hará suave y liviana nuestra carga, en realidad comprobaremos por nosotros mismos que en este camino excelente de la cruz hay consuelos ocultos que sólo disfruta quien se aventura por dicho camino. 

Efectivamente Jesús va con nosotros y nos consuela en el camino, de modo que en los momentos más difíciles es Él quien nos carga en sus brazos y nos lleva. 

No tengamos miedo y confiemos en Dios, que Él ve todo y sabe todo, y premia cada cosa por mínima que sea. Ni una lágrima, ni un suspiro, ni un quejido nuestro queda sin eco en el Corazón de Dios.


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