Esta oración a San
José fue encontrada en el año 50 de Nuestro Señor. Y fue enviada en 1505 por el
Papa al Emperador de Alemania antes de una batalla. Quien haga esta oración, o
la oiga o la guarde consigo, no morirá súbitamente, ni se ahogará, ningún
veneno le hará efecto; ni caerá en manos de sus enemigos; ni se calcinará en
incendios, ni será vencido en batalla.
Oh San José, cuya
protección es tan grande, tan poderosa y eficaz ante el trono de Dios, en
vuestras manos entrego todos mis intereses y mis deseos.
Oh San José,
asistidme con vuestra poderosa intercesión. Obtened para mí, de vuestro Divino
Hijo, Nuestro Señor, todas las bendiciones espirituales que necesito. A fin de
que, habiendo conseguido, aquí en la tierra, la ayuda de vuestro poder
celestial, pueda ofrecer mi gratitud y homenaje, al Padre más Amoroso.
Oh San José, nunca
me cansaré de contemplaros con el Niño Jesús dormido en vuestros brazos. No me
atrevo a acercarme mientras que el Niño reposa sobre vuestro corazón. Abrazadle
fuertemente en mi nombre; y de parte mía, besad su fina y delicada Cabecita.
Luego, suplicadle que me devuelva ese beso a la hora de mi último suspiro. San
José, patrón de los moribundos, rogad por nosotros.
Amén.
Fuente: Alejandra DDávila
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