San Juan Diego sigue siendo una llamada sencilla y fuerte a reconocer cómo Dios mira lo pequeño y lo levanta. Su memoria recuerda que la evangelización en el continente americano nació bajo el signo de la ternura de María.
1️⃣ San Juan Diego, indígena humilde y de corazón limpio, acogió el mensaje de la Madre de Dios sin resistencias. Su vida muestra que la santidad no depende de títulos, sino de la fe que se deja guiar.
2️⃣ En el Tepeyac, María lo envió como mensajero. Y él, con paso firme y alma dócil, llevó al obispo la petición de la Virgen. No buscó protagonismo: buscó obedecer. Así actúan los santos.
3️⃣ El Santuario de Guadalupe nació de su disponibilidad. La Iglesia reconoce en él al cristiano que escucha, cree y actúa. A través de un indígena pobre, Dios abrió un camino inmenso para la fe en América.
4️⃣ Su ejemplo invita a vivir la misión con sencillez. Cuando el corazón es humilde, la gracia corre sin obstáculos. Donde hay obediencia confiada, María siempre dirige los pasos hacia Cristo.
5️⃣ Hoy pedimos aprender de San Juan Diego esta fe serena que no discute, que no se complica, que no se pone en el centro. Una fe que se deja llevar por la voz de la Madre para anunciar al Hijo.
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