De pecadores a santos
Ningún
enfermo puede curarse si no reconoce que está enfermo y decide comenzar el
tratamiento que lo llevará a la salud.
Así
también el pecador que quiera salir del pecado, deberá reconocer que es pecador
y que necesita del Médico divino, Jesucristo, para recuperar la salud del alma.
Nosotros,
por nosotros mismos, somos la nada, más el pecado. Entonces ¿por qué no
acudimos a Dios, el Único que Es, y que nos puede hacer grandes en su Reino?
Y
si hemos sido muy pecadores, o aún lo somos, entonces tenemos que amar mucho al
Señor, puesto que si Él nos perdona todo, debemos amarle más porque nos perdona
mucho, y mucho tenemos que amarle, ya que a quien más se le perdona, más
demuestra su amor, según palabras del Señor en el Evangelio.
Así
que jamás pequemos, pero si pecamos, no nos desanimemos, y aprovechemos esa
humillación para subir más alto, arrojándonos a la Misericordia de Dios, para
que transforme todas nuestras miserias y haga una obra maestra, un santo de
Dios.
Los
santos no fueron de otro planeta, sino que muchísimos de ellos fueron grandes
pecadores, y tenían los mismos defectos que nosotros e incluso mayores. Pero
quisieron ser perfectos, y pidieron ayuda a Dios y la secundaron con su buena
voluntad, y ahora son estrellas en el Paraíso, y modelos para nosotros.
Todos
debemos ser santos, ya que Dios a todos nos da las gracias suficientes para que
lo seamos. De nosotros depende, pues Dios nos da todo. Está en nosotros el
saber aprovecharlo.
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