La Iglesia conmemora hoy a Santo Tomás Becket, mártir. Su vida recuerda que la fidelidad a Cristo y a la Iglesia tiene un precio… y un fruto.
1️⃣ Fue canciller del rey Enrique II y amigo suyo. Brillante, influyente, con futuro asegurado. Todo parecía encaminado al éxito.
2️⃣ Al ser nombrado arzobispo de Canterbury, algo cambió. No de carácter, sino de centro. Pasó del favor del rey a la obediencia a la Iglesia.
3️⃣ Defendió con firmeza la libertad de la Iglesia frente al poder político. No por orgullo, sino por conciencia. Sabía a quién debía obedecer primero.
4️⃣ Fue incomprendido, perseguido y exiliado. La fidelidad no le trajo aplausos. Le trajo soledad. Y cruz.
5️⃣ Regresó sabiendo el riesgo. No buscó el martirio, pero tampoco lo evitó a costa de la verdad.
6️⃣ Fue asesinado en la catedral, junto al altar. Murió como vivió al final: pastor fiel, no funcionario del poder.
7️⃣ Santo Tomás Becket nos recuerda que la fe no se negocia y que la caridad no es cobardía. Se puede ser firme sin odio.
8️⃣ Su sangre no fue inútil. Dio fruto. Porque la verdad defendida con amor siempre permanece.
Que su intercesión nos ayude a vivir una fe limpia, eclesial y valiente, también cuando cuesta.

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