Señor, al comenzar este nuevo día,
levantamos nuestra voz para bendecirte,
porque Tú eres nuestra luz y nuestra salvación,
la defensa de nuestra vida y la fuerza de nuestro corazón.
Hoy proclamamos con fe:
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a temer?
Si Tú estás con nosotros, ¿quién podrá hacernos temblar?
Te damos gracias, Señor,
porque podemos despertar una vez más bajo tu mirada,
porque nos regalas este día como una nueva oportunidad de amar,
de confiar, de crecer y de caminar en tu presencia.
Hoy ponemos delante de Ti nuestro mayor deseo:
vivir en tu casa todos los días de nuestra vida,
disfrutar tus bondades,
reposar en tu presencia
y aprender a mirarlo todo con los ojos de la fe.
Señor, cuando lleguen las pruebas,
cuando el miedo quiera ganar terreno,
cuando el cansancio se haga sentir,
acuérdanos que nuestra esperanza está en Ti.
Danos valentía, fortaleza y un corazón confiado.
Señor, que hoy y siempre confiemos en Ti,
esperemos en Ti,
hagamos tu Santísima Voluntad
y sepamos agradecerte todo, absolutamente todo.
Recibe, Señor, nuestras obras, pensamientos, palabras y decisiones.
Haz de este día una ofrenda agradable a Ti.
Que todo sea para tu gloria y para el bien de nuestros hermanos.
Amén.
FE y más FE.

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