Jesús mío, inspíreme lo que debo pensar de su vida escondida… “Él descendió con ellos y fue a Nazaret, y les era sumiso” (Lc 2,51)…
Descendió, se sumió, se humilló… fue una vida de humildad. Dios, como hombre. Hombre, se hace el último de los hombres, una vida de abyección hasta el último de los últimos lugares. Ha descendido con ellos para vivir su vida, la vida de pobres obreros, viviendo de su labor. Su vida fue como la de ellos, pobreza y labor, en la obscuridad. En Nazaret, pequeña ciudad escondida en la montaña, de donde “nada bueno puede salir” (Jn 1,46), como decían. Retirada, alejada del mundo y las capitales. Ha vivido en este retiro…
Usted les era sumiso, sumiso como un hijo a su padre, a su madre, una vida de sumisión, de sumisión filial. Obedeciendo en todo lo que obedece un buen hijo. Si un deseo de sus padres no coincidía con su propia vocación divina, no lo realizaba, ya que siempre obedecía “a Dios más que a los hombres” (cf. Hech 5,29), igual que cuando había permanecido tres días en Jerusalén. Salvo en esos casos, usted los obedecía en todo, siendo el mejor hijo, obedeciendo no sólo sus mínimos deseos sino previéndolos en todo lo que les podía gustar, consolar, rendirles la vida más suave y agradable. Trata de todo corazón de hacerlos felices siendo un modelo de hijo, teniendo todas las atenciones posibles con sus padres, en la medida que lo permitía su vocación… (…)
¡He aquí lo que fue su vida en Nazaret (…)! Su vida era la de un modelo de hijo, viviendo con un padre y una madre obreros.
San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el SaharaRetiro en Nazaret (Écrits spirituels de Charles de Foucauld, ermite au Sahara, apôtre des touaregs, Gigord, 1964), trad. sc©evangelizo.org

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario, me alegra el alma