No son muchos los que hoy se hacen esta importante pregunta: “¿Para
qué estamos en este mundo?”.
En realidad parece que fuera una pregunta inútil, pero de su
respuesta y del valor que le dé a dicha pregunta, es lo que afectará o no
nuestras vidas.
Porque hay muchísima gente que no sabe ni de dónde viene, ni hacia
dónde va, y viven la vida por inercia, van andando por el mundo sin sentido y
sin saber por qué están donde están.
Pero a nosotros los católicos no nos sucede eso, o por lo menos no
debería sucedernos eso, ya que sabemos de dónde venimos y hacia dónde vamos.
¿De dónde venimos? Venimos de Dios, que nos ha creado por amor,
porque nos ama y en su Pensamiento divino nació la idea de crearnos porque
quiso que existiéramos. Y en nuestro lugar Dios habría podido crear infinitos
hombres. Pero no. Él ha querido crearnos a nosotros y por eso estamos leyendo
este mensaje espiritual. Así que si estamos en este mundo no es por azar ni por
evolución, sino porque Dios, con un acto de su Voluntad soberana y libre, nos
quiso crear, y solo por amor.
¿A dónde vamos? Vamos a gozar de Dios en el Cielo, pues para eso
nos ha creado Dios. El Señor a nadie creó para el Infierno, sino que nos ha
creado para el Cielo y nos tiene destinado a cada uno de nosotros un puesto en
su Cielo. Pero de nosotros depende que aceptemos esta invitación y voluntad de Dios,
porque si no cumplimos los Diez Mandamientos y morimos en pecado mortal,
entonces perderemos ese Cielo para el cual hemos sido creados, y seremos los
seres más infelices del universo.
¿Para qué estamos en este mundo? Para vivirlo de acuerdo a los mandamientos
de Dios y así superar este tiempo de prueba y de espera que es la vida terrena.
Muchos olvidan esto y toman esta vida en la tierra como la única vida que
existe, y así pierden el sentido que debe guiar su vivir en este mundo.
Ya Jesús nos ha dicho en su Evangelio que quien va a Él, jamás
tendrá hambre ni sed, porque conocerá su procedencia y su fin, y estará
tranquilo, porque estará confiado en Dios que sabe que lo ama y que cuida de él
en todo momento.
Entonces, ahora que sabemos estas cosas o las hemos refrescado si
ya las sabíamos, vivamos de acuerdo con esto que sabemos, para no ser unos
eternos fracasados, y ser así felices ya en esta tierra, y luego para siempre
en el Paraíso. Porque la voluntad de Dios es que seamos felices para siempre.
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